donostia - La mitología vasca cuenta con seis tipos de gigantes, cuatro lamias, tres dragones, siete montes sagrados... Como demuestra la escritora Toti Martínez de Lezea (Gasteiz, 1949) con su nueva novela editada por Erein, es material suficiente para escribir historias fantásticas. “Nuestro imaginario es básicamente anglosajón, pero nosotros tenemos suficiente historia, mitología y paisajes como para escribir decenas de novelas de este género”, declaró la autora de Enda -que significa linaje en euskera antiguo-. En la presentación de ayer en Donostia, la autora dio a conocer tanto la versión en euskera como la de castellano de este último trabajo.

“Me apetecía hacer una novela fantástica y friki”, confesó Martínez de Lezea, pero admitió que, al final, el resultado dista bastante de lo que se había imaginado en un principio. “Los lugares son reales, los nombres de las tribus existieron y la mitología no me la he inventado, la gente de aquella época creía en esos seres igual que hoy en día se cree en el cristianismo”, explicó, para agregar que “no ha resultado una novela tan ficticia”. Lo que pretendía ser una historia de fantasía ha terminado siendo una en la que se viven aventuras, de lucha y de creencias, en las casi 500 páginas del libro.

Enda se sitúa en una zona indeterminada de Euskadi hacia el año 580, una época en la que “no existía Vasconia, ni mucho menos Euskal Herria o Navarra”. No había una “identidad patria”, sino distintas tribus que tenían en común el territorio, las creencias y hablaban un idioma parecido.

Con todo, la escritora alavesa se ha tomado unas licencias con el nombre de los lugares. “¿Dónde está la montaña de los vientos, la selva de los espíritus, la montaña sagrada, el desfiladero tenebroso o la quebrada oscura? Todos son lugares de nuestro paisaje, pero llevan otro nombre”, aseguró. “Que la gente intente adivinar qué lugares son es parte de la diversión”, añadió. Por otro lado, ha prescindido de uno de los personajes que no suele faltar en este tipo de novelas: el rey. “Aquí el único rey es de los malos, el invasor”, afirmó. Las tribus están dirigidas por un jefe, y “por su puesto, no se trata de cargos hereditarios”, sino que la persona que encabezaba el grupo era el más valiente o el mejor luchador.

La acción comienza cuando las tribus se enteran de que un ejercito del norte viene con intención de conquistarles. Entre los personajes, sobresale Endara, una joven que nació una noche de luna roja, símbolo de mal presagio. Por eso, decide escapar hacia la Montaña Sagrada. “Además, es la persona que utiliza Dios para comunicarse con los humanos, ya que se mete en su cuerpo”, adelantó Martínez de Lezea.

También tienen gran carga en la historia otros personajes como Ihabar, un joven que lucha por ser reconocido como un gran guerrero; su padre, Atta, que se comporta como un buen jefe de tribu y quiere proteger a su pueblo; Garr, un guerrero escéptico que intenta olvidar la destrucción de su ciudad; el dux Baladaste, que hace planes para adueñarse de la Tierra de Enda; o la preciosa Tala, una mujer que se transforma en lo que quiere, y que según dijo la autora, “representa la ambición”. “Muchos de los personajes, aunque se sitúen en ese contexto, son muy actuales -continuó-. Por ejemplo, también hay algunos traidores en la historia, y de esos había antes y hay ahora”.

Por otro lado, señaló que se le hizo “muy normal” meter a un gentil en un momento dado, por ejemplo, ya que “si ellos creían en esos personajes, no me ha parecido nada raro”.

La presentación de Enda contó con el aliciente de la proyección del booktrailer del libro, realizado en clave amistosa por la empresa Adiune Proiektuen Fabrika y allegados de la autora. “Pensamos en hacer algo diferente, y mis vecinos y amigos de Larrabetzu no dudaron en hacer de actores para el vídeo”, explicó la escritora, quien agregó que la banda sonora fue obra de su amiga y también cantante Maite Itoitz, que también interpreta un papel en el trailer. “Ha sido un regalo por parte de todos”, apuntó. Además, afirmó que lo hicieron con muy pocos medios. “Con el presupuesto de El Hobbit, nos habría salido algo de la leche”, bromeó.