El área arqueológica de Pompeya, la ciudad destruida en el 79 dc. por la erupción del Vesubio, no deja de sorprender y ayer se comunicó el hallazgo de un termopolio, el lugar donde se servía comida y bebida a los habitantes, intacto y decorado y todavía con restos de alimentos. El ministerio de Cultura y el área arqueológica anunciaron lo que consideraron "otro descubrimiento extraordinario en Pompeya, en las nuevas excavaciones emprendidas dentro del proyecto de mantenimiento y restauración de la Regio V". Es un termopolio, donde se solía servir comida a las clases más bajas de la ciudad, perfectamente conservado con el mostrador con la imagen de una ninfa marina a caballo y otros animales con colores tan brillantes que parecen tridimensionales, explican. Pero lo que más ha sorprendido es el descubrimiento en los envases de restos de esta comida que se vendía en la calle y que es el origen de la comida para llevar. De hecho, era costumbre de los pompeyanos consumir alimentos y bebidas calientes al aire libre y los expertos ya estudian el material para comprobar cuánto puede ampliar el conocimiento sobre los hábitos alimentarios de la época.Ahora con un trabajo interdisciplinario se realizarán varios análisis en el laboratorio para conocer el contenido de las dolia, los recipientes de barro en los que se cocinaba la comida en la antigua Roma. Las decoraciones del mostrador del termopolio muestran en el frente la imagen de una nereida (ninfa) a caballo en un entorno marino y, en el lado más corto, la ilustración probablemente de la misma tienda como un letrero comercial. Además se hallaron diferentes materiales de despensa y de transporte: nueve ánforas, un recipiente en bronce, dos frascos y una olla de cerámica. El suelo de toda la sala está formado por el llamado cocciopesto, un revestimiento impermeable formado por fragmentos de terracota en el que se han insertado fragmentos de mármol policromado en algunos puntos.

Los termopolios, donde se servían bebidas y comida caliente, como indica el nombre de origen griego, conservados en grandes dolia (tarros) incrustados en el mostrador de mampostería, eran muy habituales en el mundo romano, donde era costumbre consumir el prandium (la comida) al aire libre. Solo en Pompeya hay unos 80, pero ninguno con el mostrador completamente pintado, lo que confirma la naturaleza excepcional del hallazgo. Los primeros análisis confirman que las pinturas del mostrador representan, al menos en parte, los alimentos y bebidas que realmente se vendían dentro del termopolio: dos ánades reales están representados entre los cuadros del mostrador y, de hecho, se ha encontrado un fragmento de hueso de pato dentro de uno de los recipientes, junto con cerdo, cabras, pescados y caracoles de tierra, atestiguando la gran variedad de productos de origen animal usados para la elaboración de platos. Los primeros análisis arqueobotánicos también permitieron identificar fragmentos de roble caducifolio, probablemente pertenecientes a elementos estructurales de la encimera.

En el fondo de un dolio, identificado como un recipiente de vino en la base de la botella para beber, se identificó la presencia de habas, intencionadamente molidas, que como aseguraba Apicius se utilizaron para modificar el sabor y el color del vino, blanqueándolo.