Un escándalo protagonizado por el hermano del rey Carlos III provocó que su pintor oficial, Luis Paret y Alcázar, fuera desterrado a Puerto Rico en 1775. A su regreso, pocos años después, seguía vigente la prohibición que le impedía acercarse a menos de 40 leguas de la corte. Así es como el acuarelista, destacado representante del rococó, permaneció una década en Bilbao, donde pintó algunos de sus cuadros más destacables. Uno de ellos fue Martirio de Santa Lucía, una obra de grandes dimensiones, realizada para la iglesia Andra Mari de LarrabetzuMartirio de Santa Lucía. Allí permaneció cerca de dos siglos hasta que se creó el Museo de Arte Sacro de Bilbao. Ahora, con motivo de la primera exposición monográfica que el Museo del Prado dedicará al virtuoso pintor, el cuadro sale por primera vez de Bizkaia para ocupar un lugar significativo en la pinacoteca madrileña.“Es un cuadro muy de museo religioso, muy monumental. En Larrabetzu estaba enmarcado por un retablo lateral, donde actualmente hay una réplica”, explica Juan Manuel González Cembellín, director artístico del Museo de Arte Sacro de Bilbao, sobre la obra firmada en 1784 de 3 x 2 metros de tamaño. “Con motivo de esta exposición que está preparando el Prado, nos han solicitado el cuadro”, indica, antes de añadir que no es la primera vez que el Museo del Prado les pide alguna de sus obras. “De hecho, ha habido piezas del Museo de Arte Sacro que han estado en el Guggenheim o incluso en el Moma. Eso significa que hay piezas bastante importantes también en nuestro museo”, reflexiona.

Según apunta, Martirio de Santa Lucía, en concreto, es uno de los cuadros más importantes de Paret. Como el propio nombre indica, muestra el martirio al que someten a Santa Lucía, “una joven cristiana a la que se le quiere obligar a curar de su cristianismo”. Entre las torturas a las que le someten, le arrancan los ojos. Sin embargo, “milagrosamente”, le vuelven a surgir otros ojos en sus cuencas vacías. “Dicho así suena un poco gore, pero Paret consigue retratarlo con mucha dulzura”, considera González Cembellín, quien destaca el dominio que el artista madrileño mostró del color. “Fue un pintor preciosista, muy dado a la vitalidad. Incluso cuando representa algo terrible consigue aportar una elegancia sorprendente. Hay un tratamiento de las anatomías, las carnaciones, muy fino”, asevera. Alrededor de Santa Lucía, hay una serie de personajes, uno de los cuales parece que le va a cortar la cabeza. “Es el martirio definitivo”, agrega.

El estado de conservación del cuadro es óptimo, según relata Juan Manuel González Cembellín. Tras cerca de 200 años en la iglesia Andra Mari de Larrabetzu, el cuadro llegó al museo en “bastante” buen estado. “Tenía alguna rozadura o algún espacio en el que había perdido la capa pictórica, se intervino para asegurar que no fuera a peor pero no fue necesaria una gran restauración”, revela el director artístico e historiador. Es más, en contra de lo que pueda parecer, históricamente las iglesias han sido espacios adecuados para la conservación de obras: “Hoy en día pueden tener problemas de humedad derivados de los cambios de temperatura, pero es debido a los sistemas modernos de calefacción. Ha habido piezas que han estado en perfecto estado durante 700 años en una iglesia y han comenzado a deteriorarse en los últimos 30 años”.

El interés por resaltar la aportación de Paret a la historia del arte fue patente el año pasado con la exposición conjunta que realizaron el Museo de Arte Sacro y el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Ahora es el Museo del Prado el que se suma a este reconocimiento con una muestra que comenzará el próximo martes y podrá verse hasta el 21 de agosto. “Se está recuperando su figura y se le está dando más valor, también económico”, expone González Cembellín, quien indica que el público habitual en el mercado del arte cada vez muestra más interés por el pintor. “Muchas de sus obras están en colecciones privadas, porque una vez que salió de la corte se tuvo que ganar la vida trabajando para particulares”, expone el director artístico del museo que tiene tres cuadros de Paret. Uno de ellos en propiedad, Martirio de Santa Lucía, y otros dos que son depósitos del Museo de Bellas Artes que, en su momento, los recibió del Consistorio de Bilbao. l

lll Vidas en paralelo. En la reseña que el Museo del Prado realiza sobre la exposición que dedicará a Luis Paret, lo describen como “único en el arte español de su tiempo, cuya fortuna se ha visto condicionada por la figura de Goya”. Y es que, a pesar de ser un artista de primera línea, quedó a la sombra de su coetáneo. “Nació el mismo año que Goya y los aceptaron en la Real Academia de San Fernando el mismo día. Sus vidas fueron paralelas”, expone Juan Manuel González Cembellín. “Paret se quedó anclado en el espíritu rococó, aunque apuntaba maneras neoclásicas. Sin embargo, Goya fue mucho más vanguardista, más atrevido, y avanzó mucho más en la pintura”, valora. En cualquier caso, considera que Paret fue un “grandísimo” pintor que quedó en segundo plano.

“Incluso cuando representa algo terrible consigue aportar una elegancia sorprendente”

Director del Museo de Arte Sacro