Había expectación, mucha, y Amaia no defraudó en su esperado regreso a Iruñea. Y es que tras casi dos años sin actuar en la capital navarra, la pamplonesa ofreció un recital de altura en el que repasó las canciones de su primer disco, Pero no pasa nada, incluidos guiños musicales para los de casa. Alrededor de 800 personas abarrotaron el recinto ubicado en la Ciudadela y arroparon a la cantante navarra de principio a fin. Porque el público navarro aguardaba con ganas el concierto de Amaia. Tantas que en apenas 24 horas se agotaron las 800 localidades que salieron a la venta. La pasada noche del sábado se acercó al corazón amurallado de Iruñea un público de edades muy diversas. Es lo que tiene Amaia y su música.

Pasadas las 21.30 horas saltaron al escenario Amaia y su banda, formada por Paula Vegas al teclado, Nuria Graham a la guitarra, Miquel Sospedra en el bajo y Aleix Boupuig a la batería. Es la misma formación que acompañó a la navarra cuando actuó en Baluarte en 2019, pero ya había dejado claro que durante este tiempo habían trabajado el repertorio para darle una vuelta y ofrecer un concierto diferente a las actuaciones que ofrecieron hace dos años. Así fue. Había expectación, mucha.

Con algunos asistentes ya mirando de reojo el reloj, saltó al escenario Amaia, que tras saludar al público con la mano, silenciosa y sin mediar palabra, se sentó al piano ubicado en el centro del escenario. Se apagó todo, salvo un foco que apuntó a la vocalista iruindarra y entonces, ahí sí que se rompió el silencio y habló a las teclas. A modo de introducción, sin cantar, Amaia ofreció una pequeña apertura musical con una delicada versión de Claro de luna, una pieza que según explicó era especial ya que la tocaba estudiando en el conservatorio.

“Muchísimas gracias, ¡hola Pamplona!”, fueron las primeras palabras de Amaia, que desbordó agradecimiento y reconoció la ilusión por tocar en un escenario como la Ciudadela, donde admitió haber pasado mucho tiempo. “Luego entra la banda y ya viene lo divertido”, bromeó antes de continuar a piano y voz con Última vez, tema perteneciente a su primer disco y primera bala musical para calentar la fresca noche de agosto que regaló la capital navarra.

Eso sí, sobre el escenario, decorado con elementos florales, no parecía soplar frío, con una Amaia que demostró estar en su habitat natural. Y que con la naturalidad y educación que acostumbra a desprender, se disculpó por tocar el piano de lado y dando la espalda a parte del público. Temas de su primer disco como Nadie podría hacerlofueron protagonistas de un repertorio en el que también hizo hueco a versiones como Qué nos va a pasar,Qué nos va a pasar de los donostiarras La Buena vida, o rescatar temas como Luz y sombra, compuesta junto a la banda La Estrella de David y banda sonora de la película El legado en los huesos, entrega de la Trilogía del Baztan.

“¿Os está gustando?”, preguntó sincera, confiando en que la sección a piano y voz con la que abrió el concierto “no se hiciese demasiado larga”. Y a juzgar por el silencio que causó en la Ciudadela, con un público que no perdía detalle, desde luego no se antojó lento. Sonó elegante la versión desnuda de Perdona sí que sí, el tema que publicó junto a Carolina.

Junto a su banda se lanzó con La Victoria, tema que ni cuenta con grabación oficial en estudio pero que arrancó aplausos, subió decibelios y dejó atrás los gritos que llegaban desde el exterior del recinto y que a ratos pisaron los silencios que dejaba su actuación. Cosas de actuar al aire libre en una noche de verano.

El relámpagoEl relámpag, la que fue una de las primeras canciones que publicó, fue el siguiente tema en sonar, con una banda coordinada y compenetrada con Amaia a las teclas del piano, que si ayer repitió algo fue un “gracias”.

Porque el sábado Amaia jugaba en casa y los suyos la acompañaron en la cita, a ellos les dedicó un Todos estos años, que empezó con ciertos tropiezos. Con naturalidad pidió parar la canción ya que la velocidad le estaba pareciendo rapidísima, se disculpó. Pero no importó. Fue rebobinar y vuelta a empezar con una canción que según confesó, la compuso cuando le tocó dejar atrás Iruñea para mudarse a Barcelona, ciudad donde vive, y cuyo estribillo y ese “quiero imprimir todos estos años” suena a meritoria despedida.

Amaia actuó buena parte de la noche al piano, pero también se colgó la guitarra, tras un “por fin me levanto”, para interpretar una versión en castellano de The end of the world, de Skeeter Davis, tras la cual reconoció que sí, que hacía frío en Iruñea. “Es que me he acostumbrado al clima de Barcelona...”, bromeó antes de defender ella sola a guitarra y voz el tema Un nuevo lugar, que fue la primera canción que publicó tras abandonar la Academia de Operación Triunfo. Y en un nuevo lugar parece manejarse la intérprete navarra, lejos ya del aura del programa de televisión y volando sola, defendiendo actuaciones como la que presentó el sábado en su casa y que hizo que el público gozase con un trabajo cada vez más maduro.