LA pesca del bacalao es una actividad que siglos atrás tuvo gran importancia en la tradición marítima de Euskal Herria. Muchos arrantzales iban a Terranova-Labrador (Canadá) a atrapar uno de los pescados que más se ha consumido durante siglos, sobre todo en época de vigilia. Dada su importancia social y económica, el Museo Naval de Donostia acaba de inaugurar la exposición La gran pesca del bacalao, que permanecerá abierta hasta el 29 de noviembre de 2015, una muestra que recoge fotografías, documentos, grabados y maquetas relacionadas con esta labor. Así, la muestra explica cómo trabajaban los pescadores vascos, cuál era el proceso que se llevaba a cabo una vez llegaban a tierra, el papel de la mujer en esta actividad y el consumo del producto, entre otras cosas.

Recorrido por el museo

La planta baja del museo reúne información que abarca desde el siglo XVI al XIX, por lo que se puede apreciar el desarrollo que tuvo la pesca durante esos años. Un bacalao disecado es la “pieza del deseo” que da la bienvenida al visitante, según apuntó el comisario y codirector del museo, José María Unsain, el día de la inauguración. Al referirse al siglo XVI, confesó que no hay mucho material gráfico, por lo que encargaron dos acuarelas al pintor Juan Carlos Arbex, que ilustró cómo se realizaba esa actividad. Sorprende una de las dos obras, en la que se puede ver la playa de La Concha, con una imagen muy distinta a la de hoy en día. “Los barcos llegaban a la playa, donde había unas chabolas para recoger y ordenar el pescado”, explicó. En aquella época, Donostia era el puerto más importante de la costa vasca, y Pasaia, su filial. También hay otros elementos, como la maqueta de una nao del siglo XVI, que se ha construido basándose en el dintel de una puerta de Orio.

Según avanza en la exposición, el visitante se va encontrando con otras joyas. Por ejemplo, destaca el único documento de cartografía vasca, realizado por Detcheverry en 1689. “Es muy interesante por la toponimia”, señaló el comisario en la visita realizada con los medios. Al llegar al siglo XIX se observa un cambio, ya que se multiplica el material gráfico. En las fotografías se aprecian modificaciones técnicas, ya que a finales de siglo se implantaron los doris, unas barcas que llevaban en las grandes embarcaciones y que se utilizaban para pescar. Una de las piezas más importantes de la muestra es precisamente un dori, cedido por el Museu Marítimo de Ílhavo (Portugal).

Además, en esta planta se ha acondicionado un espacio para proyecciones, donde se pueden contemplar cuatro documentales relacionados con la pesca del bacalao: Mares de fortuna: la pesca (1997), Trintxerpe: Galiziarrak Euskal Herrian (2002), La pesca del bacalao en pareja (1995) y A Terranova por la ruta del bacalao (1967).

La planta superior del museo acoge piezas más recientes que las del piso inferior. De comienzos del siglo XX, destacan las fotografías de Alan Villiers, en las que aparecen pescadores portugueses. Al lado de ellas hay una bocina de niebla, que sin duda llamará la atención de muchos visitantes por el fuerte ruido que es capaz de crear. Por otro lado, también se observa una sección dedicada al “trabajo invisible” de las mujeres, que se dedicaban a la descarga y al empaquetado, entre otras tareas. “Uno de los documentos más antiguos habla de una mujer que financió un viaje a Terranova, Tomasa de Azkarate”, reveló Soco Romano, codirectora del museo. “También hay otro documento que dice que un capataz maltrataba a las mujeres en 1848”, añadió Unsain.

Como no podía ser de otra manera, el museo recoge documentos relacionados con Pysbe, la empresa pasaitarra que durante años tuvo el monopolio de la pesca del bacalao en el Estado español. Muestran sus embarcaciones, los bous, que en la Guerra Civil pasaron a ser barcos militares del bando republicano. También se expone la ropa de agua de la empresa. A partir de finales de los 40 y, sobre todo en los años 60, la técnica que más éxito tuvo fue la pesca en pareja. Consistía en que dos barcos hicieran el arrastre con una misma red. El museo ilustra este fenómeno con fotografías de la colección de José Manuel Álvarez.

Por último, la exposición recoge formas de consumo del bacalao: “cómo un pescado momificado se convierte en una delicia”. También se pueden observar otros usos aparte del gastronómico, como el medicinal con pomadas y aceite de hígado de bacalao.

Después del boom, la pesca del bacalao se ha ido apagando: hay solo cuatro bacaladeros en el Estado, dos en Pasaia y dos en Galicia.

Más que una exposición

Al hilo de esta muestra, durante el próximo año se realizarán diversas actividades relacionadas con la pesca del bacalao, según destacó la diputada de Cultura, Ikerne Badiola.

En marzo ofrecerán un homenaje a todas las personas que trabajaron en torno a este pescado. En representación de este colectivo, el pescador Juanito Makazaga recordó los viajes realizados a Terranova, donde pasaban cinco meses y después tenían veinte días para descansar. Por otro lado, también están programando charlas, visitas guiadas, talleres didácticos y otras actividades para que la sociedad pueda conocer de cerca la secular tradición marítima de nuestro pueblo.