Con casi 55 años de carrera volcada en la nueva canción euskaldun liderada por las armonías vocales, Oskarbi Taldea sigue sin tirar la toalla, espoleado por la savia nueva de algunos de sus miembros más jóvenes. “Siempre hemos defendido la canción popular vasca aunque, al principio, nos llamaban folcloristas” en tono peyorativo, asegura su cofundador, Joxelu Treku, en esta entrevista.

Son ya toda una institución del folk euskaldun.

—Haremos 55 años el próximo mes de noviembre desde que empezamos a ensayar y a cantar, aunque el primer disco lo publicamos en 1969.

Son un caso único, con Benito Lertxundi.

—Es una realidad histórica que quedamos solo él y nosotros. Bueno, también algunos de los miembros de Mocedades, que salieron a finales de los 60 con un grupo llamado Voces y Guitarras. Cantamos algunas veces con ellos en Bizkaia y recuerdo que les pasamos a Amaia la letra de Oi Pello Pello, que cantaba también Mikel Laboa.

¿Y cuál es el secreto de tal longevidad? ¿Quizás no ser un grupo profesional al uso?

—Puede ser. Nuestra actividad fue frenética en la primera década, con unas 70 actuaciones al año. Éramos jóvenes, estudiantes y trabajadores (risas). Y luego se fue pausando todo aunque Oskarbi Taldea nunca ha llegado a parar del todo, siempre nos juntábamos para cantar y mantener el hilo conductor. Tienes razón, nunca hemos vivido de la canción, para nuestra gracia o desgracia. Pensándolo bien, ayudó a no estar sujetos a que el grupo nos pague todos los meses. Y se gana en libertad.

Otro de los posibles secretos de su larga vida quizá sea que han sabido renovar la formación del grupo.

—Seguro. Les solía decir a mis compañeros veteranos, al otro cofundador, Iñaki Maritxalar, a Maite Arizkorreta y a varios que entraron en los años 70, que necesitábamos savia nueva porque nos conocíamos de sobra, nuestros defectos y virtudes. La unión de veteranía y juventud le da una vida especial a Oskarbi. Ahora somos entre ocho y diez, aunque en Bilbao estaremos ocho.

¿Qué destacaría como cambio principal de aquellos años y su participación en Ez Dok Amairu a los tiempos actuales?

—Todo, empezando por el aspecto técnico y la introducción de las nuevas tecnologías. Y la forma de cantar, también. Nosotros mantenemos nuestro hilo conductor desde aquellos tiempos en los que nació la nueva canción vasca. Había un gran vacío cultural, incluido con el euskera. Eso que surgió sí ha tenido su continuidad aunque con estilos diferentes. Se ha mantenido vivo, pero con otras formas.

¿Es cierto que están a punto de concluir la grabación de un nuevo disco? El último fue ‘Mendira naiz’.

—Está ya grabado, lo terminamos hace semanas en los estudios Elkar, en Donostia. Está a falta de la edición, mezclas, diseño y el título. Se publicará en otoño, en unos meses, de cara a la Azoka de Durango. Grabar ha sido un maratón y un rollo con la pandemia. Empezamos antes, pero lo paramos y fuimos volviendo hasta la traca final de estos dos últimos meses.

El disco incorpora novedades.

—Sí, cuatro canciones históricas, entre ellas Esperantzari leiho bat, que hemos grabado con el acompañamiento de un coro, Loinatz Abesbatza, que les da otra dimensión. Algunas son el no va más. Y el resto del repertorio, 13 temas en total, son nuevas y creadas por nosotros en los últimos dos o tres años. Y en las letras incorporamos poesías de Artze, Juan García y Otxopeko, junto a alguna mía.

Ez Dok Amairu, con ustedes incluidos, dotó de modernidad a la canción vasca. ¿Qué les parecen las nuevas aventuras y estilos actuales, incluido el reggetón?

—A mí todo me parece bien, siempre que se mantengan dos cosas: cantar en euskera y que sean creaciones propias. Pasó con Lourdes Iriondo, que se animó a cantar y provocó un pequeño escándalo en un tiempo donde apenas había nada más que coros y otxotes. Ella, con minifalda y guitarra, fue una explosión, eso es la innovación. Y ahora hay estilos nuevos, ya veremos qué dan de sí. Tenemos que estar en la ola, sin cerrarse nunca.

“Siempre hemos defendido la canción popular vasca aunque, al principio, nos llamaban folcloristas en tono peyorativo”