El 8 de marzo de 1922 la Bilbao Orkestra Sinfonikoa (BOS) ofreció su primer concierto en el Teatro Arriaga de Bilbao bajo la dirección de su primer director titular, Armand Marsick, que había llegado a Bilbao para dirigir el recién creado Conservatorio de Bilbao. Fue le inicio de la historia de la formación bilbaina que el año pasado cumplió sus primeros cien años.

La orquesta, que estaba compuesta por 68 músicos, abordó un programa compuesto por la obertura Patria, de Bizet, el preludio El diluvio de Saint-Saëns, la Rapsodia noruega de Svendsen, la Sinfonía Nuevo Mundo de Dvorák, una selección de Los maestros cantores de Núrenberg de Wagner y la obertura de Le roi d’Is de Lalo. Entre el grupo de cuerda, se encontraba Juan Carlos Isusi (Bilbao 1890-1976), que tocaba la viola y fue también vicepresidente de la Orquesta.

Portada del libro que recoge escritos musicales de Juan Carlos Isusi.

Portada del libro que recoge escritos musicales de Juan Carlos Isusi. Maite Redondo

Pero además, de su talento como músico, Isusi escribía artículos de viajes, libros y crítica musical en la prensa nacionalista bilbaina de aquella época, Euzkadi, La Tarde, Excelsius, Excelsior y la revista Erria, que han quedado como un buen testimonio de la época para conocer lo que ocurrió en aquel panorama musical bilbaino entre los años 1924 y 1936, “un panorama musical muy activo en una ciudad bullente en la que era normal escuchar a músicos como Ravel, Casals, Rubinstein...”, describe su nieto, Juan Carlos Ramírez-Escudero.

El periodista y escritor ha publicado el libro Juan Carlos Isusi, escritos musicales, Bilbao 1924-1936 en el que se recogen más de cien artículos de su abuelo, que “son parte de la historia de Bilbao, de su Orquesta Sinfónica, la Banda Municipal, la Sociedad Filarmónica y el romanticismo de aquellos emprendedores bilbainos que levantaron un Conservatorio, una Orquesta, una sociedad Filarmónica, una Sociedad Coral...”, afirma Ramirez-Escudero.

Isusi describe en estos artículos –escribió más de dos mil– detalles de los ensayos previos al primer concierto, las incertidumbres de su futuro y las dificultades económicas surgidas por las distintas obligaciones de los músicos de la sinfónica pues la mayoría pertenecían y vivían de otras agrupaciones, sobre todo de la Banda Municipal...

El libro incluye también conversaciones con el por aquel entonces jovencísimo compositor vasco Pablo Sorozábal, críticas de conciertos, como el que se celebró en memoria de Armand Marsick, el proyecto de la sociedad Coral, con el estreno de tres obras, Lide ta Ixidor, Mendi-Mendiyan y Mirentxu, que precisamente en la actualidad está recuperando la coral bilbaina, entre otros muchos acontecimientos de la época. “La nómina de solistas que actuaban en Bilbao no tenía nada que envidiar a la de París o Madrid y el mundo musical estaba en constante agitación con la formación de nuevos tríos, cuartetos y conjuntos de cámara”, describe el nieto de Isusi.

La lista de directores de la BOS de aquellos tiempos pasa por Marsick, Golschmann, Freitas Branco, Laber y Mauricio Ravel e Isusi se hace eco de estrenos de música vasca como los protagonizados por Usandizaga, Guridi, el padre Donostia, Arrieta, Arambarri, etc. Además de artículos extensos aprovechando los aniversarios de compositores como Beethoven, Schubert, Verdi, Liszt, Mozart o Bach, Isusi también hace retratos de la sociedad bilbaína cuando habla de los concursos de ochotes convocados por el diario La Tarde. “Son los artículos de un músico bilbaino de la época que además de la viola también empuñaba la máquina de escribir y dejó más de dos mil artículos publicados en la secciones de cultura de la prensa nacionalista de la época”, explica Ramírez-Escudero.

Represaliado

En 1936, la guerra civil cambió la vida de la orquesta y sus músicos. Los conciertos prácticamente se redujeron a colaboraciones, pero aún así la actividad de la Sinfónica de Bilbao no paró hasta que los sublevados entraron en Bilbao. Las represalias fueron también grandes entre los músicos. “Cuando Franco entró en Bilbao, mi abuelo fue despedido de todos sus cargos –trabajaba como oficial primera en la Hacienda Foral vizcaina– por su militancia nacionalista y sus afinidades republicanas y se fue junto a otros músicos de la orquesta expulsados por idéntico motivo a tocar música en los barrios altos bilbainos para poder sobrevivir”, describe.

La orquesta tuvo que dejar de actuar entre 1937 y 1939, año en el que recuperó su actividad unida a la banda municipal con el nombre de Orquesta Municipal de Bilbao. Hasta 1958, no se recuperó el nombre de Orquesta Sinfónica de Bilbao. Los escritos de este crítico musical y cultural de la prensa nacionalista bilbaina, recogidos por Juan Carlos Ramírez-Escudero, quedarán como memoria musical bilbaina.