iruñea - Siempre amable y dispuesto a dar todo tipo de explicaciones, Iván Sevillano, más conocido como Huecco, respondió a las preguntas mientras viajaba en un Maserati, a la sazón patrocinador de su nueva gira de conciertos.

Este cambio de imagen que presenta Huecco, parejo a la salida del nuevo disco, ‘Lobbo’, podía indicar un punto de inflexión, un cambio de estilo, pero la realidad es que se trata casi más de una vuelta a ciertos orígenes, a su rumbia más personal.

-Tenía muchos riesgos. La última vez que me pesé, pesaba 98 kilos con rastas... Quise pensar que eran las culpables (risas) pero la realidad es que había cogido mucho peso. Ya tenía pensado cortármelas para este álbum, pero si a eso le añades que pierdes peso, te dejas la barba larga y te pones un poco fino para estar mejor en los conciertos y llegar a las notas más desahogado, iba a salir al escenario un Huecco que nadie iba a reconocer. Si le añadimos un cambio de estilo, la gente se hubiera vuelto loca. Por lo tanto, en esencia musical no íbamos a cambiar; bastante riesgo habíamos asumido ya. De hecho, cuando salgo a algunos directos, hasta que no empiezo a cantar, se piensan que es una broma del show (risas).

¿Qué le ha llevado a transformarse en esta especie de ‘Lobbo’?

-Ahora mi frase favorita es que el rock es un deporte muy duro. Entreno cada semana para llegar a los conciertos. A la hora de lanzar el disco se nos ocurrió hacer un homenaje al cómic, a Lobezno, solo que con guitarras en lugar de cuchillas. También le quisimos dar un aire más épico, jugando con el misterio, con un aire cinematográfico; y por eso salió el lobo.

¿Qué queda en este ‘Lobbo’ del que empezó a cantar en el metro de Madrid?

-Muchísimo. Toda la actitud, la energía, la pasión y la ilusión. Cada vez que me reúno con la discográfica, me dicen que parezco un artista maquetero nuevo que va a sacar su primer disco, porque siempre te preocupas de afrontarlo y trabajar como si partieras de cero. Y es que yo lo considero así, porque nunca puedes dar por hecho que te vaya a seguir el mismo público aunque hayas vendido 100.000 copias del anterior álbum. Tienes una responsabilidad a todos los niveles: conceptual, publicitario o de cómo coges algo de lo anterior pero añadiendo algo novedoso para que el público se sorprenda... Al final, es partir de cero, y eso conlleva mucho trabajo e ilusión. Esa actitud casi guerrillera no ha cambiado, ya no desde el primer disco, sino desde Sugarless.

Sorprende en este álbum un tema como ‘Nosotros tenemos el hardcore’, ¿es un zasca a los talibanes de estilos y banderas?

-Bueno, que cada uno lo interprete como quiera (risas). Es una letra muy cañera pero ambigua, puede valer para cualquier campo. Al final, el estribillo es una fiesta para que baile todo el barrio... pero es verdad que si buceas, ves cositas. A nivel estilístico quise hacer un guiño a mi anterior banda, Sugarless, un guiño al rock del que nunca me he alejado y siempre digo muy orgulloso que a nada que me tocas las palmas yo tiro hacia el rock, tanto en directo como en los discos. Pero el gran reto de esta canción era grabarla sin guitarras eléctricas, esa es la gran novedad, porque está grabada con guitarras acústicas.

En este disco le ha dedicado un tema a su abuelo.

-Mi abuelo fue una referencia vital para mí, y nos dejó justo cuando hice el cambio de Sugarless a Huecco, en el año de Pa mi guerrera, con lo cual él no pudo ver que de la música se podía hacer un oficio. Él siempre me decía que estudiara una carrera, yo todo eso lo hice por él, pero sí me hubiera gustado que hubiera llegado a ver que de la música se puede hacer un oficio digno, con el que puedes dar trabajo a más personas, incluso hacer una fundación para ayudar a los demás. Yo estoy muy orgulloso de haberle grabado dos vídeos antes de que nos dejara en los que habla de su vida personal y política. Imagínate las cosas que salen ahí y las cosas que aprende uno... Qué menos que dedicarle una canción.