FAMOSO por la contundencia y sabor de sus chuletones, Berriz tiene otros motivos suficientes para activar el deseo de descubrimiento. Entre ellos destacan sus rutas y paseos por sus terrenos escarpados, incluidos los del entorno del arroyo Arrierreka, y su rico patrimonio histórico, que exhibe orgulloso diferentes palacios renacentistas, casas torre, molinos, la iglesia de Santa Mª de Andikoa o el santuario de Andiko.

Berriz, cercano a su hermana mayor Durango y dividida en siete barrios, es la comidilla (nunca mejor dicho) general por sus chuletones, destacables especialmente en locales como el Juliantxu. Quien se anime a visitar el pueblo vizcaino podrá después (para bajar la comida) realizar diversos recorridos (a pie o en bici de montaña), para disfrutar de un rico patrimonio histórico y natural no tan conocido como se merece.

Su zona norte ofrece un terreno accidentado, en el que destaca el monte Artiezu y sugiere múltiples itinerarios, sin olvidar las pequeñas colinas asentadas al sur del río Ibaizabal. La visita a su entorno natural debe incluir los alrededores del arroyo Arrierreka, que baja del monte Oiz y forma un paisaje similar al de un museo al aire libre que “incorpora una serie de elementos que explican la historia de Berriz y alrededores”, según fuentes municipales.

En dicho entorno todavía se percibe la herencia de la actuación humana, en forma de presas, balsas, cauces, máquinas, caminos, puentes de piedra, restos de muros y una serie de instalaciones mecánicas, bienes inmuebles e infraestructuras hidráulicas con gran valor etnográfico, histórico, simbólico y paisajístico, como los restos de las ferrerías de Erroteta y Olazarra.

Ya en el pueblo, el paseo debe enriquecerse admirando las tres torres banderizas de Berriz, Lariz y Arria, que se reconvirtieron en palacios renacentistas en el siglo XVI; las casas solariegas de Berrizbeitia, Iturriza, Isunza y Olabe de los Molinos; el santuario de Andiko, la docena de ermitas del municipio y las iglesias de San Juan Evangelista y Santa María de Andikoa, esta última con un retablo dorado de estilo barroco. Los creyentes no deberían marcharse sin visitar el museo Margarita María, centrado en la obra de la religiosa y las Mercedarias Misioneras de Berriz. Además de su oferta gastronómica de restaurantes y bares, Berriz cuenta con varias casas rurales y albergues.