BILBAO - Su DNI marca 56 años pero Bryan Adams, tal y como cantó ayer en el BEC, ante unos 10.000 seguidores entregados y maduros, tendrá 18 hasta que se vaya a la tumba. Sin alardes escenográficos, solo con pantallas y proyecciones, confió en éxitos como Run to you, Heaven y (Everything I do) I do it for you, a ritmo de rock sencillo y baladas acarameladas, para acercar al cielo a sus fans durante casi dos horas de concierto.

That’s rock and roll es una de las canciones de su último álbum, tema que le da título (Get up), que pasó por alto ayer y en el que alude a Elvis Presley y Buddy Holly. En él se resume su filosofía musical cuando habla de montar una fiesta a ritmo de un rock sencillo, clásico, rabiosamente simple y directo. Y a ello se puso en el BEC con casi veinte minutos de retraso. Salió maqueado, con su minitupé repeinado y aire juvenil y tomó el escenario acompañado de un cuarteto roquero liderado por las guitarras de su inseparable y virtuoso Keith Scott.

Empezó pisando el presente con Do what you gotta do, haciendo restallar las guitarras y el público se fue arriba con el tema de Get up. Fue solo para abrir boca, ya que, a excepción del reciente Go down rockin’ y el posterior You belong to me, la siguiente hora larga se centró en un recorrido por sus clásicos. El canadiense, simpático y cercano, apoyado por una bandera de su país en primera fila y “feliz de estar en Bilbao”, jugó a caballo ganador y optó por un repertorio del que ha vendido más de 65 millones de copias. El repaso se inició con Can’t stop this thing we started y siguió con el rescate de canciones de Reckless, con She’s only happy when she’s dancing y Run to you al frente.

Dominador en un escenario desnudo, con el apoyo de pantallas laterales para seguir a los músicos y otra a su espalda con proyecciones y vídeos, Adams hizo llegar su voz afilada pero emotiva con un sonido aceptable y contundente que trasladó al cielo al pabellón con Heaven, la primera de un lote de sus baladas almibaradas que siguió, en acústico, con la encantadoramente pop (y moña) When you’re gone, y la romanticona (Everything I do) I do it for you.

Adams combinó con maestría sus tempos lentos con un rosario de rocks sencillos desde que entregó, a todo volumen, Kids wanna rock. Adolescentes había pocos, pero su veterano público roqueó con él con clásicos Summer of ‘69 y 18 til I die, su vitalista guiño a Peter Pan.

En la recta final alternó medios tiempos como Cuts like a knife con piezas de aliento blues como If ya wanna be bad ya gotta be good (al ritmo del baile de Susana, en el graderío), un Let’s make a night... pedido desde una pancarta, el guiño aflamencado de Have you ever really loved a woman? y latigazos eléctricos como The only thing that looks good on me is you.

El bis hizo regresar al BEC al presente con la melodía luminosa de Brand new day, que el público coreó a pesar de la cercanía de su edición. La locura final, con sus fans desatados, tuvo en un lado de la balanza el guiño roquista al C’mon everybody (literal, todos se lanzaron a gritar) de Eddie Cochran, y la azucarada All for love postrera en el otro. Un puño de hierro y otro de azúcar. That’s rock & roll? para Adams y sus satisfechos fans, que rozaron el cielo en el BEC.