NEW Jersey, especialmente el área de Asbury Park, fue un hervidero de rock´n´roll en los años 60 y 70, que ha dejado para la historia los nombres de Bruce Springsteen, su lugarteniente Steve Van Zandt o Bon Jovi. Todos ellos son amigos y han colaborado con Southside Johnny y su grupo, The Asbury Jukes, por el que han pasado más de un centenar de miembros. La caja The Mercury years (Caroline), que recopila tres de sus discos, sirve para reivindicar a este magnífico y semidesconocido grupo.

“Los amo. De hecho, siempre quise que mi grupo emulase lo que hacían ellos; más que ninguna otra banda. Les veía como héroes, representaban todo lo que yo quería lograr. Y Johnny fue la persona que me hizo desear ser un cantante”, explica Jon Bon Jovi sobre el grupo The Jukes.

“Tocamos siempre la música que deseábamos, y logramos una audiencia”, asegura Johnny en el libreto de esta caja, en respuestas a Malcolm Dome, cuando recuerda el resurgir del blues logrado en los 60, que sacó de las catacumbas a músicos como John Hurt, Furry Lewis y a otros pioneros gracias a la dedicación de Paul Butterfield Band, The Rolling Stones, John Hammond...

A Southside Johnny, que nació en 1948 con el nombre de John Lyon, se le olvida mencionar también toda la escuela del rock´n´roll de la que mamó en su juventud y, sobre todo, de su pasión por el viejo soul de la Stax, Sam and Dave y Otis Redding. Venas que irrigaban también a Van Zandt, con quien empezó a tocar en los primeros años 70, junto al que luego fuera su jefe, Springsteen. “Era el tipo de música que no tenías que estudiar demasiado para interpretar, aunque tenías que poner todo el corazón en ello”, recuerda Johnny sobre aquella escena mítica de Asbury Park.

The Mercury Years es una caja pequeña y coqueta con tres discos editados ya sin la ayuda de Steve Van Zandt y con una banda en la que fue cobrando importancia el guitarrista Billy Rush. El primero de los álbumes aparece como The Jukes. Editado en 1979, fue producido en los famosos estudios de Muscle Shoals, en Alabama, y es otra celebración más de esa conjunción enfebrecida de rock, soul y blues.

Incluye piezas destacables como All I want is everything y Vertigo, las baladas Wait in vain y Paris, la eléctrica y ruda Your replay, la suave cadencia jazz de The time o I’m so anxious. El segundo regalo es Love is a sacrifice, registrado en 1980 y con una producción más convencional.

un ciclo en vivo El último CD incluye Reach up and touch the sky, que se grabó en junio y julio del mismo año, y que evidenció que era uno de los mejores grupos de la época sobre los escenarios. Incluso se coló en las listas de éxitos, aunque tímidamente, el puesto 80. Es, para el advenedizo, el más clarividente de la caja, ya que, además de mostrar a la banda en su zona de confort, el escenario, agrupa lo mejor de su repertorio editado en los 70.

Además de las canciones de sus dos trabajos previos, recupera también lo más granado de su trilogía inicial, en la que Van Zandt y Springsteeen fueron (casi) miembros estables del grupo. Su aportación cobra fuerza y relevancia en canciones como The Fever, Talk to me, Hearts of stone, I don’t wanna go home... Y por si esto fuera poco, Johnny se muestra como un magnífico maestro de ceremonias sobre el escenario, dominándolo y jugando con la audiencia, como sus héroes del soul clásico, con Sam Cooke al frente, del que interpreta varias canciones, además del Back in the USA, de Chuck Berry.

Casi 40 años después de ese magnífico disco en vivo, Johnny y su banda siguen en la brecha, ajenos al desaliento y sin el éxito que merecen pero entregados a su pasión. “La gente entra y sale. Es la forma de trabajo de las bandas. Si consigues un sustituto para hacer el trabajo, quizás puedas ganar más en la gira”, explica Johnny, que recuerda que “Springsteen fue un Juke, como Jon Bon Jovi y Steve. Todos han tocado con nosotros. Nada puede en esos momentos en los que cuentas con la energía del público, cantas esa canción que amas y la banda golpea. Tú, simplemente, te dejas llevar”, concluye. Queda claro ¿no? Organiza una fiesta con él, que diría San Cooke.