Bilbao - "Acaba de contarme un alumno de la master class que estoy impartiendo en Londres que se casó con una bilbaina en la habitación Joaquín Achúcarro del hotel Indautxu", comenta orgulloso el pianista bilbaino, que a lo largo de sus 60 años de brillante trayectoria musical ha profundizado en su relación de amistad con el piano, una relación que se ha hecho tan estrecha que, a veces, no sabe si está hablando con un trozo de madera o con un ser pensante. Este bilbaino ilustre, Premio Sabino Arana y Vasco Universal, todavía vive en un "estado de adicción" a este instrumento, y con una agenda profesional tan apretada que le llevará por todo el mundo, incluido Japón. A pesar de sus múltiples compromisos, y las clases que imparte en la Universidad Metodista del Sur (SMU) de Dallas desde hace tres décadas, Achúcarro (Bilbao, 1932) siempre saca un hueco para subirse a un escenario en su ciudad natal.

El público bilbaino va a tener la oportunidad de disfrutar de nuevo de su música...

—Siempre estoy encantado de subirme a un escenario en mi tierra. Nunca había tenido oportunidad de tocar en Musika Música y en esta ocasión, voy a clausurar esta edición, en la que el piano además tiene una gran relevancia. Para ello, estoy preparándome intensamente estos días.

A estas alturas, con cientos de conciertos a sus espaldas, ¿sigue necesitando ensayar?

—Por supuesto, nada más terminar mis master class, por ejemplo, me encierro en una sala con dos pianos Steinway que voy a utilizar en Euskalduna para prepararlo. Los conciertos hay que prepararlos siempre, uno tiene una responsabilidad con el público que viene a verle, no importa dónde toques, ni cuándo... Hay que poner toda la carne en el asador. Cada concierto es un reto, hay que prepararlo como una gran final.

¿Qué programa va a interpretar?

—La idea era interpretar piezas de compositores que han estado viviendo en París. Y, ciertamente compositores que han vivido en la capital francesa han sido Debussy, Ravel, Falla, que fue amigo de los dos, estuvo en un par de años viviendo allí y estrenó en Francia La vida breve... Chopin también vivió un tiempo en París y Albéniz.

¿Cree que festivales como este consiguen crear afición a la música clásica?

—Estoy seguro de que provocan interés y acercan la música clásica al público joven. Recuerdo un recital que ofrecí el año pasado también en Euskalduna, que se titulaba Expedición Planeta Achucarro, dirigido sobre todo a los jóvenes. Confío en que esto provoque curiosidad y el interés de seguir escuchando música, de hacerse socio de la Filarmónica, de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, de ir a los conciertos... La oferta cultural y orquestal que hay en Bilbao es fantástica y con este tipo de iniciativas se puede crear afición. Me han comentado además que el público está reaccionando fantásticamente a este tipo de festivales, que se han vendido muchísimas entradas para los conciertos de Musika Música, y que para el mío apenas hay. ¡Fíjese si no voy a prepararlo! ¿Si tengo compromisos? Claro, muchos, pero aquí estoy, deseando tocar ya en Euskalduna.

En el festival hay alumnos y alumnas de conservatorios. ¿Qué consejos les daría?

—Lo mismo que aconsejo en las clases magistrales y a mis alumnos de la Universidad de Dallas. A los que empiezan les aconsejaría lo que nos dijeron a nosotros cuando éramos jóvenes, que trabajen todo lo que puedan. El precio real es durísimo, cualquier deportista puede decir lo mismo. No termina en ningún momento, siempre se te ocurren nuevas ideas. En nuestra profesión estamos en contacto a través de las partituras con algunos de los mejores cerebros que han dado la humanidad y hay que tomarlo muy en serio. Cada vez tengo más adicción, no puedo dejar de estudiar, y de tocar el piano. Hasta lo que aguante el cuerpo.

¿Qué tal se lleva Achúcarro con las nuevas tecnologías?

—A mi edad, las miro con una cierta prevención, pero no puedo negarme a experimentar. Estamos pensando en dar algunas clases por skype a mis estudiantes de Texas cuando no pueda llegar de algún concierto.

¿Y después de Bilbao?

—Tengo previstos festivales en Dallas, en Rochester, en California, en Francia, en Trento (Italia)... Veremos cómo está la situación, porque ya me están avisando de que algunos conciertos pueden cancelarse. Lo que está sucediendo con el coronavirus en el planeta da mucho que pensar. Y naturalmente, el aniversario del Arriaga, los conciertos con la Orquesta de Bilbao, el recital del auditorio de Madrid...

Y en un año y medio vuelve a Japón.

—Es un país increíble. Han reeditado dos de mis grabaciones y la última vez que estuve hubo gente que me esperó más de dos horas para que se las firmara. Cuando salí y lo vi, me emocioné. Ni siquiera me lo podía imaginar.

"Festivales como Musika Música provocan curiosidad e interés de seguir oyendo música"

"En Japón estuvieron esperándome dos horas para que les firmara los discos, me emocionó"