Bilbao - En enero arrancó el programa #ScotlandGoesBasque, promovido por el Instituto Etxepare en colaboración con diversas instituciones vascas, con el objetivo de abrir allí una ventana a la cultura vasca. Primero fue el turno de la música, ahora el del cine y en los próximos meses, desembarcará el arte y la literatura.

Durante cerca de un mes se proyectará una selección de veinte trabajos cinematográficos -entre largometrajes, cortos y animación-?, que suponen un retrato intergeneracional del cine realizado durante las últimas cuatro décadas en Euskadi. Tal y como señaló ayer durante la presentación de la programación en el Bellas Artes de Bilbao el consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria, “desde el Gobierno vasco estamos convencidos de que manifestaciones como el cine deben configurar y ser parte de la carta de presentación de la cultura vasca ante el mundo. Son elementos que hacen de nuestra comunidad un lugar atractivo y nos ofrecen una marca de diferencia, en un mundo que cada vez es más parecido y más globalizado”.

Zupiria explicó que “el hecho de acudir a Escocia supondrá un impulso a la internacionalización de nuestra cultura y ayudará a nuestros creadores y creadoras a posicionarse en un lugar tan importante como son los festivales internacionales de cine de Escocia, relevantes tanto desde el punto de vista de la programación como de punto de encuentro de programadores europeos que se acercan a Glasgow y Edimburgo a ver que se está haciendo en Europa, lo que facilitará la difusión del cine vasco”, explicó Zupiria.

Para la directora del Instituto Etxepare, Irene Larraza, este ciclo de cine hecho en Euskadi es “una ventana ambiciosa por lo que tiene de mezcla entre retrospectiva sobre el cine pasado y del actual, lo que permite poder dar una visión conjunta”.

casi un mes El programa, que durará casi un mes y que también incluye eventos en algunas ciudades de Inglaterra como Mánchester, Leeds o Londres, abarca desde clásicos a producciones actuales para analizar cómo los cineastas vascos se han relacionado con el paisaje y la tradición y las distintas perspectivas históricas. Entre las proyecciones destaca el estreno en Edimburgo de Dantza, de Telmo Esnal, película que redescubre las danzas tradicionales vascas, y Mudar la piel, de Ana Schulz y Cristóbal Fernández, documental sobre Juan Gutiérrez. Ambas películas formaron parte del último festival de cine de Donostia y han sido proyectadas en festivales internacionales.

Además, entre los filmes que se pasarán, cuya exhibición dio comienzo el pasado 25 de abril, se encuentran Tasio y Obaba, de Montxo Armendáriz, El día de la bestia, de Alex de la Iglesia, que fue proyectada el pasado domingo; Vacas, de Julio Medem, No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, El espíritu de la colmena, de Víctor Erice, y Oreina, de Koldo Almandoz. Loreak, de Jon Garaño y José Mari Goenaga, ya fue proyectada con anterioridad.

Junto a estos largometrajes se ha incluido una selección de los cortos ganadores del programa Kimuak. Entre estos, se exhibirán 592 metroz goiti (592 metros), de Maddi Barber; Ama (Madre), de Josu Rodríguez; Ancora Lucciole (Aún luciérnagas), de María Elorza; Kafenio Kastello, de Miguel Ángel Jiménez; No me despertéis, de Sara Fantova; Zain (Esperando), de Pello Gutiérrez, y Espedizio handia (La gran expedición), de Iban del Campo. Precisamente, proyectar por todo el mundo los cortometrajes hechos en el País Vasco inspiró hace 21 años la fundación de Kimuak, una plataforma pública que abraza todo tipo de creaciones y que llega a Escocia para acercar sus historias a los amantes del séptimo arte. El cineasta Koldo Almandoz, que estará también en Escocia, deja constancia de la importancia de este programa, impulsado por el Gobierno vasco. El director de Oreina se ha educado haciendo cortos para Kimuak, como Telmo Esnal. “Kimuak ha sido básico para los cineastas de nuestra generación, nos ha permitido experimentar y expresarnos con mayor libertad a los directores vascos, posibilitando que nuestros trabajos se vean en el mundo. El hecho de ir a festivales, de que tu película se vea en otros países, nos ha dado opción de tomar este camino, que igual de otra manera, no lo hubiéramos tomado”, explica el donostiarra que hace unos meses presentó su segundo largometraje.

Almandoz forma parte de la tercera generación de cineastas vascos, una generación que ha bebido de clásicos como Tasio, de Armendariz. “Cuando estaba escribiendo Oreina me vino enseguida a la mente que quería contar con el actor Patxi Bisquert. Seguramente me influyó haber visto Tasio con 13 años, fue la primera vez que vi un mundo reconocible en una pantalla de cine. Tanto Montxo, como los que hacemos este tipo de películas, queremos reflejar un cine cercano. En mi caso, en Oreina se da una visión contemporánea de un país en el que hay gente que se ha asentado aquí y que vive nuestra cultura y la suya de otra manera. El cine tiene que ser reflejo de una época y de una cultura para que en el futuro, quien la vea, la reconozca”.

cinestas vascas de animación Las mujeres también tienen protagonismo con el ciclo Grandes Creadoras Vascas de Animación, que se desarrollará en Glasgow, y donde Begoña Vicario e Izibene Oñederra impartirán un taller y presentarán una serie de filmes que, de alguna forma, han influido en sus respectivas carreras. “A nivel internacional, hay muchas más cineastas mujeres en animación. Es un trabajo que se puede hacer con menos dinero, con menos producción, con mucha invención y paciencia... Debido a las barreras que hemos padecido, este sector se ha feminizado más. En los años 70 y 80 las mujeres trabajaban en su casa, en una habitación con una cámara de 16 milímetros. Era la única manera de hacer cine. En Escocia vamos a presentar los trabajos que hemos hecho en colectivo, la producción colectiva es el futuro, el trabajo en soledad es muy duro”, explica una profesional con amplio reconocimiento en el mundo de las artes y la comunicación.