La productora Puy Oria ha sido la primera mujer en presidir una federación del sector audiovisual. Desde finales de 2018 está al frente de Productoras Independientes Audiovisuales Federadas (PIAF), la entidad que más empresas de este ámbito reúne en el Estado, más de 180 de seis comunidades autónomas: Andalucía, Catalunya, Madrid, Valencia, la CAV y Navarra. Poner cifras al impacto económico que ha supuesto la paralización de cientos de rodajes de todo tipo -publicidad, cine, televisión, etcétera- está siendo muy complicado, ya que cada proyecto es diferente. Algunos acababan de estrenar y no pudieron ni estar una semana en cartel, otros han tenido que suspender rodaje, los hay que entraban en postproducción, los que estaban listos para acudir a festivales... Las casuísticas son muy diversas en un sector en el que, además, la contratación es intermitente y temporal, pero del que viven miles de familias en España, generando cientos de millones de euros de riqueza a la economía. Muchos más de los que recibe en ayudas públicas, por si alguien tiene la tentación de recurrir a la gran mentira que dice que estos profesionales viven de las subvenciones. Como presidenta de PIAF, Oria, igual que el resto de sus colegas, está en contacto con el Ministerio de Cultura y otras instituciones desde el primer momento para aportar y consensuar medidas que den un respiro a las empresas y autónomos que trabajan en el audiovisual. En ese sentido, la semana pasada fue clave para ver cuántas y cuáles de estas propuestas aprobaba el Gobierno español.

En las últimas semanas han contado las principales problemáticas a las que se enfrenta el sector, comenzando, seguramente, por la paralización de rodajes.

Se calcula que se pudieron llegar a parar unos 300 rodajes, de los que alrededor del 40% serían internacionales y algo más del 50%, nacionales. En publicidad comentan que cesaron unas 200 grabaciones. Pero, claro, no hay que hablar solo de los rodajes que se paralizaron, sino también de los que ni siquiera empezaron. Y también de las películas que estuvieron solo un fin de semana en cartel o ni eso. Así que hay que retomar rodajes, acabar películas, estrenar algunas, reestrenar otras, si es que se puede...

En muchos casos esos proyectos habrán recibido ayudas públicas y, por tanto, deben cumplir unos plazos. ¿Qué han pedido a las instituciones en este sentido?

—Estamos trabajando con el ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales) desde el primer día para conseguir la flexibilización de plazos. Nosotros estamos condicionados a montones de plazos por la Ley de Cine, por órdenes ministeriales, por Reales Decretos y por las convocatorias de ayudas. Por ejemplo, tenemos plazo para calificación, para reconocimiento de coste, para la nacionalidad, para el estreno... La flexibilización de plazos a nivel administrativo era fundamental. Todo el sector cultural ha ido mandando medidas al Ministerio y el 5 de mayo se llevaron varias al Consejo de Ministros que aprobó esa flexibilización y los requisitos exigidos a las productoras en las ayudas generales y selectivas a la producción de largometrajes y en las ayudas a la producción de cortometrajes sobre proyecto; se llevó a cabo una nueva redacción del artículo 36 de la Ley del Impuesto de Sociedades con el fin de aumentar las deducciones por inversión en producción cinematográfica; se ha puesto en marcha una línea de subvenciones para que las salas de exhibición cinematográfica puedan sufragar los gastos derivados de la crisis; se ha concedido una subvención directa a la Sociedad de Garantía Recíproca Audiovisual Finanzas (SGR) para impulsar la financiación del sector con las mejores condiciones posibles; y se ha puesto en marcha una prestación por desempleo destinada a aquellos trabajadores del sector cultural incluidos en el Régimen General como artistas en espectáculos públicos que como consecuencia de la COVID-19 no hayan podido continuar su actividad laboral.

¿Esa flexibilización afectaría también al año que viene?

—Claro, las medidas tienen que afectar a 2020 y 2021, si no es imposible. Nuestro primer objetivo es ir regularizando lo que ya tenemos hecho y lo que tenemos a medio hacer. Lo que se ha quedado a la mitad, lo que se acababa de terminar, lo que está pendiente de estreno, lo que tenemos pendiente de financiar... Y medir el impacto económico es muy difícil, porque cada proyecto está en una fase diferente y no es lo mismo estar en etapa de desarrollo, cuando no has podido ni ir a un festival o a un mercado para financiar tu proyecto. O fíjate los que iban a estrenar en Málaga, que no solo no han podido hacerlo, sino que quizá habrían tenido ventas internacionales. Y los que estrenaban en salas no saben cuánto iban a recaudar. Todo lo que rodea a la industria se ha quedado parado.

Es fácil que cuando abran las salas se produzca un efecto embudo entre las películas que se han quedado sin estrenar y las que vienen nuevas. ¿Cómo dar salida a todas las producciones?

—Claro. Estamos teniendo reuniones con los sectores de producción, distribución y exhibición. Hay que tener en cuenta que si una película tiene una ayuda del ICAA, está obligada a estrenar en salas un tiempo. ¿Qué está pasando? Pues que aunque muchísima gente -el porcentaje más alto de nuestros socios- hace las películas para que se vean en el cine, nos encontramos con varios problemas. Primero, no sabemos cuándo se van a abrir las salas; y cuando se abran, no sabemos qué aforo van a tener; además, las productoras tenemos unos planes y compromisos de financiación de nuestros proyectos, pero también tenemos que mantener nuestras empresas... Se nos ha trastocado todo, como a todo el mundo. Y, claro, de pronto se pueden juntar todos los estrenos nacionales, por no hablar de cuando empiecen a llegar los de fuera. Eso ya será la hecatombe. Por eso, y dada la situación tan excepcional que estamos viviendo, también planteamos al Ministerio que se respetaran las ayudas y nos dejen estrenar en plataformas durante unos meses. Hasta el 31 de agosto se considerará también estreno comercial de una película cinematográfica el que se lleve a cabo a través de canales de televisión, plataformas o vídeo bajo demanda.

¿Sería una solución?

—Ahora viene la segunda parte: ¿va a querer todo el mundo? Seguramente, no. ¿Van a querer las plataformas? Pues tampoco sabemos. Ahora mismo, entre la mayoría de las asociaciones hemos calculado que había más de cien películas pendientes de estreno de abril a finales de año. Más o menos son las de todos los años. Por eso insistimos en la importancia de flexibilizar los plazos y que nos dejen irnos hasta 2021 para tener un poco más de margen. Nos interesa también que se pueda flexibilizar el número de salas en las que tenemos que estrenar, el gasto en copias y publicidad... Ya ves que son muchas cosas.

Para que la ciudadanía se haga una idea, estamos hablando de que el sector está formado por profesionales de muchos ámbitos.

—Claro, y estamos en contacto con todos: producción, postproducción, exhibición, distribución, festivales... También con los sindicatos de técnicos, de interpretación, de empresas de servicios, que acaban de constituir la asociación ALIA. Y con la Academia, claro, así como con todas las asociaciones... Estamos intercambiando ideas y tratando de hacer lo que podemos para conseguir que todos los proyectos se vean, salgan y cumplan los requisitos.

También les preocupan las coproducciones.

—Sí, había varias en marcha, y no hablamos solo de películas que se rodaban en España, sino de algunas que se rodaban en otros lugares. No sabemos cuándo vamos a poder ir a esos países ni cuando los equipos de esos países van a poder venir aquí. Estamos tratando el tema de una manera especial con el Ministerio y con ministerios de otros países, programa Ibermedia... La coproducción es básica en nuestro sector.

¿Qué hay de los incentivos fiscales?

—El porcentaje de la deducción por inversión en producciones cinematográficas ha aumentado un 5%. Además, se ha modificado el límite máximo de la deducción, que pasa de 3 a 10 millones. Procuramos que los inversores no se vean resentidos, que luego no confíen y no inviertan. Es importante que todo el trabajo que se ha hecho estos años en esa línea no se venga abajo.

¿Y las ayudas directas?

—Intentamos que las convocatorias de este año se lancen cuanto antes, más una línea de ayudas al desarrollo. Queremos que las empresas resistan, que aguanten el empellón hasta que pase esto. Como PIAF también destacamos que nuestro motor son las televisiones públicas.

¿Qué proponen en ese sentido?

—Pedimos a las televisiones públicas que además de entrar en contenidos nuevos, compren catálogo. Nos parece importantísimo que todas cumplan con la obligación de invertir el 5% de sus ingresos en financiar obras europeas. Son un motor fuerte del sector.

Puy Oria está en permanente contacto con las asociaciones que acoge la federación que preside, entre ellas Napar, Producción Audiovisual en Navarra. "La producción audiovisual ha crecido mucho en Navarra en los últimos años y Napar ha hecho una apuesta importante, a pesar de las dificultades que supone, en cuanto a gastos y a presencia, para entrar en PIAF y poder tener voz a nivel estatal", comenta. "No es fácil poner a todo el mundo a favor y lo está haciendo muy bien", subraya.

'Kanada'. Oria produce la película que Montxo Armendariz prepara a partir de 'Kanada', novela de Juan Gómez Bárcena, que en parte se rodará en Navarra, "con equipo navarro". Pero es una coproducción "y no sabemos cuándo vamos a poder viajar".

Serie. También producirá una serie que se grabará, asimismo, en Nafarroa.

"Haremos todo lo que podamos para conseguir que todos los proyectos salgan, se vean y cumplan los requisitos"

"Se paralizaron alrededor de 300 rodajes, de los que más del 50% eran nacionales y un 40%, internacionales"

"Había coproducciones en marcha y no sabemos cuándo vamos a poder viajar entre países para continuarlas"