Chocolate con churros al pie del Puente Colgante

EL gusto de tomarse un chocolate con churros de los auténticos, de esos de untar y relamirse, resulta especialmente placentero en estos fríos días de invierno. Así lo entienden en la Chocolatería Miramar, donde lo sirven a pedir de boca, elaborando ambos productos de forma “totalmente artesanal, “como se hace ya en poquísimos establecimientos”, aseguran sus responsables.

Desde que en 1976 arrancaran con el negocio, tomarse un chocolate con churros en el Miramar se ha convertido en una tradición que gusta disfrutar y saborear en familia, con los hijos, con los nietos, o con amigos y, por supuesto, en solitario. Su ubicación, en un lugar emblemático de la villa jarrillera, al pie del Puente Colgante, remata tan gustosa experiencia gastronómica del gusto de todos los públicos. Además, desde sus ventanales se tiene una panorámica magnífica del Abra.

En este establecimiento, ubicado en la ribera de Portugalete, es costumbre irresistible tomar el chocolate, preparado con cacaco cien po cien, acompañado de churros caseros, o bien con cualquier tarta elaborada en la propia casa, de manzana, de arroz, de queso... o su bizcocho de pasas y nueces, por citar algunas de sus delicias de repostería

En la barra del café-chocolatería Miramar son también recomendables sus croquetas, si bien preparan pintxos variados, bocadillos, sandwiches, hamburguesas, ensaladas y sirven raciones de patatas, ibéricas, langostinos plancha, espárragos dos salsas y rabas los domingos y festivos.

Quienes prefieran un café especial, los tienen a la crema, Bombón o vienés (con nata y cacao), así como infusiones de mora, pera y regaliz, o de pera, melón y miel.