La escritora alavesa, una de las personas que más libros ha vendido, da la opción al lector de conocer el Medievo a través de Aquitania. La novela pone el foco en la mujer que durante setenta años estuvo al frente de un ducado inmenso y que fue la mujer del rey de Francia, Luis VI, y la del de Inglaterra, Enrique II. La autora de la trilogía de La ciudad blanca no está dispuesta a que su nueva historia se transforme en serie o en película.

Esta vez se nos ha ido un poco lejos, Aquitania. 1137, principios del siglo XII, un paso muy remoto, ¿no?

—Ya había estado en la Edad Media, tanto con La saga delos longevos como con la trilogía de La ciudad blanca, la última novela estaba ambientada en el siglo XII y en tierras de Navarra. Tenía bastante documentación del Medievo.

Camina entre la novela contemporánea y la histórica, ¿alguna preferencia?

—He hecho mucha de las dos. Estoy a gusto en el presente y en el pasado. La saga deLos Longevos estaba ambientada en el presente. Siempre me ha gustado compaginar los tiempos y me siento cómoda.

¿Qué es lo que más le atrae del Medievo?

—Estoy convencida de que a todos los europeos es la época que más nos gusta, creo que es la más nos refleja y en la que nos sentimos más cómodos. Fíjate el éxito que han tenido algunas novelas históricas y sus adaptaciones, en muchas su anclaje es el Medievo.

Estamos a ochocientos años de distancia de muchas de esas historias.

—Sí, pero nos da comodidad y nos hace sentir que dominamos ese periodo histórico.

Una época que es percibida como oscura.

—¿Tú crees? Quizá se haya dado esa impresión y no lo fue. Precisamente en la Abadía de Saint Denisse, en la Isla de Francia, comienza el gótico. Se empieza a poner luz a las catedrales, vidrieras; se pasa de un románico oscuro a una arquitectura más brillante y luminosa. Pero también hay otra cuestión, todos los gobernantes eran personas muy cultas. Son muy abiertos de mente. Van a las primeras Cruzadas y vuelven con muchas ideas de un Oriente que está culturalmente mucho más avanzado que Occidente. No vi oscuridad cuando me documenté.

¿Una leyenda urbana?

—Ten en cuenta que fue un periodo de 1.000 años. Comienza en el siglo V, después de la caída del Imperio Romano.

Con la caída del Imperio Romano sí hay una regresión.

—Sí. Cayeron la villas que los romanos tenían en el continente y de la vida urbana se volvió a la vida rural. El Medievo abarca desde el 400 hasta 1492, son diez siglos y no se puede comparar la Alta Edad Media con la Baja.

Hay bastante documentación sobre la época, ¿ha sido difícil hacer una criba de ella?

—Cuando hice las visitas a lo que entonces era Aquitania volvía a casa cargada de libros y de manuales. Había mucho para reflejar el modo de vida y había que elegir. Elegir es difícil, pero a la vez tenía una documentación muy precisa de lo que era el Medievo en Aquitania hace ochocientos años. Había de todo: costumbre de vida, gastronomía, trabajos que hoy han desaparecido, relaciones sociales, política€ Me gusta que la gente aprenda algo con mis novelas.

¿Y qué cree que podemos aprender de 'Aquitania'?

—Muchas cosas, pero sobre todo cómo vivían en esa época desde el plebeyo hasta el gobernante.

¿Hay puntos oscuros a la hora de documentar la historia?

—Leonor era fácil, hay muchos escritos sobre ella. No tanto de los Capetos. No hay demasiados puntos oscuros, para mí lo más difícil ha sido acotar, de tanto como sabía. No quería saturar la trama en exceso porque quería que fuera ágil y seguir centrada en el thriller. No deja de ser una trama de investigación al estilo de El nombre de la rosa.

Leonor, una mujer que dirigió el ducado de Aquitania, el más poderoso de Francia, subió al trono de este país por matrimonio y por el mismo motivo también al de Inglaterra.

—Fue una mujer muy preparada para todos los retos que le puso la vida. Con tan solo trece años su padre le dejó al frente de este ducado con la misión de que no se desmembrase. Es una mujer muy culta, pero es que en aquella época los dirigentes estaban muy bien preparados.

Como ahora.

—Ja, ja, ja€ Estamos hablando de otros tiempos. Pero seguro que ahora también hay dirigentes muy bien preparados.

Es usted una escritora enamorada de los thrillers.

—Nunca pienso en géneros. El thriller me parece una excusa, una forma de empaquetar una novela, de darle una forma en la que tú mantienes al lector centrado en quién será el asesino o por qué lo ha hecho. Pero a la vez, me interesan mucho las tramas de poder muy al estilo de Juego de tronos. Me atraen esos maquiavelos cortesanos que circulan por palacios y castillos.

Y parece muy maquiavélico que la duquesa de Aquitania se case con quien cree que es el hijo del asesino de su padre.

—Para una persona que no esté centrada en estrategia política puede parecer un plan casi suicida. Parece que Leonor está pensando en inmolarse, irse a una corte hostil, la Isla de Francia, y se casa con el hijo de quien más odió, el rey Gordo (Luis VI). Pero más allá de eso es un ejercicio de responsabilidad muy grande.

¿Y un ejercicio de amor?

—Bueno, esa es otra historia. Es también un ejercicio de inteligencia por parte de ella. Si se hubiera casado con otro hombre poderoso como el duque de Anjou o de Normandía, Aquitania hubiera desaparecido. Aquitania era un territorio inmenso que iba desde Pirineos a Normandía. Un territorio que tenía en común la unidad, la lengua de oc era común. También tenían la misma cultura de trovadores, de literatura€ Y todo eso se podía perder si Leonor se convertía en esposa de otro hombre. Si se casaba con un duque o conde poderoso, todo desaparecía.

También se convierte en una 'esposa de' al casarse con el heredero del rey de la Isla de Francia.

—No. Obliga al rey Gordo cuando se desposa con su hijo a que su hijo solo sea el duque consorte de Aquitania, con lo cual los barones aquitanos nunca obedecen al rey de Francia, siempre obedecen a su duquesa. Fue un movimiento inteligentísimo que mantuvo durante toda su vida.

Tenía solo quince años cuando se casó con el heredero de los Capeto.

—Sí. Era una mujer que tenía una voluntad de hierro. Cuando se anuló su matrimonio con Luis VII y se casa con rey de Inglaterra (Enrique II) vuelve a repetir la jugada y le vuelve a salir bien. Ella se mantiene como duquesa de Aquitania, aunque Aquitania se una a Inglaterra.

Una mujer curiosa para el siglo XII.

—A ella le importó muy poco ser mujer u hombre. Lo que veo en ella es una personalidad muy precoz, con ocho años ya había firmado actas. Y veo una persona muy bien educada para la gobernanza y muy capaz para estar en la primera línea política a lo largo de 70 años.

¿Ve Aquitania como serie o película?

—La verdad es que no. No tengo ninguna intención de que sea una cosa ni otra. He pasado por la experiencia de la película de El silencio de la ciudad blanca. Y es una experiencia para un escritor muy desempoderadora. Cuando escribes un libro tú tomas todas las decisiones creativas. Cuando la editorial firma con una productora, tienes un contrato en el cual tú no tienes derecho a nada.

¿En qué sentido no tiene derecho a nada un escritor?

—No eliges ni al director, ni a los actores, ni a los guionistas, tampoco el guión.

Alguna sugerencia de guión podría hacer, supongo.

—No. Por mucho que te dejen ver el guión y digas que esto o aquello no tiene que ver con la novela, se sigue adelante pese a tus indicaciones. No volvería a repetir la experiencia de llegar al cine con una novela, en absoluto.

Veo que no ha quedado muy satisfecha con la película 'La ciudad blanca'.

—No es eso. Pero ya he vivido la experiencia del cine con La ciudad blanca y no es algo que me gustaría repetir.

"Cuando hice las visitas a lo que entonces era Aquitania volvía a casa cargada de libros y de manuales"

"No hay demasiados puntos oscuros, para mí lo más difícil ha sido acotar, de tanto como sabía"

"Me interesan mucho las tramas de poder muy al estilo de 'Juego de tronos', los maquiavelos cortesanos"

"El thriller me parece una excusa, una forma de empaquetar una novela, de darle una forma"