Donostia - Polifacético como pocos, el fotógrafo guipuzcoano Xanti Rodríguez habla de los inicios de su carrera, de su estilo entre surrealista y onírico, y de las múltiples facetas que cultiva.

¿Cuál es su primer recuerdo fotográfico?

-Está relacionado con mi padre porque si hoy soy fotógrafo, es por su culpa en gran parte. Él era uno de los cuatro fotógrafos de Azpeitia, tenía una tienda, Foto Ángel, que hacía trabajos de bodas, comuniones, etc. Hoy, tras su jubilación, el responsable es mi hermano pero desde que nacimos el aita nos sacaba fotos diariamente, así que le recuerdo siempre dándonos caña con su antigua Nikon.

¿Y su primera cámara?

-De niños llegamos a utilizar una Nikon F-801 en algún rally fotográfico pero las primeras experiencias serias fueron con la Minolta que mi padre nos regaló a mi hermano y a mí cuando fuimos a estudiar fotografía a Barcelona.

Entonces, ¿ya había decidido dedicarse profesionalmente a ello?

-Sí. Compaginé mis estudios de fotografía con los de cómic e ilustración, porque antes de despuntar como fotógrafo, fui dibujante e incluso llegué a ganar algún concurso local. Cuando llegué a Barcelona tenía claro que mi destino iba a ser algo vinculado a la imagen, pero no sabía exactamente qué. Al final he mezclado ambas disciplinas y si soy sincero, me ha servido más la parte del cómic que estudié allí porque la fotografía ya la había aprendido con mi padre cubriendo alguna boda.

Después orientó su carrera hacia la publicidad y la moda...

-Hasta hace tres años la mayor parte de mi trabajo era fotografía social, pero ahora el 80% de lo que hago es publicidad y el 20% encargos de gente del pueblo que quieren sacar fotos a los niños y demás.

Se puede decir que combina usted la tradición del fotógrafo de pueblo con trabajos para gigantes como Apple, Nissan o Warner.

-Sí, y me siento muy cómodo trabajando con gente cercana y accesible. El mundo de la publicidad es apasionante pero muy duro. Tiene una gran cantidad de exigencias que debes cumplir pero me siento compensado teniendo ese punto cercano del pueblo. A algunos colegas de profesión les parece extraño pero sigo haciendo esos trabajos porque me gusta la confianza que depositan en mí los clientes cercanos.

¿Cuál es el principal desafío de la fotografía publicitaria? Algunos la sitúan en un nivel inferior a la fotografía artística o al fotorreportaje...

-Cuando trabajas con grandes marcas lo más importante es la satisfacción del cliente. Suelen tener una enorme cartera gráfica de trabajos potentes y es difícil mantener el nivel, conseguir lo que ellos quieren? Casi siempre tienen expectativas muy altas de imágenes con un contenido visual potente, así que lo más difícil es conseguir lo que ellos tienen en mente?

¿No siempre lo logra usted?

-Creo que sí, pero a veces no llegamos a entendernos y surgen pequeñas diferencias. Cuando tengo visualizada una imagen o una estética previamente acordada en boceto, yo la ejecuto de una forma personal aunque al final siempre terminas adecuándolo al estilo del cliente?

¿Eso es lo más duro? ¿No tener libertad total?

-Sí, por supuesto. Pocas veces una gran marca te da la libertad absoluta para crear una imagen que a ti te parezca la más impactante? Y es una pena porque yo me exigiría mucho más si el cliente me diera carta blanca a la hora de crear? En el mundo de la publicidad a veces agradecerías más manga ancha.

¿Le dan muchas indicaciones?

-Depende del cliente, pero muchas veces hay una agencia de publicidad potente detrás que te da la idea en un boceto para que tu lo ejecutes de la manera más profesional, con un acabado que cumpla las expectativas.

En su web también hay algunas imágenes gore y subidas de tono... ¿Son encargos?

-No, no? Las más explícitas forman parte de mis proyectos personales porque los encargos suelen ser bastante más lights en su contenido visual. En algunos trabajos personales incluyo modelos semidesnudas o escenas violentas con una estética más cañera que da mucho juego...

Además, suele hacer fotos para portadas de discos, sobre todo las de su grupo, Legen Beltza, en el que usted canta y toca el bajo.

-Le pego a todos los palos? La música es una pasión para mí también y me siento muy a gusto también en ese mundo. La mayor parte de los trabajos que hago en ese campo están relacionados con el metal o el rock. Es una gozada contactar con bandas como Su Ta Gar o Mago de Oz?

En cualquier caso, ha desarrollado un estilo reconocible, con un aire onírico y surrealista.

-Sí, has acertado con la definición. Creo que tengo bastante imaginación y me gusta emplear la máxima creatividad posible en las imágenes. Mi especialidad son los mundos irreales que parecen posibles. También me gusta el mundo del cine, así que suelo transmitir algo bastante cinemático, bien en aspectos visuales o estéticos, bien en lo referido al mensaje?

Su fotografía no podría concebirse sin el uso de herramientas digitales. ¿Cuánto hay de verdad y cuánto de manipulación en sus imágenes?

-También depende del trabajo. Suelo analizar lo que quiero conseguir y entonces decido cómo trabajar. A veces, como en un anuncio que hice para Nissan en Gros, solo actúo como fotógrafo. Hay encargos que no requieren de posproducción ni retoques digitales, solo hace falta tener ojo fotográfico. En cambio, otros trabajos, están creados al cien por cien con herramientas de 3D e infografía, como una imagen que hice para Navidul de una cigüeña llevando un jamón en lugar de un bebé. De todos modos, no deja de ser una fotografía porque tienes que crear una escena, iluminar, encuadrar, utilizar distancias focales? Me siento cómodo creando una imagen a partir de cero.

Eso le convierte en un fotógrafo versátil como pocos...

-Sí, me ha venido muy bien la formación en cómic e ilustración. Es lo que más asombra a la gente: “¿Lo haces todo tú?”, me preguntan. Tengo ojo fotográfico para hacer un reportaje meramente fotoperiodístico o uno al cien por cien ilustrativo con 3D.

¿Cuál es el caso de ‘Topa’, la fotografía que ha ganado el Goya 2015?

-Mitad y mitad. El sacacorchos y la silueta de la copa son reales, pero he creado digitalmente la línea que une ambos objetos. Podría haberle encargado parte del trabajo a un herrero, pero habría sido muy difícil reproducir exactamente lo que yo tenía en mi cabeza. Este premio me alegra doblemente porque la imagen no es para una gran compañía, sino para un bar del pueblo, el Topa, que da nombre a la obra. Me dieron libertad absoluta siempre que la foto tuviera que ver con el vino. Elegí una imagen bastante metafórica que aúna el viaje del vino desde que abres una botella y hasta que te la bebes.

Y qué es más importante, ¿tener ojo fotográfico o saber manejar el Photoshop y programas similares?

-Lo más importante es el ojo fotográfico y el dominio de la luz. Aunque manejes a las mil maravillas herramientas como Photoshop, sin una base sólida de fotografía e iluminación, es imposible corregir muchos errores. Saber iluminar y ejecutar una imagen con sobriedad es más importante que tener habilidades como retocador, aunque lo ideal hoy en día es aunar ambas cualidades.

¿Algún purista le ha acusado alguna vez de falsear las imágenes?

-Sí, sí. Está a la orden del día, es una discusión habitual en la que siempre digo lo mismo: si quiero un retrato sencillo, ilumino y fotografío a un modelo y punto, pero si necesito una imagen sorprendente y verosímil, tengo que usar técnicas digitales. ¿Por qué voy a prescindir de ello? Sinceramente, lo que opinen los puristas me la trae al pairo. Suele ser una guerra bastante absurda. En 2013 gané un premio de la Comunidad Valenciana con una imagen de una mujer en un salón con las puertas que se abren y entran un montón de hojas? Todo lo creé con 3D y un fotógrafo criticó al jurado que me dio el premio porque no le parecía que aquello fuese realmente fotografía. Yo acepté sus críticas pero insisto en que si quiero una imagen potente, intentaré conseguirla por cualquier medio. Lo importante es que guste y sorprenda?