Bilbao - Dani, líder de Macaco, siempre se ha carecterizado por su música mestiza y su buenrollismo. Últimamente lo hace también por su compromiso con Greenpeace, como demostró ayer con su concierto en cubierta del rompehielos Árctic Sunrise, en el Itsasmuseum de Bilbao. Cientos de fans siguieron desde el muelle el recital de Dani, que ofició de metafórico soldado verde en defensa de la conservación del planeta.

El concierto, parte de la expedición más ambiciosa de la historia de Greenpeace para exigir la aprobación de un Tratado Global de los Océanos en la ONU en 2020, arrancó a las 21.30 horas y sirvió de presentación oficial en vivo del último CD del grupo barcelonés, titulado Civilizado como los animales (Sony), que desde el título ofrece un guiño solidario al Planeta Tierra y a Roberto Carlos, que incluyó ese verso en su tema El progreso.

Apoyado en dos guitarristas y un teclista, en formato acústico, Dani desgranó, en 40 minutos y con un público muy activo que le siguió (y cantó y bailó con él) desde el muelle cercano a pesar de la poca consistencia y volumen del sonido, temas de su último álbum, liderado por la balada ecologista Blue (Diminuto Planeta Azul), y otros “himnos conservacionistas”.

Macaco ofreció “vitaminas pal’ vivir” con sus canciones mestizas, que combinaron, siempre con alegría y un ritmo bailable, mandolinas, reggae, percusiones y rumba flamenca. El cuarteto, flanqueado por una pancarta con el lema Ozeanoak babestu, arrancó con Moving, con cita a “la Madre Tierra” y confesión de su filosofía: “acción, reacción, repercusión”,

Aprovechó la conclusión de Semillas y la llegada de Vive la vida para lanzar su primer mensaje ecologista expreso en apoyo “al trabajo increíble de Greenpeace”, a la lucha contra el plástico y a “leyes contra el cambio climático”. Con Blue llegó la ventolera al barco e, incluso, alguna gota que apenas mojó los cuerpos que se movían con Bailo, en el que se abogó por “revoluciones que puedan bailarse”.

Uno de sus clásicos, Con la mano levantá, con el público ya entregado y haciendo la ola, puso fin a un recital corto, solo disfrutado realmente por quienes estaban en el espacio más cercano acotado por Los 40 y Greenpeace, y volcado en los mensajes ecologistas.