Con la actualidad como protagonista hasta un punto en el que encarnará a Pedro Sánchez representando SloMo de Chanel, Carlos Latre completará su espectáculo con guiños a Bilbao y a su equipo de fútbol. No faltarán músicos actuales como Rauw Alejandro ni clásicos como Luz Casal. Los días 18 y 19 de junio el valenciano será el hombre orquesta de la interpretación al subirse al escenario del Palacio Euskalduna para bailar, cantar, actuar y, sobre todo, imitar.
En su espectáculo 'One man show' veremos a Carlos Latre más maduro, pero no más aburrido.
—Que va, es más maduro porque tengo mucho más poso, pero no menos locura. Este espectáculo llega con la ultimísima actualidad. El fin de semana estuvimos en Santander e incluimos a Pedro Sánchez haciendo SloMo de Chanel. Este show es quizás el más completo: son más de 100 personajes en hora y media. Por eso se llama One Man Show, porque quería mostrar ese tipo de espectáculos americanos en el que una persona actúa, canta, baila y, sobre todo, imita.
¿Qué personajes novedosos añade a su catálogo de imitaciones?
—Vamos a ver actualidad de informativos con Al rojo vivo, a Pedro Sánchez, a Díaz Ayuso; series como La casa de papel, donde voy a hacer todos los personajes; está Pedrerol, de El Chiringuito, Messi, Ramos€ Y habrá muchísima música, Aitana y Zzoilo, Sergio Ramos cantando como C. Tangana o Víctor Manuel, Ana Belén, Serrat o Luz Casal junto a gente más moderna como Shakira o Rauw Alejandro. Es un despliegue brutal.
Entre los personajes que más se le resisten menciona a políticos como Pablo Casado o Pablo Iglesias.
—Sí, porque son más planos. Los que son más histriónicos, son más sencillos. El último que estoy desarrollando es Feijoo. A día de hoy es bastante lineal. Luego ya se van viniendo arriba. Ocurrió con Aznar o Rajoy.
¿Hay alguna personalidad vasca que forme parte del 'Universo Latre'?
—Sí, hay muchísimos personajes vascos. Hablaremos de la actualidad del Athletic, si al final se clasifica a Europa o no. Me gusta meterme en la ciudad, que aparezca el actual alcalde o el mítico Azkuna. O no solo de Bilbao, sino de todo el País Vasco. Es muy importante porque hace que el público te sienta mucho más cerca. Aparecerán también cantantes como Amaia Montero, Javier Gurruchaga€
En una época en la que salirse de los discursos políticamente correctos puede dar vértigo, ¿se ha autocensurado en alguna ocasión?
—Está muy a la orden del día. Vivimos en una época que es bienquedista. Todo es polite, maravilloso, bonito. Todos tenemos muchos amigos y 17 filtros delante. Yo abogo por el mundo menos fake. Por desgracia tenemos la piel fina y hay que tener cuidado con lo que dices, porque va a ser utilizado en tu contra. Las redes, que son maravillosas como método de comunicación, han hecho mucho daño en ese sentido. Tienen un punto de torquemadismo que es peligroso, hacen que te llegues a autocensurar.
¿El límite del humor debe depender de la susceptibilidad ajena?
—Sí, pero con toda la libertad. Se debe poder hacer humor de todos los temas. La cuestión es que tenemos que tener la sensibilidad de saber qué público que tenemos enfrente, tenemos que palparlo. No me gusta que el humor sea un arma arrojadiza, no me parece necesario que la gente se sienta mal. He hecho un humor muy blanco y familiar precisamente por eso.
Y, a pesar de ello, más de una vez se habrá llevado un coscorrón.
—Desde que era pequeño, muchísimos. De eso aprendes. Todos los humoristas hemos pensado: Esto que he dicho lo tenía que haber pensado dos veces. Ahora, muchas veces te muerdes la lengua. ¿Eso es autocensura? No lo sé.
Desde su inicios ahora, ¿percibe cambios en el mundo del humor?
—Por suerte, sí. Antes las mujeres humoristas eran unas valientes y muy transgresoras. Recuerdo a Mary Santpere, Beatriz Carvajal€ tenían que convertirse en un prototipo ajeno, como Fedra Lorente haciendo de La Bombi o los gags que se hacían en el Un, dos, tres. Si a día de hoy revisáramos el humor que se hacía en Un, dos, tres, que pensamos que era muy familiar, nos echaríamos las manos a la cabeza. Pero es muy injusto juzgar aquel humor con los ojos de ahora. Entonces no se salvaría nada ni nadie.
El año pasado trataron de vender unas pastillas de adelgazamiento publicitándolas con su imagen, pero fue una estafa.
—¡Mira cómo estoy, está claro que no funcionan! No solo me pasó a mí, sino a Chicote, a Santiago Segura€ Son sociedades fantasma que tienen su sede en Chipre, al día siguiente en Chile y al siguiente en Rumanía. Es muy difícil defenderte legalmente. Tienes que denunciar que es falso. Aún así, sigo recibiendo mensajes de gente que me pregunta si he adelgazado con esas pastillas. La única manera de adelgazar es el abc: seguimiento médico, deporte y buena alimentación.
Lo que no es una 'fake news' es que un catedrático en Neurología de la Universidad de Málaga está estudiando su cerebro.
—Sí, y la finalidad es maravillosa: se trata de descubrir nuevas técnicas para ayudar a gente con afasia, con una pérdida del habla después de un ictus, problemas de autismo€ Hemos empezado a descubrir cosas muy chulas, como que mi cerebro va muy rápido, tiene una capacidad de observación un 40% por encima de la media o que tengo un oído privilegiado o capacidad de hablar sin escucharme. Hemos descubierto que mi cerebro trabaja con sus dos hemisferios a la vez cuando imito. Con lo cual ya hay una novedad. Me están comparando con otras 25 personas "normales" para este estudio, del que se tendrán resultados dentro de medio año.
Saboreó las mieles del éxito en 'Crónicas Marcianas' muy joven. Viéndolo con perspectiva, ¿habría preferido que su ascenso a la fama hubiera sido más gradual?
—No, no. Aquel éxito me enseñó mucho, Crónicas Marcianas fue mi universidad de la televisión. No sabes la cantidad de gente que me dice: Cómo molaría un Crónicas Marcianas a día de hoy, con la que está cayendo. He tenido mucha suerte, no fue un empujón, sino una catapulta. Después llegaron El Hormiguero, Tu cara me suena, programas de radio y giras exitosas. No nos hemos bajado del barco. He sido fichado por la CBS con James Corden en Estados Unidos. Han sido muchos los sueños cumplidos, ¡y los que quedan por cumplir!