AY melodías que son parte necesaria de cualquier evento. Y si se hace referencia al folklore tradicional, el txistu es uno de los instrumentos que son seña de identidad. Buen ejemplo del dominio del txistu es Xabier Irazabal, que cuenta con más de seis décadas de trayectoria alegrando cualquier cita. “Empecé cuando tenía 15 o 16 años. Conocía a un amigo que tocaba el txistu, Martín Urrutia, y comencé a estudiar un poco con él. Desde entonces han pasado 60 años”, rememora este hombre de Forua. “Tenía algunas nociones de solfeo pero después fui autodidacta. Cogía las partituras que eran necesarias para las romerías o las danzas y las estudiaba. No pertenecíamos a un grupo de txistularis”, explica Irazabal.

Sin embargo, su primer contacto con el legado del patrimonio más tradicional fue en el grupo Elai Alai de Gernika, donde dio sus primeros pasos como dantzari. “Bailaba en ese grupo de danzas y quería que en mi pueblo también hubiera uno”, recuerda Irazabal quien en 1969 se animó a crear el grupo Urdaibai Dantza Taldea. “El nombre de Urdaibai se debe a que en Forua había una torre que se llamaba Torre Urdaibai y de ahí cogimos el nombre”, cuenta este txistulari y dantzari. “Para nosotros Urdaibai era esa torre. Después comenzaron a llamar así a la Reserva”, comenta divertido por ser los primeros en usar el nombre de Urdaibai para identificar a la zona, en este caso a través del grupo de danzas.

Mediante esta entidad, se ofreció un espacio donde los txistularis de Forua tuvieran un punto de encuentro. “Sigo con el grupo aunque como hay otros, me lo tomo de una manera más tranquila. Tenemos relevo”, expresa satisfecho este hombre que cita las fiestas de la localidad como el momento culminante de cada año. “Había una romería después de la misa y por la noches, cuando la orquesta se tomaba un descanso, actuábamos nosotros. Tocábamos el txistu y se bailaba un aurresku, un fandango o un arin-arin”, detalla. Pero el paso del tiempo y cambio en las costumbres han hecho mella en esas tradiciones. “Ahora se ha perdido”, lamenta.

En su larga trayectoria, también impulsó “un grupo de gaiteros en Forua y yo era el que tocaba el tambor”. En esa entidad se mantuvo “unos 35 años” tocando piezas sin las que las danzas no se entenderían. Otra de sus funciones era acompañar a los “gigantes” o incluso en más de una ocasión se desplazó hasta Iruñea “para tocar la víspera de San Fermín”.

Profesor de los dantzaris de Forua desde que comenzó el grupo hace 52 años, Xabier Irazabal no pierde la esperanza de que la entidad pueda continuar a pesar de los estragos que está provocando la pandemia del covid-19. “Se ha reducido el número de personas que está en el grupo pero todavía lo mantenemos vivo. Hay niños que tienen intención de empezar... A ver si vuelve la normalidad”, desea este hombre que es la viva representación de la tradición cultural vasca tanto desde la música con su txistu como desde las danzas con sus pasos que ha ido transmitiendo de generación en generación.

Premios

V. Dantza Tradizionalaren Esker Onak. Reconoce la trayectoria de personas y entidades que se han implicado por mantener el folklore tradicional.

Fecha. Este viernes 26 de noviembre, en el Museo Guggenheim a las 19.30 horas. La gala se podrá seguir a través de deia.eus.

Premiados. Xabier Irazabal, Amaia Mujika Goñi, Arantza Castañiza, Bizkaiko Gaiteroak, las delegaciones de Euskal Dantzarien Biltzarra, la soka dantza y la ezpata dantza recuperada por Beti Jai Alai de Basurto, y los grupos Mendi Alde de Santurtzi y Urduri de Otxandio.

“Empecé con 15 o 16 años y aprendí un poco de Martín Urrutia. Después fui autodidacta”

“El nombre del grupo de danzas viene de una torre que hay en Forua que se llama Urdaibai”

Txistulari y dantzari