“Uno no siempre está satisfecho del todo, hay cosas que quedaron por ahí sueltas tiene ocho nietos y dos biznietos.qué linda y qué loca, qué valiente y arriesgada. Bravo, muchacha, lo hiciste bien

Tras más de medio siglo de carrera, Clotilde Acosta -su verdadero nombre- continúa siendo uno de los rostros más populares de su país. Y sus vídeos en Instagram, en los que transmite consejos de meditación y otros tips de vida a sus palmeritas -como llama a sus fans-, cuentan cada vez con más adeptos. “La búsqueda de la excelencia es lo que me ha guiado siempre y es una de las cosas que más me gustan de mí, así que no me importa lo que digan, ¿viste?”, remarca, y contesta mordaz a los que, por su jovial aspecto, la acusan de adicción a la cirugía estética: “Tengo una sola adicción, que es a las harinas, a los carbohidratos, esa sí la tengo, esa me puede”.

La Guevara, que nunca tuvo pelos en la lengua, denuncia la discriminación hacia la tercera edad y dice que se puede envejecer sin decaer. “Hay gente que siempre fue vieja y gente que siempre fue joven”, como por ejemplo su propia abuela, su modelo, “que andaba a los 70 y pico con tacos (tacones) y maquillada como una puerta” y a la que nunca vio “tirada en un rincón y tejiendo”. “Uno puede ser un ejemplo de cómo envejecer”, señala. Nacha tuvo tres hijos, uno con cada una de sus parejas y, con solo 42 años su primer nieto: “Me agarró desprevenida y no pude acomodarme bien. Con los que nacieron después me acomodé mejor, pero nunca he sido la abuela tradicional porque también creo que la obligación primordial termina con los hijos”. “Del mismo modo que yo me ocupé de mis hijos, mis hijos, que son buenos padres, se ocupan de sus hijos”, explica la artista.

La ciudad de Mar del Plata la vio nacer en 1940, y allí se gestó su destino. Cada martes, su madre la llevaba al cine: “Yo era chiquita y me tocó ver el mejor cine que jamás se ha hecho, en la década de los 40, el cine de oro, y eso formó mi gusto”, rememora. Entre los 8 y hasta casi los 20 años estudió ballet y luego ejerció de modelo, pero no era lo que le gustaba. Ya con 25 debutó sobre las tablas con pequeños papeles de comedia en Buenos Aires y después fue adentrándose en el cine, en años de reivindicación y censura. El vanguardista Instituto Di Tella (en él estrenó su célebre espectáculo Nacha de noche), fue clausurado por el Gobierno de facto de Juan Carlos Onganía en 1970: “En el Di Tella se ejercía la no búsqueda de resultado, se experimentaba. Se hacían cosas horribles y maravillosas”, recuerda, para lamentar que hoy todo sea negocio y rapidez, con una creatividad que “ha sufrido”.

benedetti

Se convirtió en exponente de la canción protesta y empezó a colaborar con el uruguayo Mario Benedetti, interpretando temas con sus letras. Amenazada por la organización paramilitar estatal Triple A, que operó en los años previos a la última dictadura (1976-1983), en 1975, y tras un primer exilio poco antes, decidió irse definitivamente después de que estallara una bomba en una función de Las mil y una Nachas. Con su pareja e hijos se fue casi una década, tiempo que le permitió ver personas y lugares que de otra forma no hubiera conocido y le dejó sus tres momentos profesionales más importantes: en México, España y EE.UU. “El exilio fue completamente enriquecedor, no lo cambiaría por nada, a pesar de que fue duro”, advierte, para recordar la solidaridad que encontró en la sociedad mexicana y el “amor inalterable” de España, donde, en plena Transición, logró un reconocimiento que aún conserva. Y sin duda un punto de inflexión fue cuando le ofrecieron grabar la primera versión en español del mítico Don’t cry for me Argentina y meterse en el papel de Eva Perón, que le abrió la etapa norteamericana. “Cuando lo miro en la distancia digo, ¡guau, qué cosas se lograron ahí! Tengo una entrevista que me hizo Andy Warhol de cinco páginas y trabajé con el más grande director de Broadway del siglo XX, Harold Prince”, evoca. Sin continuidad y sin perseverancia, considera que no se puede lograr el éxito, y tiene la certeza de que “ser feliz” es el “más grande éxito” que se puede alcanzar. Y ella lo es, aunque “no 24 horas al día 7 días a la semana, eso no existe”.