Luis Gasca, teórico del cómic y del cine y director del Zinemaldia en 1977 y entre 1981 y 1983, falleció ayer martes después de haber permanecido varias semanas ingresado debido a una larga enfermedad. Nacido en Donostia en 1933, se licenció en Derecho aunque duró poco en el ejercicio de la abogacía. Gasca fue precursor de la primera generación de teóricos del cómic y del cine del Estado. Ferviente amante de los tebeos, del género, de la cultural pop y de la imagen en cualquiera de sus estados, este divulgador fue, sin ningún tipo de duda, uno de los intelectuales que favorecieron su validación social.

Precisamente, ese fue uno de los empeños que tuvo cuando accedió a la dirección del Zinemaldia en 1977: demostrar que todo tipo de cine tenía cabida en el Festival. Gasca sustituyó al entonces director, Miguel Echarri, cuando cayó enfermo por una enfermedad vascular. La edición de 1977, el considerado como primer Zinemaldia democrático, pasó a la historia y el Festival nunca fue igual. En una entrevista concedida en 2019, con motivo del preestreno en Donostia de la novena parte de Star Wars, Gasca recordó la fuerte oposición que vivió a la hora de querer aplicar cambios aperturistas en un Festival de Cine en plena convulsión. El que más se recuerda fue el de programar el estreno europeo de La guerra de las galaxias, de unos desconocidos George Lucas, Carrie Fisher y Harrison Ford, pero no fue el único cambio que incomodó a ciertos sectores.

“El Zinemaldia era un festival de cine y había que ver cualquier tipo de cine”, aseguró Gasca a este periódico en la citada entrevista. La polémica no tardó en llegar, pues exhibir una space opera en un Festival de champagne y esmoquin fue un tanto “inusual”. “Fue un escándalo mediático”, recordó Gasca entre risas. Disponer de La guerra de las galaxias en Donostia, que se estrenó con una gran despliegue de marketing y con la visita de Fisher, Ford y los robots protagonistas de la película, fue casi por casualidad. El Zinemaldia aún no había seleccionado la película que representaría a Estados Unidos en el certamen. Al mismo tiempo, Gasca se encontraba preparando una reedición ampliada de El cine y la ciencia ficción cuando el presidente de la Asociación de Productores Británicos le ofreció ver la ópera prima de Lucas, a quien el donostiarra ya conocía de haber colaborado juntos en la revista estadounidense Famous Monsters of FilmLand, una publicación sobre monstruos de cine en la que también compartió espacio con Steven Spielberg, Robert Bloch y Stephen King. Tras disfrutar del largometraje, no tuvo duda de proyectarla en el Victoria Eugenia como abanderada de un nuevo tiempo.

La apuesta por un festival más aperturista en cuanto a los géneros, la idea del cine como algo masivo, no obstante, no fue la única aportación de un Gasca que lo que quiso fue hacer añicos las inercias acumuladas durante el Franquismo: “Decidí romper con todas las estructuras, hacer un Festival completamente nuevo, saltarme a la torera la censura”.

Contrabandistas

El Zinemaldia debe a Gasca la primera visita que Luis Buñuel hizo al Festival de Cine de Donostia, un merecido homenaje en forma de retrospectiva a un gran cineasta que jamás había visto reconocida su obra en un Festival presionado por la dictadura. Aquel año, el donostiarra también programó el Novecento de Bernardo Bertolucchi e Il gabianno de Marco Bellochio. Para evitar la censura, además, consiguió que los rollos pasasen la muga a lomos de unas mulas con un contrabandista de Baztán; una anécdota, entre otras muchas, que a Gasca le encantaba recuperar de la memoria.

Debido a cuestiones de calado socio-político y al boicot de determinadas distribuidoras, el Zinemaldia perdió en 1980 la Categoría A, que solo se llegó a recuperar cinco años después cuando Diego Galán asumió la dirección del certamen. Gasca, no obstante, tomó las riendas en ese ínterin, en el todavía un convulso periodo; fue entre 1981 y 1983. En el primer año de su nuevo mandato la Sección Oficial acogió con más que notable éxito La fuga de Segovia de Imanol Uribe -además de un amplio respaldo de público se hizo con el Premio de la Crítica-. Un año después no fue tan respaldado al programar para la inauguración del certamen la obra póstuma de Rainer Werner Fassbinder, Querelle, que levantó muchas ampollas entre crítica, público y élite política de la época. Pero Gasca lo tenía claro: “Intentaba que el Festival fuese un reflejo del cine del momento y del cine del pasado”.

En su afán de que lo efímero perdurase, Luis Gasca era un coleccionista incansable. Su archivo sobre cómic y cine, considerado uno de los más completos y más singulares de Europa -más de 30.000 documentos-, fue adquirido por la Diputación de Gipuzkoa hace unos años y se convirtió en el germen de Komikigunea. Pero Gasca no solo fue coleccionista y estudioso, también fue editor, promotor, comisario y guionista.

Además, como prolífico autor que era, publicó más de 165 libros sobre cómic y cine, tanto en solitario como colectivamente, entre los que destacan, entre otros, Tebeo y Cultura de Masas (1966), Los cómics en la pantalla (1965), El arte del cómic (1975) o El discurso del cómic (1988).