Bilbao - "El cumplido más grande que le puedes hacer a un artista es pensar que has acudido a un show grupal cuando solo lo has hecho a un espectáculo de una persona. ¿Por qué? Porque significa que has visto distintas facetas de un mismo individuo". Así lo asegura el comisario de arte italiano, quien apunta también que todo artista tiene una obsesión; en el caso del artista norteamericano Artschwager: el mobiliario; elementos que protagonizan la exposición que estará desde hoy y hasta el próximo 10 de mayo en el Museo Guggenheim de Bilbao. Y es que una de las cosas que más interesaban al artista era "sobre todo, la línea de demarcación entre las cosas ordinarias y las que reconocemos como objetos de arte".

El trabajo de Richard Artschwager se ha comparado en múltiples ocasiones con pop art o minimalismo, lenguajes a los que se asemeja pero, ninguno de ellos define adecuadamente su trabajo, ¿no es así?

-El trabajo de Richard se sitúa entre dos lenguajes y en una posición en la que rompe todas las fronteras y definiciones. Estaba solo en su época, ya que no encajaba ni en el pop art ni en el minimalismo, por lo que estuvo aislado hasta que llegó la siguiente generación. Ellos comenzaron a pensar: oye, esto quizás es interesante. Ser una persona creativa, y no ser simplemente diseñador, o escultor o pintor. Él encajaba con toda clase de expresión, estaba convencido de que no solo tenía que elegir una sola faceta. Ahora es muy diferente, los artistas de hoy en día no han tenido la misma dificultad.

¿A qué se refiere?

-Hoy en día lo normal es ser fotógrafo, diseñador, pintor, escultor? no hay ningún tipo de límite. Pero, en su tiempo, un artista tenía que ser tan identificable como la Coca-Cola (risas). Tenías que hacer o una cosa o la otra. Richard (Artschwager), sin embargo, se situaba a medio camino entre ambas. Hacía muebles y el antimueble, ya que te puedes sentar en él pero es, en realidad, una escultura. La ambigüedad se considera en muchas ocasiones como algo negativo, pero en realidad significa que estás abierto a diferentes tipos de interpretaciones, y eso era indispensable para él como artista.

¿Dicha ambivalencia marcó su trayectoria?

-La palabra incoherente es muy positiva. El mejor cumplido para un artista era que al ir a ver un show de una persona te pensaras que era un show grupal, porque significa que has visto distintas cosas o facetas. Y aquí, en el museo, ocurre lo mismo. Es pintura, pero a la vez no. La mezcla de estilos es indispensable, es la razón por la que es un artista tan importante. De hecho, el movimiento entre distintos estilos marcó su trayectoria. Por ejemplo, usaba la formica, algo que puede considerarse feo. Pero él no iba nunca al lugar al que la gente esperaba que fuera.

Juega también con la percepción del público y lo que parece ser una pintura resulta ser también una escultura.

-Sí, de hecho cuando empezó su carrera profesional era ebanista. Un día empezó a poner una pieza de madera en la pared y terminó siendo una pieza expuesta, un objeto que se consideraba arte. Poco a poco fue comprendiendo que podía hacer distintas cosas con la madera; ya que aparte de lo funcional podía llegar a convertirse también en algo estético. En todo momento, el objetivo de Richard Artschwager fue romper con toda limitación impuesta.

¿Cuál fue el mayor legado de Artschwager?

-Dejar claro que puedes ser distintas personas dentro de una sola. Un artista con diferentes voces es un artista de 360 grados, está abierto a todo. Por eso, toda su obra es ambigua y cada pieza que creó está abierta a múltiples interpretaciones.