ISMAEL Serrano estrena paternidad, nueva compañía discográfica y el sonido más “austral” de su carrera, repleto de guiños a la música y a los instrumentos de América Latina en La llamada (Sony). En lo que no se advierte mutación alguna es en su actitud ante la vida y la sociedad, volcada en unas letras repletas de poesía luchadora y resistente, libre y rebelde. “No me seas conformista, acuérdate de vivir”, canta el vallecano, que actuará en el Arriaga bilbaino el próximo 23 de marzo.

Quizás no todo esté perdido si el arte nos deja periódicamente obras comprometidas con el ser humano y su tiempo como la película Dos días, una noche, de los hermanos Dardenne, y La llamada, el nuevo disco de Serrano, el madrileño que tras aprender de las asambleas de barrio y la guitarra de palo de los cantantes de la transición, y deslumbrar con Papá cuéntame otra vez, es el único cantautor de su generación que ha logrado sobrevivir a esta última década musical y económica “de plomo”.

De ’hecho, La llamada se ha alzado al nº 1 de ventas por delante de grupos de tirón comercial y pop como Auryn o Maldita Nerea. Quizás todavía haya esperanza, sí. Serrano, de 40 años, hace referencia en el título a las tradicionales “llamadas” del carnaval uruguayo, que suele convocarse a golpe de tambor. La extrapolación parece evidente en un autor para quien, según explicó a DEIA, “el ciudadano ha perdido conciencia de su capacidad de influir; la sociedad está tan atomizada que no sabemos que se puede influir si se buscan las complicidades necesarias”.

Y a ello se pone Serrano, quien siempre ha mantenido una relación especial con Latinoamérica por razones sentimentales y sociales - “viajar allí es unas de las cosas más bonitas de esta profesión porque me permite conocer realidades diferentes”- , y también económicas, ya que abre “un nuevo mercado” ante “la precarización de nuestro oficio, al igual que el de otros trabajadores”. En este 9º CD de estudio, su querencia por el otro lado del océano se apoya en instrumentos como el batá, el bongó, el pandeiro, el güiro, el tambor?

La alegría, el amor, la fiesta y la celebración de la vida se ven tamizadas por la lucha en estas 13 canciones del cantautor. “Es una llamada a la unión, a la rebeldía y a la esperanza. Sobre todo, una llamada a huir de la resignación y del conformismo”, explica Serrano, quien reconoce una deuda -más evidente ahora musicalmente- con Víctor Jara, Silvio Rodríguez o Mercedes Sosa. Sobre todo en cuestiones rítmicas, que adquieren un poso y presencia tan importante como las melodías, letras y armonías. Especialmente rupturista suena El día de la ira, de corte electrónica.

personal y global “Para un cantautor de mi generación, hoy por hoy el folclore es algo global. Uno tiene una mirada amplia y plural que permite beber de diferentes tradiciones. El reto es llevarlo a tu territorio, que suenen a ti y que haya un hilo conductor”, defiende Serrano, que se siente cómodo en temas de aires latinoamericanos como Candombe para olvidar, en el que aboga por aprender de las derrotas; Pequeña bachata mediterránea, sensual, orquestal y amorosa; o Quisiera, con ecos de samba.

También el cantautor tradicional se atisba en La llamada, con guitarras acústicas aunque con arreglos orquestales en momentos de aires folk y en alguna balada clasicista liderada por un piano, aunque quizás la gema musical del álbum sea Mi problema, una ranchera con letra de su aita periodista, subrayada por un mariachi y cantada a dúo con Natalia Lafourcade. Es una canción de amor y desamor, pero no la única. En Apenas sé nada de la vida, reconoce que “tu amor espanta los demonios” y en Pequeña bachata mediterránea entona “no hay poema sin tu olor”.

También hay crítica en Serrano, que echa puntualmente la vista atrás para recordar a Cobain, Benedetti, Sabina, el Comandante Marcos, Kundera, a los tiempos de barricadas y pañuelos palestinos, pero asienta con fuerza los pies en el presente en El día de la ira - contrapone “los templos de la usura y la hiena financiera” con “la alegría y el rumor en el silencio”- ; Rebelión en Hamelin, donde canta “no me seas conformista, acuérdate de vivir, que no te engañe el flautista”; o La casa y el lobo, todo solidaridad ante los desahucios. Una llamada para unirse “al grito de los cansados”, salir a la calle y “que el miedo cambie de bando”.