Uribe cierra su trilogía sobre el terrorismo con ‘Lejos del mar’
“Quería hablar de las consecuencias de la violencia”, dijo ayer en la presentación del filme
donostia - Imanol Uribe fue uno de los grandes protagonistas de ayer en Donostia, donde se proyecta, fuera de concurso, Lejos del mar, una historia de arrepentimiento y muertes imposibles de olvidar, con la que cierra la trilogía formada por La muerte de Mikel (1984) y Días contados (1994). “Las secuelas de la violencia salen por el lado más insospechado”, y esa es, según Uribe, la esencia de una trilogía sobre el terrorismo que, según el director vasco, parece terminar aquí (pero podría tener “otros dieciocho capítulos”) y con la que pide pasar página.
La muerte de Mikel, Días contados -el largometraje más nominado de la historia de los Goya- y ésta “tienen cosas en común -explicó Uribe- por cuanto son relaciones de pareja, cada una muy diferente; Mikel es un abertzale que descubría su sexualidad y en Días... un etarra se enamora de una yonki”. “Son todo relaciones de pareja extremas; esta es una historia que manejaba desde hace tiempo, quería hablar de las consecuencias de la violencia y cómo las secuelas salen luego por el lado más insospechado”, subrayó. “Pero a esto no lo llames historia de amor, aquí no hay amor en ningún instante”, disparó Anaya, protagonista de la cinta y feliz de hacer un papel “complejo, con diferentes capas”, que le permite dar una profundidad diferente “porque son emociones que no han sido contadas antes”. La actriz cree que en Lejos del mar lo que hay “es un encuentro de dos personas que, alejadas de todo y de todos, pueden confesarse y vomitar una serie de daños y fracturas inconfesables”.
Con guión del propio Uribe y Daniel Cebrián, la película narra el encuentro por azar de un etarra (Eduard Fernández) con la hija de una víctima, tras salir de prisión por la aplicación de la doctrina Parot. El preso ha cumplido parte de su condena y viaja a Almería, donde reside un amigo al que conoció en la cárcel. “A este hombre le quedaban por cumplir diez o doce años; quería plasmar el desconcierto de verse en la calle sin tenerlo masticado, después de tantos años”, comenta el director. “Yo no soy político, de hecho -confesó ayer Uribe- huyo de la política como de la peste; he escogido estos personajes porque me interesaban desde el punto de vista de los sentimientos, me parecían atractivos en su dolor, veía su circunstancia, que yo viví en los años 80, y era un contexto muy de película, pero he intentado alejarlos de circunstancias políticas concretas”.
Para Anaya, “cada historia puede ser interpretada de muchas maneras; por el público, por el director, por los actores... En este caso -afirmó- Imanol Uribe me parece un señor muy implicado con su cinematografía y muy pasional; luego tenía muchas ganas de verme frente a frente con Eduard (Fernández) y ver qué nos pasaba”, dijo, sonriente. “Es una película con muchos silencios y muchas preguntas sin responder; hay ganas de decirse muchas cosas, que no salen hasta que se arman de valor”, apostilló la actriz palentina.
Más en Cultura
-
Springsteen arroja luz a su carrera oficial con 83 canciones inéditas
-
El Bilbao BBK Live da a conocer los horarios y los escenarios de sus conciertos
-
Un dron que baila o un taller de movimiento a ciegas, propuestas de este año de Lekuz Leku
-
BBK prepara un importante despliegue técnico para los conciertos de Iñigo (ETS), Amaia y Arde Bogotá sobre la ría