bilbao - “Mi origen está en la música. Todo lo demás vino después”, asegura José Miguel Monzón, alias El Gran Wyoming, que desconecta los fines de semana de la información y la política del programa televisivo El intermedio, en La Sexta, versionando clásicos del rock en inglés y castellano. El viernes actuará en Bilbao junto al grupo Los Insolventes, formado por Miguel Ariza (guitarra solista y coros), José Alberto Solís (bajo Rickenbacker), Manolo Villalta (teclado) y Luis de Diego (batería).
Músico, actor, presentador, escritor, cómico? ¿Es hiperactivo?
-Es casi todo lo mismo, aunque mi origen es la música. Tuve un grupo de rock’n’roll, Paracelso, antes de tocar en bares con El Reverendo al piano. A partir de ahí, salió lo de la televisión, el cine y el teatro.
Y el fin de semana, música. ¿No descansa nunca?
-Esta vida está muy bien. Tocas poco tiempo, no tienes jefes y te pagan. He llegado a los 60 años hecho un niño.
Y cantando desconecta de una semana ligada a la actualidad y la política en la televisión.
-Exacto, la música cumple una función terapéutica indiscutible. Además, me obliga a viajar, a conocer gente y me hace mejor persona. Para colmo, el rock’n’roll supone una gran tormenta de endorfinas. Es algo glorioso.
¿Qué primer recuerdo musical guarda en la memoria?
-¡Ufff, no sé, no lo recuerdo! Desde chiquitillo me gusta la música. Ten en cuenta que soy contemporáneo de los Rolling y los Beatles. En general, el pop británico me noqueó. Los Rolling, Beatles, The Kinks, The Who? Fue una explosión tremenda porque era el reinado de los singles y cada canción que se editaba podía ser un número 1. Tenía 15 años cuando surgió el festival de Woodstock y vi hacerse famosos a Jimi Hendrix y Janis Joplin.
Solo se defiende con la guitarra y su voz tampoco es maravillosa. ¿Le van a ver porque es conocido y sale en la tele?
-No digo que no. En el mundo de la canción hay un antes y un después de Dylan, el primer músico que cantaba como la gente normal. A partir de entonces se empezaron a valorar otras cosas. En mi caso concreto, vienen porque soy famoso. Si fuéramos un grupo desconocido, tocaríamos en bares pequeños.
Si no tuviera la tele, ¿tocando tendría difícil llegar a fin de mes?
-¡Y tanto! La música está en su peor momento, de lejos. Cuando empezaba, sin haber grabado discos, ya me pagaban más que ahora. Además, había muchos sitios para tocar y se valoraba mucho la música en vivo, al contrario que ahora, cuando todo el mundo se la baja gratis de Internet. A uno se le valora en función de lo que hace y si lo que hace el músico vale cero? pues todos valemos cero.
Es muy difícil revertir esa situación, ¿no cree?
-Es que hay una generación que se ha criado en ella y no sabe lo que es comprar un disco. Un hijo mío se reía, con 12 años, porque un amigo, al que llamó cutre, había regalado un CD a un compañero. Yo me crié en un mundo en el que era un regalo normal entre adultos.
¿Qué se encontrará quien vaya a verle al Kafe Antzokia?
-Una fiesta de rock’n’roll repleta de versiones. Hacemos rock y pop, en inglés y castellano. De Buddy Holly y Chuck Berry a Ramones, Siniestro Total, Los Salvajes o Rosendo.
Con chascarrillos, imagino.
-Alguno, sí. A veces me enrollo hablando de lo bien dotado que estaba Chuck Berry.
¿Qué música asocia con Rajoy?
-Me viene mejor una película de Coppola: Apocalipsis now. Sonaba This is the end, de The Doors.
¿Y con Sánchez, del PSOE?
-(I can’t get no) Satisfaction.
¿La lideresa, Esperanza Aguirre?
-Siniestro Total, sin duda.
¿Pablo Iglesias?
-Here comes the sun (risas).
¿Albert Rivera?
-Al señorito Rivera? una de Mari Trini: Yo no soy esa.
¿Cayo Lara o Alberto Garzón?
-(Lo piensa mucho). Rosendo.
¿Rosa Díez?
-La canción de Titanic. Por el resultado final, va enfilada al iceberg.
¿Y el lehendakari Urkullu?
-¡Ostras! Es difícil, me coge lejos. Quizás el Sgt. Peppers, de Beatles.
¿Tocar rock es hacer política?
-No, no. Me eduqué con música importada. La acción política era cosa de los cantautores. La música era un reflejo de la sociedad.
Vamos, que vuelve el heavy.
-Casi, casi. O el punk.
Hace un ‘cameo’ en el último ‘Torrente’. ¿Esa saga no es ‘caspa’?
-Es que Santiago Segura y yo somos amigos y salgo en casi todas. Torrente es un retrato muy bueno de una España. Porque, digan lo que digan, no hay una sola; ni siquiera dos. Yo me encuentro en una España situada a años luz de la de José María Aznar, por ejemplo. La suya está más cerca de la de El Cid Campeador que de la mía. Abomino su mundo, estoy en la cara oculta de la luna.
¿Van remitiendo aquellas críticas contra su patrimonio inmobiliario o van en el cargo de quien sale en televisión y ejerce la crítica social y política?
-Sí, está claro. Pero me trae sin cuidado. Lo insólito es que parece que soy el único que tiene dinero en este país. A otros artistas no les preguntan por su patrimonio, no digo siquiera a los banqueros. Solo me lo dicen a mí. Intentan desacreditarme como persona, pero lo que digan no tiene valor alguno. Es algo que me trae totalmente sin cuidado. Lo que puedo decir es que si estuviera jugando al golf todo el día en las Bahamas, sería un tipo de puta madre.
¿Se sorprendería si alguien del PP, de Nuevas Generaciones o de Ciudadanos fuera a su concierto en Bilbao?
-Pues no lo sé. Lo que sí puedo decir es que, desde hace dos o tres años, gente de posiciones altas, de barrios determinados de Madrid con casi un 100% de votos del Partido Popular, me para por la calle y me dice que no está de acuerdo con lo que digo, pero que les parece bien. Eso antes no pasaba. Ellos también entienden que los gobernantes no están haciendo bien su cometido. Además, están mosqueados porque los dirigentes ganan más dinero que ellos. Reflexionan y dicen que sus empleados tienen el triple de patrimonio que ellos. Y eso les toca bastante las narices porque eso sí que no, eso no puede ser.