En abril de 1842, más de 300 inmigrantes se lanzaron al Atlántico desde Baiona a bordo de la expedición Leopoldina Rosa. Naufragó cerca de la costa de Uruguay, su destino. Solo hubo 70 supervivientes. El Itsasmuseum acogerá temporalmente una reflexión a través de esta historia del pasado, puesta en el espejo de la migración del presente. Se trata de la exposición Leopoldina Rosa: una historia de hoy. La obra podrá ser visitada, con entrada libre, en la sala Carol Iglesias Espazioa hasta el próximo 19 de septiembre.

Es una apuesta "sinérgica" del Museo Zumalakarregi y del Museo Marítimo de Bilbao, según ha expuesto el director de la pinacoteca de la villa esta mañana, en el momento de la inauguración. "En la Odisea, Homero genera mitos a través del testimonio oral. Conocemos al héroe, al cíclope y el canto de las sirenas. Pero hay algo que se repite en toda la narración: la hospitalidad", ha explicado Jon Ruigómez, responsable del Itsasmuseum, que ha seguido: "La palabra xenofilia es contraria a xenofobia. Amor por los que llegan".

"TODOS SOMOS MIGRANTES"

Con la mirada puesta en el pasado, en la expedición de la fragata Leopoldina Rosa y su naufragio, se abordan los movimientos y flujos migratorios. Un espejo gigante en la pared lanza un mensaje: todos somos inmigrantes. Lo hace en euskera, chino, árabe, italiano o francés. El espejo sirve como panel para soportar los datos de la inmigración. "Un juego para reflejarnos nosotros mismos", ha traducido el comisario de la exposición y responsable del archivo del Museo Zumalakarregi, Mikel Alberdi. Va más allá. Alberdi interpreta que lo ocurrido hace dos siglos se parece a "cualquier Teleberri" que podamos ver hoy.

Se hace un recorrido por personajes ilustres del momento, del siglo XIX, para reflexionar sobre la experiencia y el testimonio, confrontado, de los que llegan a Euskadi en el siglo XXI. "Son experiencias compartidas por mujeres latinoamericanas, de Nicaragua o Colombia, que desde 2008 son la comunidad migrante más numerosa", justifica Alberdi.

Pasado y presente, por tanto, expuestos pero contrapuestos. "Hemos cogido diferentes personajes del pasado vasco para hablar de las diferentes características de la migración", ha informado Alberdi. Para ello, el periplo de Jose Maria Iparragirre sirve para ilustrar la emigración en cadena. En Uruguay tenía un tío y varios amigos. Además, hizo que cruzaran el océano varios familiares. "Iparragirre intentó vivir de la música. De hecho, le recibieron cantando Gernikako arbola. Pero fracasó. Tiró de un primo para trabajar de pastor, sin éxito también. Otro amigo le dejó dinero para crear el café al que puso el nombre El Árbol de Gernika. Se acabó arruinando", ha contado Alberdi, admitiendo que no es la historia más positiva.

Hay otros ejemplos personificados para explicar la migración política o aquellos que hacían negocio de esta necesidad. Es el caso de aquellos "que deciden no aceptar el Convenio de Bergara y se lanzan al Atlántico". Lesmes de Bastarrica, oficial carlista derrotado, es uno de ellos. "Al llegar a Uruguay se da la paradoja de que estalla una guerra civil de nueve años. Con vascos en ambos lados", narra el comisario de la exposición.

VOCES DE HOY

La exposición intercala archivo de imágenes y obras, gracias al estrecho contacto con el archivo nacional de Montevideo, con audiovisuales del presente. Elisabeth Salaberry, una de las migrantes que iba abordo del siniestrado barco Leopoldina Rosa, tiene un lugar importante en el recorrido de la sala del Itsasmuseum. Solo se ha de pulsar un botón para reproducir el testimonio. "La costa estaba cerca, pero la mayoría no sabía nadar", cuenta una voz que representa a la propia Salaberry.

Otra voz que puede escucharse, esta vez del presente, es de una mujer colombiana que vive en Bilbao y cuenta por qué decidió venir, testimonio cedido por CEAR Euskadi.

La exposición se cuenta a sí misma en primera persona. Eso hará que quien la visite se sienta interpelado de forma directa. El pasado y el presente enfrentados, contrastados, donde coinciden aquellos que viajaron por una vida mejor, por un futuro. Viajes, eso sí, sin billete de vuelta. Eso es lo que se quiere transmitir y para lo que han trabajado juntos el Itsasmuseum y el Museo Zumalakarregi.