Miami - Existe un lugar en el mundo donde cuando alguien pide un Jack Kerouac no le traen un libro, sino un trago de whisky americano lavado con cerveza. Se llama Flamingo Bar, está en Saint Petersburg (Florida) y ayer recordó a su cliente más ilustre con motivo del quincuagésimo aniversario de su muerte. “Me hubiera gustado ser más culto entonces”, dice Dale Nichols, propietario del Flamingo Bar desde 1969, quien confiesa que hace cincuenta años le “importaba un comino” si Kerouac era escritor y qué escribía, pero tras su muerte se dio cuenta de que el tipo que le había presentado su amigo Ronnie “era alguien”. Nichols era un joven recién llegado de la guerra de Vietnam cuando conoció a Kerouac -“probablemente en 1968”, dice- antes de hacerse cargo de un bar cuyos orígenes se remontan a 1924. “Por entonces mi vida era un desorden. Bebía mucho y fumaba mucha hierba”, dice Nichols en conversación telefónica.

Kerouac, que tenía 47 años cuando el 21 de octubre de 1969 falleció de una hemorragia estomacal en un hospital de Saint Petersburg, ciudad donde vivía desde 1966, tenía la misma afición a la bebida y la marihuana que Nichols y además le gustaba jugar al billar en el Flamingo con otros clientes, recuerda el tabernero. Aunque la leyenda dice que en el Flamingo le sirvieron a Kerouac el trago final de su vida, Nichols aclara que la última vez que le vio por el bar fue unos dos días antes de su muerte, por lo que no hay que descartar que saciara su sed en algún otro lugar antes de ser llevado al Saint Anthony Hospital.

pelea El dueño del Flamingo recuerda que poco antes de la muerte del escritor supo que se había visto envuelto en una pelea en otro bar de Saint Petersburg llamado The Dark Room y luego en el Cactus Bar, que ya ha desaparecido, y que salió bastante maltrecho. Al autor de En el camino, la biblia del movimiento beat, que fue el precursor del jipismo y tuvo también a figuras como Allen Ginsberg, William S. Burroughs y Neal Cassady, le gustaban los tragos cortos de whisky con un poco de cerveza, un shot & wash.

En 1969, recuerda Nichols, su bar solo tenía permiso para servir cerveza y vino, pero Kerouac se las arreglaba para meter de contrabando alguna botella de whiskey, como se llama a la bebida producida en Estados Unidos para diferenciarla de la escocesa. Hoy ese trago se conoce en el Flamingo Bar como Jack Kerouac Special. Ayer, en un acto organizado con motivo del quincuagésimo aniversario de su muerte, se bebieron muchos.

En busca de fondos Además de homenajear a Kerouac, el evento, que debía haberse celebrado el sábado 19 pero tuvo que posponerse una semana debido a la tormenta tropical Néstor, recaudó fondos para una organización empeñada en preservar la casa donde el escritor vivió junto a su madre y su tercera esposa en Saint Petersburg. Música folk, poesía beat y una “celebración de la vida y la época del famoso escritor e icono literario” es lo que ofrecieron los Amigos de la Casa de Jack Kerouac a quienes asistieron a la fiesta.

La casa está en peores condiciones que el Flamingo, que se conserva casi tal como era en la época de Kerouac, dice con orgullo Nichols. Salvo por las fotografías y libros de Kerouac que hay en algunos puntos del local y por el mural que cubre una de las paredes exteriores en el que aparece retratado el escritor, el Flamingo es uno más de los muchos bares deportivos que son el equivalente estadounidense de los pubs británicos.

En el camino, publicada en 1957, fue la obra que dio la fama a Kerouac, quien volcó en sus páginas sus experiencias como viajero por Estados Unidos llevado por el jazz, la poesía, las drogas y el alcohol. Esto último acabó con su vida e hizo que Saint Petersburg fuera “el final de su camino”, como rezan los textos de los Amigos de la Casa de Kerouac.