Bilbao - Su única presión es la autoexigencia, defiende el dúo Amaral, que acaba de publicar su octavo disco, Salto al color (Antártida. Sony), en el que mezclan pop con canción popular y una pátina electrónica cada vez más evidente, para que “la gente se sienta feliz al escucharnos”, según el guitarrista Juan Aguirre. El disco, ya nº 1 en la lista de ventas, se presentará en vivo en el BEC el 23 de noviembre.

Cuatro años sin disco nuevo y dos desde la conclusión de una exitosa gira. ¿Tocaba ya disco nuevo?

-La gira se prolongó mucho y supuso un reto sonoro y escenográfico. No en el sentido de apabullar o de impresionar al público con bengalas y pirotecnia, sino de arropar las canciones de la forma más interesante posible. Compusimos canciones durante la gira y luego llegó la gestación de este octavo disco.

No son muchos.

-No. Trabajamos sin presión, editando cuando tuvimos claro que estaba listo y merecía la pena. Siempre lo hemos hecho así, intentando grabar y publicar lo mejor que teníamos en ese momento. La única presión es la autoexigencia.

Ese es un gran triunfo, no todos pueden funcionar así.

-No te creas, pienso que nuestros amigos músicos hacen los discos con libertad absoluta. Es cierto que somos afortunados porque siempre hemos tenido gente ahí fuera esperando. Y se ha acostumbrado a que evolucionemos y tomemos caminos diferentes en cada momento.

¿Esa evolución puede tener que ver con el título del disco?

-El salto implica movimiento, es un acto físico, el hecho de estar en tránsito. Y el color tiene mucho que ver con una metáfora para definir la diversidad y la variedad, así como la búsqueda sonora.

Algo que debería ser consustancial al artista.

-Muchos de los músicos que nos entusiasman son así.

Y luego están Ramones, unos genios muy limitados en lo musical.

-Ese ejemplo me lo ha puesto un amigo argentino recientemente. Y, si te fijas, el sonido de sus discos también evolucionó. Respetamos que el músico piense que debe ceñirse a un esquema, aunque creamos más interesante probar caminos que nunca hayamos transitado. Eso sí, si tocáramos nuestras canciones en acústico, todas tendrían un nexo común, una identidad en la manera de cantar, el uso de melodías... Otra cosa son los arreglos, fruto de la apertura a cosas nuevas.

Sony edita el CD, pero se ha grabado en Antártida, el sello del dúo.

-Tras desaparecer Virgin con la revolución digital, fundamos nuestro propio sello, Antártida. Ahí seguimos, pero nos entendimos muy bien con Sony y está siendo un gran apoyo. Editamos en muchos países a la vez y, sobre todo, la coordinación y promoción nos libera para que nos dediquemos a aspectos artísticos: componer, tocar instrumentos, grabar, girar... Es una suerte, nos facilita la vida.

Veo ‘Salto al color’ como un disco muy pegado a la realidad.

-(Duda). Si te lo parece así, tiene que ver con que nosotros vivimos pegados a la realidad o a nuestra interpretación de la realidad y cómo construimos música a partir del entorno. El disco tiene que ver con defender la identidad personal, es una reafirmación de ella en un mundo a veces desconcertante. Y busca que la gente que lo escuche sea más feliz cuando acabe de oírlo. Y que no sea solo una evasión frívola, aunque te pueda hacer bailar y moverte también.

En lo musical hay una apertura muy evidente hacia la electrónica.

-El que avisa no es traidor. Es así, pero las fronteras entre los géneros están cada vez más difusas. El disco tiene guitarras y baterías, pero también sonidos electrónicos. Y conviven bien. Tiene mucho que ver con músicas que nos han entusiasmado y hemos asimilado. Es algo que viene de nuestro pasado. En el tercero, Estrella de mar, ya había ramalazos electrónicos, como en Nocturnal. Ahora, son más palpables.

Y abogan por reivindicar el baile.

-Sí, incluso yo. Tocar las guitarras por encima de las bases es como un pulso que me obliga a no parar. Pero Eva es la más interesada en el baile, la danza y lo visual. Tiene una imaginación que excede de lo musical, en lo que coincidimos y nos ocupamos al 50%. Ella estudió Arte y hace danza. Y no hay que ser un gran bailarín para sentir el ritmo y apasionarse con él.

Y lo que sedimenta este baile de influencias sigue siendo el pop, la melodía y el estribillo, ¿verdad?

-El pop es un género que trata de cambiar el estado de ánimo del oyente, de transportarle. Hacer canciones nos entusiasma, es música popular y suele sugerir más de lo que realmente dice. Quien busque canciones así, las va a encontrar en este disco.

Sé que les gusta Cecilia y hay temas en este disco, como ‘Soledad’, ‘Halconera’ o la canción en gallego con Carlos Núñez, que destilan el aroma de la canción de autor.

-Sí, está siempre presente y convive con pulsos e instrumentos nuevos. Lo importante es que todo lo que hagas tenga verdad.

Las letras también son muy Amaral, ya que aluden a temas de actualidad social y a la reivindicación ecologista.

-Como sociedad y planeta nos enfrentamos a un mundo de escala global por primera vez. De lo que hagamos nosotros dependerá el planeta del futuro, el de nuestros hijos. Es algo muy serio y no sé... (duda).

“Estamos a tiempo”, canta Eva.

-No soy geólogo o experto en clima, pero deberíamos tomarlo en serio. No es normal tanta catástrofe natural o esos deshielos. Quiero creer que el cambio climático y el calentamiento global se pueden revertir. El mensaje me gustaría que fuera positivo.

Y la reivindicación feminista es evidente también.

-Sí, en Soledad, Bien alta la mirada, Tambores de la rebelión... Es la defensa de las identidades individuales en este mundo. Cuando empezamos en Zaragoza no respondíamos al modelo de entonces, mayoritariamente masculino. Éramos chico y chica, hacíamos y tocábamos de todo cada uno... La relación era ya de absoluta igualdad, y al salir de nuestra burbuja vimos que no era tan común. Nuestra posición ha sido clara desde siempre en igualitarismo.

Y ahora llegan los directos.

-Tras el festival Dcode, arrancamos gira. En el BEC estaremos el 23 de noviembre y las canciones nuevas, incluso las más electrónicas, conviven muy bien con las antiguas. No hemos notado salto entre ellas.