Bilbao - Francisco Izaola Plágaro (Basauri, 1923), quien fuese uno de los soldadores que trabajó en el ensamblaje del arco de San Mamés, falleció el pasado martes a los 96 años en el Hospital de Galdakao. Izaola, más conocido como Pantxo, fue uno de los trabajadores de la empresa encargada de la construcción del arco en 1953, La Basconia.

Izaola fue invitado por el club bilbaino el pasado 12 de mayo a presenciar el último partido de la pasada Liga ante el Celta y era una de las pocas personas vivas que tomó parte en aquel hito arquitectónico proyectado por De Miguel, Magdalena y Domínguez Salazar junto al ingeniero Fernández Casado.

Durante seis décadas, la mítica estructura curva presidió la Tribuna Principal del viejo San Mamés hasta que en 2015 fue instalada en su nueva ubicación, frente a la grada de otro basauritarra, Piru Gainza, en Lezama.

A pesar de no vestir de corto y no marcar goles, el arco de San Mamés fue capaz de mantenerse firme, impoluto, para presidir con suma elegancia todos y cada uno de los envites que acogió La Catedral durante sesenta años. Y parte importante, por no decir elemental, de esa titánica supervivencia ligada a una eterna majestuosidad tiene que ver con la labor realizada por aquellos trabajadores que formaron parte de su construcción hace más de medio siglo.

Francisco Izaola fue uno de esos hombres con nombre y apellido, de carne y hueso, soldador de primera. “¡Cómo para hacerlo solo!”, exclamó a este periódico en 2014 con motivo del último partido en el viejo campo del Athletic.

Pantxo fue uno de los cinco soldadores que formaron junto a otros cuatro compañeros de La Basconia. “Yo formaba parte de un grupo de cinco soldadores y cuatro éramos de aquí, de Basauri; hicimos una gran amistad entre los cinco”. Francisco Izaola recordaba el frío que pasaron mientras trabajaban en la colocación del arco. “Nosotros estábamos ahí arriba trabajando con los trozos de seis metros que forman el arco y llevábamos estufas para calentarnos los pies. Fueron meses de bastante trabajo, pero el arco se convirtió después en un símbolo del Athletic y haber participado en una obra así siempre es bonito”. Y aunque el arco de San Mamés fue la obra por la que sentía especial predilección, Izaola participó también en la construcción otras obras no menos importantes como el puente del Ayuntamiento y del Puente Colgante, entre otras.

Un orgullo de por vida Sin embargo, como fiel aficionado rojiblanco y socio del Basconia -donde jugó en su juventud llegando a disputar dos partidos ante el Bilbao Athletic en San Mamés en la década de los 40-, haber participado en la construcción de un arco que asoma ahora como inmortal en Lezama fue un orgullo que le acompañó de por vida.

Tanto es así que guardaba cual reliquia el extracto de uno de los sueldos que recibió por trabajar en las alturas de San Mamés: “Mira, nos pagaban las salidas, un extra por la altura a la que trabajábamos, la nocturnidad y también por las horas extra que hicimos allí arriba”, relataba. Por eso, la demolición del campo y con él del arco que lo presidía fue un golpe muy duro. Y es que esa obra por la cual tenía especial cariño tenía el sello de Francisco y sus antiguos compañeros de faena.

El funeral por su eterno descanso se celebrará hoy a las 18.30 horas en la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Basauri. Goian bego. - DEIA