Ha marcado la historia de la escena estatal de la segunda mitad del siglo XX y lo sigue haciendo en el XXI. Nuria Espert (Hospitalet de Llobregat, 1935) recuerda cuando siendo todavía muy niña se subió a un escenario por primera vez para interpretar el personaje de un gato: “Mis padres amaban al teatro, de hecho se conocieron en una obra de aficionados, y solían llevarme con ellos para presenciar estas representaciones, así que cuando les pidieron permiso para ofrecerme un papel minúsculo en una obra, los dos se pusieron contentísimos. Y allí me quedé”.

A los 16 ya actuaba con regularidad en clásicos como La vida es sueño, Los empeños de una casa o Romeo y Julieta y a los 17 cosechó su primer éxito sustituyendo a Elvira Noriega en una representación de Medea. Un personaje que le ha acompañado toda su vida y al que se siente inevitablemente ligada.

Nuria Espert ha interpretado a los mejores personajes femeninos creados a lo largo de la historia: Fedra, Bernarda Alba, Electra, Lucrecia, La Celestina... El 11 de junio cumplió 87 años y confiesa que se sigue sintiendo nerviosa hasta que el personaje aparece en el escenario y deja de ser ella. El director teatral Peter Brook dijo de ella que es “un vaso de agua que, en tan solo un segundo, puede congelarse y hervir”.

¿Había actuado previamente en la colegiata de Ziortza?

Nunca, pero me han dicho que es un espacio mágico y que tiene una acústica espectacular, estoy deseando ir. He adaptado al castellano los sonetos y me encargaré de leerlos antes de dar paso a la orquesta La Tempestad, dirigida por Silvia Márquez, donde actuará como violín solista Pablo Suárez Calero. Es una orquesta barroca espléndida, de primera categoría. Los sonetos parecen sencillos, pero no lo son, son muy bellos, nacen del corazón. Son una preciosidad.

Desgrana con su voz el soneto en el que se basa cada uno de los conciertos de ‘Las cuatro estaciones’. Lleva dos años con este proyecto, ¿cómo surgió?

Me lo ofreció alguien a quien conozco y le tengo mucho cariño, me habló de esta orquesta y me enviaron estos sonetos, que hablan de la gente campesina; me parecieron muy emocionantes. Enseguida dije que sí. Nos entregamos con mucha pasión a estos conciertos tan bellos. El sitio juega también un papel muy especial. Este proyecto apareció en un momento en el que estaba libre, al principio, solo me comprometí para hacer un recital, pero a este le siguieron muchos más. Llevamos ya dos años representando estas noches mágicas en grandes catedrales, universidades...

¿Los compagina con otros proyectos teatrales?

Se acoplan a mis fechas teatrales. ahora estoy preparando ya una nueva obra, pero todavía no puedo hablar de ella porque no se ha presentado todavía. Estoy inmersa en este nuevo proyecto, estudiando los textos y encantada con él. Se representará en Barcelona a principios de año, quizás también se pueda ver en Bilbao durante una próxima gira.

En Bilbao, todavía se recuerda su actuación de La Celestina. Puso al Arriaga de pie durante muchísimo tiempo.

Qué hermoso fue aquel montaje... Qué bello. Era de Robert Lepage, el mejor director del mundo, nos hizo una Celestina que la recuerdo como el culmen de mi carrera.

Celestina, Medea, Yerma,María Callas, Lucrecia...¡Tantos personajes a lo largo de estos años...

“Voy a leer esta tarde en Ziortza los sonetos de ‘Las cuatro estaciones’, de Vivaldi. Son muy bellos”

He tenido una trayectoria tan larga... Cuando te enfrentas a un personaje nuevo, es tan estimulante que te tienes que tomar un calmante porque te abre el camino a una nueva persona, a una nueva personalidad. A ello, te tiene que ayudar el director y yo he tenido una suerte maravillosa de poder contar con grandes directores. Siempre he buscado fervientemente directores magníficos, lo que me ha hecho aprender muchísimo de todos ellos. Y eso da el resultado cuando actúas.

Ha confesado que se sigue poniendo nerviosa cuando se sube al escenario.

Sí, sí, sí... Me produce mucha tensión, no lo llamaría miedo porque no es miedo, es temor de fallar, de no estar en mi mejor noche.

Se le nota feliz con sus nuevos proyectos...

Estoy viviendo un momento pleno en mi vida. Uno nunca sabe cómo va a desarrollarse una carrera, se empieza modestamente, también con fracasos, por supuesto, pero también con éxitos, porque si no desaparecerías. Pero esta carrera se edifica con todas las mujeres que has interpretado y con todos los directores que te han dirigido. Y eso da un resultado magnífico que me permite mirar mi edad y el momento con satisfacción y alegría.

Empezó de niña en el mundo del teatro...

Empecé diciendo una pequeña frase en el escenario en una compañía catalana; leía cuentos para los niños, actuaba allí y me contrataron y allí me quedé dos o tres años. Y cuando salí de allí ya había aprendido un montón. Ya algunos temores estaban vencidos, me sentía capaz de ponerme a estudiar y trabajar para conseguir lo que quería ser, una buena actriz.

¿Lo suyo fue vocacional? ¿Nunca tuvo dudas?

“Estuve años dirigiendo ópera sin parar. Fue una buena etapa profesional, pero me sentía sola”

En realidad, tengo que confesar que de muy pequeña quería ser bailarina, pero no tenía ninguna aptitud, era la última de la clase. Y entré en el teatro porque mis padres eran superaficionados, así que cuando les pidieron permiso para ofrecerme un papel minúsculo, los dos se pusieron contentísimos.

¿Y cuándo decidió que quería que su vida girara en torno a la interpretación?

La vocación vino después. La comencé a sentir cuando ya trabajaba como actriz. Antes no tenía yo ese entusiasmo que se debía tener para este oficio. La decisión llegó sola, la hizo mi cabeza y mi cuerpo por mí. Me encontré que veía todas las funciones entre bastidores, que me sabía todos los papeles de memoria, que me gustaba ese actor porque me parecía que era más natural... Me estaba convirtiéndome ya en una aspirante a actriz y aprendí lo que se debía y lo que no se debía hacer..

Uno de sus papeles más recordados también fue el de la soprano María Callas, que fue una permanente insatisfecha. ¿Nuria Espert se ha exigido también tanto en su vida profesional?

Creo que no me he maltratado para nada. Cuando algo no me ha salido bien, lo he aceptado y borrón y a otra cosa. Tengo poco en común con María Callas, tuvo una educación especial y era la reina del mundo. Yo no estudié en ninguna parte más que viendo a los compañeros actuar y he tenido una vida bastante feliz, algo que Callas no pudo tener.

La dirección de espectáculos de ópera y el cine han sido también parte importante de su trayectoria profesional.

“Comencé con este proyecto con la orquesta de música antigua La Tempestad hace ya dos años”

En realidad, he hecho poquísimo cine y no estaba contenta, por eso no hice más. He dirigido varias operas, me ofrecieron dirigir una cuando estaba en Londres con La casa de Bernarda Alba, en la que actuaban Glenda Jackson y Joan Plowright. Era 1986. Me ofrecieron dirigir Madama Butterfly en Glasgow. Mi marido era muy aficionado a la ópera y me hizo aficionada a mí. Aquello salió bien y dirigí en un año dos producciones más en el Covent Garden de Londres. Estuve cuatro o cinco años dirigiendo sin parar, viajando.. Fue una buena etapa profesional, pero personalmente me sentía muy sola.

Ha confesado que fue en aquella época cuando sufrió una depresión.

Me empecé a poner triste y me enfermé. No me retiré del escenario, pero estuve con depresión; fue tremendo, un año terrible. Yo no me daba cuenta, no sabía lo que me pasaba, un día estaba en pijama, me cogieron y me llevaron al médico. Estaba muy triste, me medicaron, me fue bien y empecé a reponerme y a poder olvidar esa cosa horrenda que es la depresión, que te avejenta, te marchita y te deja sola.

¿El teatro le da vitalidad?

No es exactamente vitalidad, me hace sentirme completa.

¿De no haber llegado a ser actriz podría haber trabajado en otras cosas?

Pues no me lo puedo ni imaginar porque soy bastante inútil en casi todo... Ja. ja, ja. Lo único que se me da bien es el teatro.

A sus 87 años, parece que no ha perdido ni un ápice de ilusión...

“El covid me dejó abatida durante un tiempo, como cansada sin motivo. Me pasó factura”

No he perdido las ganas, que es lo más importante. Después de todo lo que nos ha pasado y lo que nos pasa, lo realmente importante son las ganas de trabajar, de hacerlo mejor que nunca y de esforzarte más de lo que te has esforzado siempre. Ese es el momento en que vivimos.

¿Le ha pasado factura la pandemia?

Creo que me dejó abatida durante un tiempo, como cansada sin motivo. He leído durante estos días en una entrevista de la reina de Inglaterra que decía que el covid le había dejado profundamente cansada y yo creo que a todos los que lo hemos padecido nos ha pasado factura en un medida u otra. Cuando volví a la calle tenía como un velo encima, espero que se olvide complemente.

¿Cómo se plantea el futuro más inmediato?

En una entrevista le preguntaron a la cantante María Dolores Pradera cuando tenía mi edad cómo veía el futuro y contestó que ella ya estaba en el futuro. Me pareció algo muy profundo, yo lo suscribo totalmente.