Bilbao - En 2003 la jueza chilena Karen Atala perdió la custodia de sus hijas por vivir con su nueva pareja, una mujer. La guionista y directora Pepa San Martín (Curicó, 1974) se encontró con la historia -"siempre busco historias", confiesa- y rodó su primera película, Rara, en la que trató de desmontar prejuicios a través de la mirada de una adolescente. La película gira en torno a Sara, una chica de 13 años con las inquietudes y contradicciones normales de su edad: su relación con sus amigas, los chicos, los cambios de su cuerpo. A eso se añade aceptar que su nueva familia incluye a su madre, su novia, su padre y la mujer de este, algo que se complica en el momento en que su padre pide la custodia legal de Sara y de su hermana pequeña.

La cinta encandiló a los críticos y tuvo un exitoso recorrido por festivales que la hicieron merecedora, entre otros, del premio Horizontes Latinos del pasado Festival de Donostia o el de mejor película en una sección paralela de la Berlinale.

Ayer, Pepa San Martín, recién llegada del festival alemán, recogió el premio honorífico de Zinegoak, el festival internacional de cine y artes escénicas gayslesbitrans (LGTB+) que reconoció así el cine empoderado y comprometido de la joven directora chilena. "En sus historias las mujeres siempre son protagonistas. Son historias que han sido silenciadas y Pepa San Martín tiene esa capacidad de localizarlas, darlas visibilidad y tratarlas de una manera que no se suelen ver en otras filmografías", explicó Pau Guillén, director de Zinegoak.

Ser chilena, mujer y contar una historia de lesbianas no son factores que ayuden a una directora a abrirse camino. Y, sin embargo, Pepa San Martín confiesa que se sintió más discriminada por el hecho de ser mujer que por ser lesbiana. "El cine sigue siendo un mundo de hombres. Ser directora me ha costado el doble que a mis compañeros. En cambio yo soy optimista, soy académica en varias universidades en Chile y creo que va a haber un cambio. A mí me ha costado mucho, pero nos toca a nosotras abrir ese camino a las generaciones que vienen".

Con un pañuelo verde anudado en el cuello por la legalización del aborto en su país y en Argentina, San Martín explicó que su objetivo con Rara era llegar a los no convencidos. "No he estudiado cine. Empecé de manera casual, con 40 años, pero he encontrado en el cine una voz con la que hablar de temas muy cercanos... De niña modificaba los personajes heterosexuales para verme reflejada y cuando tuve la posibilidad de hacer una película pensé que el día en que un heterosexual se pueda ver reflejado en un personaje homosexual las cosas cambiarán. Las emociones y los sentimientos no tienen género. Yo no tengo tristeza ni pena gay. Tenemos pena, tristeza... por eso elegí una niña como protagonista para demostrar que no nacemos con los prejuicios, sino que los adquirimos".

San Martín está ahora inmersa en la preparación de La felicidad, su nueva película, que comenzará a rodar el próximo mes. Es la historia de Ana, una mujer de 65 años jubilada, a la que le detectan una enfermedad degenerativa. "Y decide gastar energía en vivir y no en sobrevivir. Ana tiene un sueño, cruzar el canal del sur a nado. Hoy, enfrentada a circunstancias difíciles en la vida, le pide a una antigua rival, Teresa, que sea su entrenadora. Juntas empiezan ese viaje hasta que Teresa descubre que no solo quiere cruzar el canal sino que quiere morir nadando", relata San Martín.

mujeres mayores de 65 años Para ello, la cineasta contará en los roles protagonistas con la chilena Paulina García y la argentina Mercedes Morán, "dos de las actrices latinoamericanas más potentes en la actualidad. Es un gran desafío para mí", dice la realizadora, quien confiesa que "no es una historia oficialmente real, pero son personajes que pueden ser reales". "El universo de las mujeres y, sobre todo, el de las mujeres de esta edad es un territorio al que siempre el cine le ha dado la espalda. Tenemos pocas historias de este tipo", reivindica la directora chilena.

Una historia que también aborda otro tema como es el de la muerte. "Habla también un poco de mi propia historia. Estoy en una etapa en la que una empieza a despedirse ya de la generación anterior, lo cual me hace preguntarme sobre la muerte".

Inevitablemente, su cine habla también de la situación política que atraviesa su país. "Estamos dejando atrás una constitución que viene desde Pinochet, intentando sacarnos la polilla que todavía tenemos. El 26 de abril tenemos un referéndum para votar y espero que tengamos un sí arrasador, que al presidente le quede claro que los chilenos no queremos esa constitución. No es una revolución de izquierdas o derechas, lo que pedimos es dignidad. Los cineastas estamos ayudando a conseguirla".

Y una reivindicación: "Los derechos del colectivo LGTB+ han avanzado, pero todavía falta mucho que hacer. Ayer me enteré de que en mi país, en Chile, han matado a un trans. En lo que llevamos de año ya van catorce asesinados. Las mujeres lo tienen también difícil, y las lesbianas, aún más, por eso digo a la sociedad que, por favor, paren de matarnos, que dejen que caminemos tranquilas por las calles", concluyó San Martín.