BILBAO. La gira de presentación del CD recala esta noche en el Kafe An-tzokia de Bilbao.
Iniciada la gira y finalizada la Azoka de Durango, ¿qué impresión tiene de cómo se ha recibido?
Me da la sensación de que llevaba con la idea más tiempo del que pensaba, de haber cumplido algo que quería hacer. Y desde el primer momento creo que la gente se lo ha tomado en serio y ha apreciado que había una intención y un trabajo serio detrás. No sabía cómo se iba a recibir el disco porque nunca había sido intérprete de canciones ajenas. La aceptación ha sido muy buena.
El tópico asegura que se hace un disco en directo o de versiones cuando falla la inspiración. ¿Cómo surgió la idea? ¿La culpa fue de Laboa?
Tengo dos directos, además de este de versiones. Creo que grabar en vivo es algo natural para el músico. Este CD surgió pasado un tiempo de la versión que hice de Laboa para el proyecto Txinaurriak. Ahí vi que mi trabajo tenía eco y que crecía en directo, y no era una extravagancia. En marzo de 2012 hice unos conciertos en Galicia tras la publicación de una antología vasca en gallego y canté no solo a Atxaga o Sarrionandia, sino también una versión de Lete. Al volver la presenté al grupo, especulamos con ella y surgió el disco.
¿Resultó duro seleccionar los músicos y canciones a versionar?
La mayor parte de las canciones las tenía claras, pero no sé la razón. El CD no es una antología crítica, no están las que yo creo buenas, ni mucho menos. Muchas se basan en la amistad con sus autores; otras están muy dentro de mí.
Sorprende escucharle cantar 'Sarri Sarri'.
Jamás pensé que iba a cantarla aunque estuve con Fermín Muguruza en el estudio cuando la grabó con Kortatu. Me pidió consejo. Entonces tenía una visión más crítica de los compañeros, ya que todos nos basamos en la negación de lo anterior y yo hacía mi propia música. Era algo que veía de lejos. Estos discos tienen dos lecturas: una el disco en sí, su sonoridad y cómo está cantado; y otra, compararlo con los originales. Hay oyentes a los que no les gusta que se cambien porque asocian las canciones con momentos personales. A mí me gusta que hasta los propios autores las modifiquen, me divierte.
Ha elegido versiones muy diversas en estilos y épocas. ¿Es así usted como oyente?
Sí, es algo natural. Lo sorprendente es lo contrario, ese que solo oye heavy, por ejemplo. De todas formas, me parece bien porque toda libertad es poca. Aquí voy de un extremo y de un mundo a otro de lo que se ha podido hacer en euskera. De Etxahun, un cantante popular de un tiempo anterior al disco, a Delirium Tremens o Kortatu. Por eso he tratado de darle una unidad de sonido, ya que me gusta el concepto global de un álbum. Que los temas tengan coherencia aunque sean diversos en temática?
Es usted un antiguo. Los jóvenes oyen solo canciones sueltas.
(Risas). Ya. Al principio los discos eran colecciones de singles, pero dejó de serlo luego. Temí que Azukre? fuera demasiado diverso, pero creo haber logrado una cierta unidad.
Las ha hecho suyas todas.
Hay que hacer de la necesidad virtud. He tratado de ponerme al lado de la canción, de vivirla. Así fue el caso de Itoiz en la época de rock progresivo, con melodías inspiradas pero cambios de tono y grandes solos, o de Hertzainak, con esa tendencia rock pero con su inusual querencia por los ritmos latinoamericanos. El respeto ha ido por delante.
¿Cuál ha sido la versión más sencilla y la más costosa?
(Duda). La más fácil, por intuición, fue Gure bazterrak, de Laboa. La llevamos a otro terreno en sonoridad pero fue como si la escuchara en mi cabeza. Una de las más complicadas, por razones formales, fue Sigarrillos amariyos, de Hertzainak. Era peculiar. De todas formas, igual hacer Ama Euskadi, de Etxahun, es el mayor atrevimiento del disco. No lo he dicho hasta ahora, pero creo haber asumido riesgos importantes con este disco.
¿Tiene alguna favorita entre las doce canciones elegidas?
No, pero lo curioso es que me cuesta escuchar los discos con mis canciones, pero este de versiones lo oigo en el coche. Es como si otro cantara, desde una visión más objetiva.
¿Cómo eligió ese título tan bonito para el CD?
Quería dar a entender que era algo elegido, un capricho. Azukre kozkorrak significa terrones de azúcar pero también es una expresión euskaldun común de cariño: nire bihotzeko azukre kozkorrak.
Entonces el disco es un acto de amor.
Hay algo de eso. Además, está la idea de atestiguar que esas canciones existieron. Algunas, como la de Koska, ni se editaron en CD, y luego está Kanpo, de Errobi. Cantar eso en euskera en los 70 era lo más prohibido del mundo.