HA sido muy fácil trabajar juntos, aunque hemos tenido poco tiempo para ensayar. Hemos conectado y eso es importante para llegar al público”, exponen la soprano sevillana Leonor Bonilla, el tenor grancanario Juan Antonio Sanabria y el barítono barcelonés Manel Esteve antes de subirse al escenario del Palacio Euskalduna para personificar los roles de Lucia, Edgardo y Lord Enrico en una de las óperas más emblemáticas del bel canto: Lucia di Lammermoor, escrita por Gaetano Donizetti en 1835. Hoy, a las 19.00 horas, los tres artistas desatarán la locura en el estreno de la decimotercera edición del programa Opera Berri, iniciativa que la Asociación Bilbaina de Amigos de la Ópera (ABAO-OLBE) desarrolla con el cometido de acercar la ópera a nuevos públicos a precios populares.

En este drama romántico, desarrollado en tres actos con música de Gaetano Donizetti y libreto en italiano de Salvatore Cammarano, los artistas darán lo mejor de sí mismos acompañados por el resto del cartel -dirección musical, orquesta?- que se mantiene como en las anteriores funciones de la temporada. Ambientada en las colinas escocesas de Lammermoor en el siglo XVII, fue estrenada en el Teatro de San Carlos de Nápoles el 26 de septiembre de 1835 y aunque, como toda función tiene sus complicaciones, para Bonilla esta es especial. “Hoy hace justo un año la interpreté también en Sevilla y es una obra que hay que verla porque es muy bella”, comenta. Este hecho también lo comparte su compañero de escena Juan Antonio Sanabria, quien opina que “hay mucha gente que no se anima a ir a la ópera porque es muy pesada, pero esta en concreto es una obra en la que el espectador no tiene tiempo de aburrirse”.

Bonilla y Sanabria acabaron por casualidad en el mundo del bel canto mientras Esteve tenía claro desde pequeño que quería ser cantante de ópera y con constancia y esfuerzo ha logrado interpretar grandes roles en diferentes puntos del mundo frente a miles de espectadores. “Mi padre y mi hermano eran cantantes y no me quedó otra. Lo he visto desde que era pequeño y me encantaba”, afirma el barcelonés que debutó con La serva padrona en 1999 en el Gran Teatro del Liceu, el mismo lugar en el que debutó su padre el año en el que Esteve nació. No obstante, todos llevan la música en la sangre, ya que provienen de familias de músicos. “Mis padres son profesores en el conservatorio, pero no tenía pensado dedicarme al canto porque yo era bailarina. Estudié Danza y después Magisterio Musical en la universidad y en una asignatura de cantar en coros me gustó. Yo cantaba en la ducha de mi casa como todos y ahora me encanta lo que hago. Eso sí, hace cinco años me dicen que iba a interpretar a Lucia y no me lo creo”, dice entre risas la más joven del elenco. Algo parecido le pasó a Sanabria. “Yo tocaba todo tipo de instrumentos y cantaba en orquestas. En mi familia siempre nos ha gustado mucho la música y un día me propusieron probar y aquí estoy”, comenta el tenor.

Una función con mucha ilusión Tienen muchas ganas de subirse a las tablas del Euskalduna. Al igual que Bonilla, Esteve tampoco es la primera vez que encarna a Lord Enrico ya que lo hizo hace once años en Polonia. Todos afrontan esta función con mucha ilusión, aunque para Sanabria es todo un reto, ya que en su caso sumará un nuevo título a su larga lista de representaciones. “Nunca habría encarnado este papel y hemos tenido poco tiempo para ensayar, tengo mucha ilusión. Además, me identifico mucho con el personaje porque es todo bondad”, apostilla el que será en la obra el prometido de Lucia y el que acabará muriendo. “Rozaré la locura y mi papel es muy cansado. Durante los últimos 22 minutos hago de todo, aparezco con las manos ensangrentadas?”, comenta Bonilla. En su memoria guardan muchos buenos recuerdos que les han dejado los diferentes papeles que han interpretado. “Me acuerdo de que en la obra Papageno, de Mozart, me lo pasé muy bien porque me aprendí todo el texto en alemán. Yo no sabía el idioma, y después me lo recortaron casi todo. ¡Fue una tortura!”, ríe el barítono. Bonilla cuenta que en su caso guarda muy buenos recuerdos de su debut en Italia y Sanabria se divirtió mucho con El barbero de Sevilla, de Rossini. “Aunque no te gustara mucho el rol, recuerdas tus obras con cariño por lo bien que te lo pasas con los compañeros”, dice este último.

Estos tres artistas no se conocían pero Lucia di Lammermoor les ha unido para siempre. Es tal su conexión que conquistarán al público para dejar en su mente grabada una gran actuación. “Daremos el 100% y disfrutaremos”, concluyen.