EL mejor nunca gana, porque el mejor nunca compite”. Esta famosa cita, convertida en un mantra para muchos, no solo adereza (muy acertadamente, dicho sea de paso) el título de su primera pieza teatral como solista. El intérprete bilbaino Roberto Ferro ha convertido el espíritu del fair play deportivo en la columna vertebral de esta obra, Mr. Pichichi, que en su estreno se destapó como el mejor espectáculo vasco de este año en la Umore Azoka, la Feria de Artistas Callejeros que tiene lugar en Leioa.

Es mediodía, rozando también el ecuador del destacado festival vizcaino, y varias decenas de curiosos se congregan en torno a la plaza del Ayuntamiento. Una peculiar figura destaca entre la multitud: gabardina beis tres cuartos y medias negras de futbolista hasta la rodilla, a juego con un sobrio paraguas y un bombín, sin olvidar un enorme maletín. Con un marcado acento inglés, anuncia que busca al mejor jugador del mundo, al pichichi.

Y es en ese momento, coincidiendo con las primeras y sinceras carcajadas del público, cuando ese elegante bombín lo delata. Estamos nada menos que frente a Mr. Pentland, el entrenador inglés que trajo la gloria a Bilbao allá por los años 20 y 30. El espectador, sin embargo, descubre a un míster que conoce de cerca lo que es la experiencia del fracaso. “De hecho, él solía decir que los verdaderos equipos de fútbol se forman en las derrotas y no en los éxitos”, explica Ferro sobre la primera de las dos grandes figuras que se reparten el protagonismo de su espectáculo. Una “pachanga participativa” que combina, a pie calle, el clown y los malabares con pelotas.

el otro lado El reloj avanza y es entonces cuando el público identifica al segundo de los personajes: Rafael Moreno Aranzadi, Pichichi, toda una leyenda del Athletic Club. Y, una vez más, la leyenda da paso al bilbaino que, tras varios años jugando al máximo nivel en el equipo de sus amores y con la parroquia pidiendo ya su retirada, cuelga las botas y se convierte en árbitro, pocos meses antes de su muerte. “Fue el gesto de un caballero, un cambio de rol muy importante que le hizo ver las cosas desde el otro lado, y eso es algo que solo se puede hacer desde la pasión por el fútbol y por la afición”, opina el artista bilbaino.

Cautivado por algunas de las experiencias personales de ambos, y tomando distancia respecto a la imagen de ganadores natos, Ferro comenzó hace tres años a dar forma a este proyecto personal que ha cuidado “con mucho mimo” desde el principio. “Una obra de teatro es un trabajo muy frágil y lo peor que se puede hacer es tener prisa; hay que ir haciéndolo bolo a bolo, partido a partido”, desvela.

En los cimientos de este Mr. Pichichi confiesa ver reflejada su propia experiencia cuando, de niño, jugaba a fútbol en el Danok Bat. “Estaba en el equipo de Juveniles y fue ahí donde tuve mi fracaso futbolístico y lo dejé”, explica. El “berrinche” inicial, eso sí, no pudo empañar los buenos recuerdos que atesora de esos años y de “la forma, para mí más sana, que por aquel entonces tenía el fútbol”.

Fue en esa misma época, en el instituto, cuando comenzó a picarle el gusanillo de la interpretación: “Sentí que tenía un impulso de subirme al escenario y transmitir, soltar algo, y el humor y la habilidad con las pelotas era algo que siempre me había llamado la atención”. De ahí surgió precisamente el juego de palabras con el que ha construido el nombre de su compañía, Philo & Jole (en euskera, pilo ta jole). “También se trata de tocar un poco las pelotas con el humor callejero”, bromea.

Unos años después de terminar sus estudios de filosofía e interpretación teatral, Ferro dio rienda suelta a su creatividad en los grupos de teatro de Kukutza y en Koblakari (Asociación de Malabaristas de Bizkaia, para posteriormente pasar a formar parte del grupo Malas Compañías. Tras un periodo de trabajo en común, decidió emprender este proyecto en solitario con el objetivo de poder compaginar su trabajo en la escena teatral con la labor docente, como profesor de filosofía. “Para mí las aulas son un entrenamiento diario muy potente con el que he aprendido muchas cosas y en el que disfruto mucho”, confiesa.

Fútbol de valores En esta nueva etapa confiesa haber “devorado” todo el material que llegó a sus manos sobre fútbol: libros, documentales, películas, testimonios... “Quería empaparme de la temática que había elegido para el espectáculo y fue entonces cuando aparecieron ellos: Pichichi, con ese punto un poco también de clown con el pañuelo en la cabeza y con su el noble gesto del arbitraje, y Pentland, que pasó un tiempo en un campo de prisioneros en la Primera Guerra Mundial porque en aquel entonces era el seleccionador olímpico alemán”, explica.

Ferro descubrió entonces una cara más humana pero, al mismo tiempo, menos conocida de estos dos mitos del fútbol y decidió llevarla a su escenario, la calle, para reivindicar “unos valores muy potentes que me parecen mucho más interesantes a tener en cuenta que algunos de los que se promulgan” en la sociedad actual. “Ahora que en el fútbol lo que mandan son los datos, las ansias de victoria y las estadísticas -argumenta-, encontrar estas historias humanas que dan sentido al fútbol y que nos enseñan que todo el mundo nos equivocamos es maravilloso”.

Unos meses antes del estreno en Leioa, a finales de 2015, Ferro viajó junto a un compañero de la compañía teatral Trotamundos al Sahara, donde el personaje de Mr. Pichichi vio la luz por primera vez. “Ofrecimos seis funciones de lo que podía llegar a ser este espectáculo y aunque en los campos de refugiados no disponen de muchos recursos, tienen unas grandes habilidades sociales e intenté canalizar toda esa energía para transmitírsela a la gente que viene a ver el espectáculo”, apunta.

La hora de la verdad llegó en Leioa, donde ofreció dos funciones en las que convenció al público y al jurado. “Todavía sigo sorprendido con el premio porque yo iba a jugar el partido; es cierto que jugaba en casa, pero que un solista gane la Umore Azoka no lo hubiera imaginado ni en el delirio más narcisista”, confiesa.

¿El secreto de un éxito tan prematuro? Trabajo y más trabajo. “No estoy seguro de en qué medida ha sido mérito o suerte, pero no hemos hecho más que empezar y por eso tengo que seguir trabajando, para que el día en que no aparezca la suerte lo quede al descubierto sea el mérito”, promete. De momento ya ha cerrado varios bolos en Euskal Herria y asoman en el horizonte representaciones en otros puntos del Estado. Mientras tanto, “fair play y a seguir disfrutando del camino”.