bilbao- Tras dos décadas al frente del grupo Audience, Gaizka Insunza debuta en solitario con un disco homónimo en el sello bIDEhUTS. Un álbum “de pop clásico y aire soñador y nostálgico”, producido por Martín L. Guevara, de Capsula, grabado con apoyos puntuales de Marian Pérez a la batería y Rubén Garatea al acordeón, y con referencias como Brian Wilson, Randy Newman y Elvis Costello.
¿Buscó este debut o es fruto de la casualidad?
-Durante los 20 años de Audience he ido acumulando canciones que, por decisiones personales o la dirección de la banda, no encajaban en su dinámica. Y llegó un punto en el que necesitaba desprenderme de ellas y resetear. Me puse en manos de Martín para grabar esas canciones sin establecer horizontes claros, pero al avanzar nos entusiasmó el resultado.
¿Qué parte del proceso difiere del trabajo con Audience?
-Algunos temas han sido mucho tiempo bocetos e ideas. En ese sentido, no veo grandes diferencias en lo que respecta a cómo puede ser un primer estadio de una composición de Audience. La principal diferencia reside en el tratamiento que se le da a esa idea. En el grupo obtenemos un resultado colectivo, de banda. En mi caso, se percibe como algo más de autor. Y fijándonos en algo tan superficial como la duración, se obtiene una imagen fiel y real de las diferencias. Canciones cortas en mi caso, más largas y con más desarrollos instrumentales y giros, en Audience.
Aludiendo a la duración de las canciónes, ¿menos puede ser más?
-Es un primer disco y no quería ser pretencioso. Quizás he sido algo conservador en ese aspecto, pero creo que aporta carácter al disco. La primera apenas dura 30 segundos. Podía haberla alargado, pero vale para contar lo que quería.
Alude a un sueño hecho realidad. Perfecta para calificar el disco.
-Es intencionado y directo, sí.
¿Corre peligro Audience?
-Este disco es, por ahora, una curiosidad en el contexto de mi desarrollo con Audience. He estado esperando a que la actividad del grupo me diera un respiro: en 2017 publicamos Isla, en 2018 lo presentamos en vivo, y este año participamos en el proyecto Kalaportu. El próximo tenemos varios proyectos con Audience, y son los prioritarios.
El CD suena ensoñador, amable, clasicista... ¿Tuvo referentes claros?
-Destaco a Brian Wilson por cierta inocencia y nostalgia en las letras, y el concepto de en mi cuarto, mezclado con sonidos luminosos, casi de ensueño. Y también a Randy Newman, Harry Nilsson o Elvis Costello. A pesar de sus diferencias estilísticas, veo un nexo común: es casi imposible confundirlos al ser dueños de un discurso y una sonoridad propia.
Y están el Neil Young más folk, The Beach Boys, Tom Waits... Pero no deja de ser un disco de pop ¿no?
-Estoy de acuerdo. Obedece a la fórmula de canción pop tradicional de 2 o 3 minutos. Y cuentan con una estructura clásica en la que se distinguen partes que se pueden definir como estribillos o estrofas. Son lo suficientemente complejas como para poder desarrollar más partes o pasajes instrumentales, pero he preferido dotarlas de estructuras sencillas.
¡Y ha grabado una canción de Navidad!
-Y ahora tengo que dar explicaciones (risas). No tengo un espíritu navideño especial, y menos en su vertiente religiosa. Mi afición obedece a casualidades si me fijo en el timing. Mi primer disco navideño fue el de The Beach Boys, y me encantó. Después, llegó Bob Dylan y reforzó las sensaciones. Quizás la puntilla fue encontrar los de Phil Spector y los NRBQ de Terry Adams, dos maravillas. Y Nick Lowe reforzó mi afición navideña. ¡Pero estoy bien de salud mental! (risas).
¿Por qué eligió a Martin como productor?
-Si continuamos con el símil de Beach Boys y Wilson, entonces él sería Phil Spector. No ha sacado la pistola pero me ha hecho repetir las tomas vocales hasta la extenuación (risas). No tengo palabras para agradecer su trabajo como técnico, productor y amigo. Es tan responsable, o más, que yo.