Donostia - Transitar por un emotivo viaje que recrea, pincelada a pincelada, una larga y prolífica trayectoria artística. Ese es el espíritu que se respira en la Sala Kubo Kutxa de Donostia, que ha reunido más de un centenar de obras del artista vasco Jesús Mari Lazkano, en una exposición que constituye la primera “retrospectiva antológica” del gran paisajista del “hiperrealismo irreal”.
La muestra Lazkano. Ikusmira reúne más de un centenar de obras -entre lienzos de gran formato, dibujos, cuadernos de notas y otras piezas que forman parte de su complejo proceso creativo-, a través de los que se hace un repaso a “la asombrosa fertilidad productiva” de este artista guipuzcoano que con 56 años arrastra una trayectoria de casi cuatro décadas.
Ése carácter prolífico fue resaltado por quien dirigió su tesis doctoral en la facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, Javier González de Durana, que ha comisariado la exposición que definió como “un fenómeno híbrido” entre retrospectiva y antología.
Lazkano, natural de la localidad guipuzcoana de Bergara y residente ahora entre Euskadi y Nueva York, señaló que, en su caso, sus cuadros -exhibidos en algunas de las mejores galerías del mundo- son “una casualidad” y que en realidad tiene “poquísima imaginación” y le “cuesta mucho sacar adelante” cada obra.
Alejada de esas palabras, la muestra constituye un repaso rico en matices pues, además de sus famosos grandes cuadros, presenta una serie de dibujos preparatorios, bocetos y cuadernos que permiten entender el proceso creativo que sigue el artista hasta la ejecución de sus obras definitivas.
La exposición, estructurada en orden cronológico, permite conocer la evolución pictórica del Lazkano a través de sus viajes y también la conjunción de los principales motivos que se representan en toda su obra: naturaleza y arquitectura. “Me siento privilegiado por poder mostrar toda mi trayectoria vital”, afirmó antes de explicar que exhibe el primer cuadro que pintó con nueve años, aunque su primer cuaderno lo creó a los cinco.
reflexión y Aprendizaje La muestra es para el artista “una invitación personal a pensar” sobre su trabajo, “una magnífica oportunidad para aprender” de sus “errores” y, a partir de ahora, “contar mejor”. Porque ése ha sido siempre su propósito. “Que podamos abordar” la realidad que nos rodea “de maneras diversas”, “romper maneras predeterminadas de ver las cosas”. A su juicio, el análisis de la realidad lleva a comprender que “es muchísimo más rica, más compleja, de lo que nosotros mismos quisiéramos”.
Asegura, ante la estupefacción de sus oyentes y de quienes conocen la pulcritud y el orden de su estudio, que su “trayectoria es caótica”. “Paso de una cosa a otra, de una ciudad a otra, de la naturaleza a la arquitectura, de la ciudad al paisaje, de las cumbres a las cavernas” como “una pelota de ping pong que va dando bandazos”. En ese sentido, Lazkano afirma que todo es fruto de que la propia realidad es un caos. De ahí su “necesidad de pensar y escribir, y, como consecuencia aparecen estos cuadros, pero son una casualidad” porque “podían haber sido diferentes y seguro que bastante mejores”.
Sus inquietantes paisajes, llenos de “carga energética” se deben a que necesita “dar sentido a lo complejo” y por eso le interesa especialmente “la idea del borde, del precipicio, del querer situarse a punto de llegar a algo” que puede ser ser tanto “del desastre” como “llegar a la gloria”.
La explicación a esos paisajes que nunca son totalmente reales y tampoco incluyen seres humanos, está en su “relación experimental” con los lugares que pinta. “Tengo que conocer esos paisajes de mil sitios del mundo, pero tengo que sufrirlos, patearlos, cansarme en ellos, si no la imagen será vacía”.- Efe