el momento más fascinante para un luthier es cuando, después de meses de arduo trabajo, coloca las cuerdas en su instrumento, lo afina con precisión, y escucha las primeras notas emitidas por lo que comenzaron siendo unos simples trozos de madera, piezas disgregadas que ahora son capaces de exhalar cualquier melodía.
Eso debieron sentir las familias Stradivari, Amati y Guarneri cuando finalizaban sus piezas y, ahora, siglos después, también los alumnos de la Escuela Vasca de Luthería de Bilbao, Bele, situada en las entrañas del Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga.
Sus piezas, construidas a lo largo de todo un curso, saldrán de las aulas y vibrarán en manos de los estudiantes de las escuelas y conservatorios de Euskadi, gracias a un programa de préstamo de instrumentos musicales que pondrá en marcha el Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno vasco. “Los instrumentos se prestarán a los alumnos de los conservatorios para que los prueben y los utilicen, de manera que se cerrará un círculo: lo que aquí construyen lo van a utilizar los propios alumnos”, explicó Cristina Uriarte, consejera de Educación, durante la presentación del programa.
Se trata de un total de veinte instrumentos que podrán ser solicitados en los distintos conservatorios hasta el 3 de junio, y que los alumnos de luthería han construido dentro de su plan de estudios: un violín el primer año, una viola en el segundo, un violonchelo en el tercero, y un cuarto instrumento de cuerda como proyecto final. De este modo, Bele prevé que para el curso 2017-2018 sean 40 los instrumentos disponibles en este programa, y que su número vaya aumentando en los siguientes ejercicios.
“Se trata de un proyecto muy interesante y enriquecedor para nuestra escuela, ya que ofrece la posibilidad de que podamos mejorar la construcción de las piezas. Es un programa que permite la colaboración entre los constructores y quienes van a tocar los instrumentos”, añadió Luis Artola, profesor de Bele. Para el luthier, esta iniciativa facilita “un feedback muy interesante, porque va a posibilitar la evaluación constante del instrumento y su mejora, además de incentivar la formación y la capacitación del alumnado”.
La escuela El próximo año se cumplirán 30 años desde que Bele comenzase a impartir estudios de luthería en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga. Hoy continúa siendo el único centro público de todo el Estado que imparte esta enseñanza. “El título de luthier no existe oficialmente, pero nuestro plan de estudios está adaptado a que esta sea una formación de calidad y de nivel superior, y eso es lo que nos importa”, afirmó Artola.
La formación impartida engloba todo el proceso para crear un instrumento de cuerda, partiendo de los trozos de madera hasta el diseño, el conocimiento de los materiales, la mecánica acústica, el trabajo con las herramientas, y los conocimientos técnicos de la forma y la estructura de los instrumentos. “Sale un profesional que, sin duda, va a ser capaz de responder a las necesidades de los músicos”, apostilló Artola.
En los tres cursos académicos que duran los estudios, ampliables a un máximo de cuatro, el objetivo principal es la construcción de un cuarteto de cuerda, compuesto por dos violines, una viola y un chelo. Además, en la formación es imprescindible el conocimiento de las diferentes técnicas de barnizado y acabado de los instrumentos, a lo que se suman los métodos de encerado, mantenimiento y cuidado de los arcos, y reparaciones y restauraciones que se pueden aplicar en ellos, ya que como apuntó el docente, “es una de las salidas más importantes dentro de este sector ”.
clases reducidas La escuela cuenta con clases muy reducidas, compuestas por siete u ocho alumnos por curso, ya que se trata de “una formación muy personalizada en la que hay que trabajar muy de cerca todas las capacidades propias de cada alumno”. “La mayoría cuando llegan tienen una base en música o en artesanía con madera, y esas son las disciplinas que hay que desarrollar”, añadió Artola.
En el taller de enseñanza, entre herramientas, barniz y madera, los alumnos de Bele trabajan con minuciosidad, estudiando cada detalle, para construir los mejores instrumentos. Imanol Alberdi es uno de los aprendices de Bele. Tiene 19 años y está en primer curso. “Toco el violín y desde pequeño he tallado madera. Mi profesor me sugirió esta escuela y me abrió los ojos. Tenía miedo porque no sabía lo que me iba a encontrar, pero me encantó”, explicó el joven.
Josu Mendiola, en cambio, se encuentra estudiando el segundo curso y aseguró que “de un año a otro, el avance es notorio a la hora de trabajar con las herramientas”. “A mí me parece increíble coger un trozo de madera y con eso crear un instrumento, es fascinante”, agregó. En cuanto al programa de préstamo, está convencido de que es “una buena manera de tener referencias de tu trabajo. Se trata de tu primer violín, tu primera viola y tu primer chelo, y en base a la opinión de los músicos recibes mucha información del instrumento, como qué puntos de mejora tiene”. Mendiola comentó que desde que comenzó sus estudios de luthería, su aprecio a los instrumentos es mayor, ya que ha aprendido “la delicadeza y fragilidad que puede llegar a tener”.
En cuanto al futuro profesional de los alumnos, Artola explicó que habitualmente “trabajan en talleres autónomos, o en factorías pequeñas de no más de tres o cuatro personas”. Sin embargo, Bele cuenta con un nuevo plan de estudios que ofrece desde este curso prácticas en empresas, “lo que está permitiendo mayor empleabilidad, contacto con el sector, y mayor conocimiento sobre lo que supone para uno crear su propio taller, y todo ello está aumentando las posibilidades de empleo de los jóvenes”.
Bele se encuentra preparando ya el comienzo del próximo curso. El plazo de inscripción para las pruebas de acceso a las enseñanzas de luthería estará abierto hasta el próximo miércoles y estas se realizarán el 17 de junio.