BILBAO - Al menos acaricia uno: el poder vivir de la fotografía. Esta catalana sensible e inquieta ofreció ayer una charla dentro de Bilbao Photo Experience, y exhibió parte de su trabajo, donde aúna sus dos grandes pasiones: la pintura y la fotografía.

Pasó del lienzo al photoshop, y sus retratos casi parecen pinturas. En este caso, ¿por qué no pintar?

-Me pasé a la fotografía porque el proceso es más rápido. Yo quería cambiar mi realidad y para eso creaba un álbum fotográfico imaginario: hacía autorretratos nada realistas, muy retocados... Y me convertía en otra persona. Pintar eso requiere mucho tiempo, pero yo no siento que haya dejado de pintar, lo que pasa es que ahora lo hago con otras herramientas y materiales.

Fine Art, arte digital... ¿cómo define lo que hace?

-Me da igual, pero estoy cerca del realismo mágico. Yo los considero cuadros hechos con luz.

Tienen un punto surrealista...

-Cada vez menor, pero sí. Ahora trato de dotarlos de humor. Estoy evolucionando. Me canso de hacer siempre lo mismo.

¿Un cambio de estilo?

-De estilo no, de temática, aunque se corre el riesgo de que luego no reconozcan tu obra. Me arriesgaré.

Usted, sobre todo, trabaja el autorretrato. ¿Por qué?

-Es lo que más me interesa. Es lo que he visto a lo largo de mi vida: mi padre pinta, es retratista... Las fotografías que hago se basan en historias personales, pero presento esos hechos en modo metáfora. Transformo las historias y sí, todas las fotos son autorretratos, no dejo que los modelos improvisen. Están fingiendo ser yo.

¿Y se inspira en sus sueños?

-Sueños, experiencias personales, cosas que me preocupan. Pasé una temporada con terror nocturno y decidí transformarlo en imágenes bonitas que expresaran eso, el miedo que tenía. No es temor a la oscuridad, son pesadillas muy reales. Me sigue pasando, pero ya no me afecta.

Cristina G. Rodero dice que la fotografía la ha hecho más valiente. A usted, ¿qué le ha aportado?

-Me ha hecho más libre, puedo retratarme a mí misma en situaciones que no voy a vivir, pero también me bajó la autoestima. Descubrí la pestaña licuar y fue un problema, porque el antes y después no tenían nada que ver. ¿Soy tan fea?, me preguntaba. Cada vez la utilizo menos porque me estoy queriendo más.

La mayoría de los fotógrafos profesionales son hombres...

-Sí, pero lo curioso es que hay pocos trabajando la vertiente artística.