BILBAO. "El artista vive el momento y el presente, se nutre de las raíces y busca su propia voz", asegura el baracaldés, que se pasará por Bilbao el 26 de diciembre (Bilbaína Jazz Club) con Khatorno, el grupo de Santi Ibarretxe.

¿Se acercó a la música con el folk euskaldun?

Mi primer recuerdo musical es mi hermana tocando el piano. El tema Eme está dedicado a ella. Luego estudié solfeo y violín, y a los ocho años comencé a bailar en el batzoki de Barakaldo, antes de entrar en la compañía de danzas Ibarrakaldu. De esta manera, siento una profunda conexión con el folklore vasco. El ritmo de zortziko y los bailes como la makil-dantza son una gran influencia y me encanta incorporarlos a mi música.

¿Entró en contacto con el jazz antes de estudiar en Musikene?

Sí, con 21 años, en un seminario de jazz en la Escuela de Música de Getxo, cuando todavía estudiaba ingeniería informática. Por aquel entonces me daba mucho respeto la improvisación, pero gracias a mi ama di el paso. Allí conocí a Iñaki Salvador, Gonzalo Tejada y Gorka Benítez, profesores todos del seminario. Los de la escuela son Jon Piris y Raúl Sainz de Rozas, de los que tanto aprendí. Gracias a Jon di mis primeros pasos en el jazz, pude entrar de profesor en la Escuela de Música de Bermeo y, más tarde, dar el salto a Musikene.

En Musikene formó Citric, que obtuvo cierto éxito en festivales, pero acabó en Madrid. ¿Por qué?

Me mudé a Madrid porque tenía más relación con músicos de esa ciudad que con los de Barcelona: fue una elección natural. Y he tenido suerte porque ahora hay un movimiento creativo muy fuerte en Madrid. Barcelona ha sido desde hace tiempo la meca del jazz pero puedo decir que Madrid ha evolucionado mucho en los últimos cinco años y se nota. Hay músicos y proyectos comprometidos con hacer música e investigar nuevas vías, como Vistel Brothers, Marcos Collado o Condao Sound System.

¿Sigue dando clases como medio de vida?

He conseguido el equilibrio necesario. Me encanta dar clases en un entorno creativo pero necesito también la mayoría de mi tiempo para estudiar, escribir e investigar. De esta manera, estoy orgulloso de formar parte de la escuela Esmuva, situada en la zona de Puente de Vallecas. Tengo unos alumnos conectados con la música y me encanta transmitirles conocimientos y una actitud de compromiso.

Su trabajo en Madrid resulta impresionante por la 'voracidad' de estilos que ha practicado.

Queda alguno aún por practicar (risas). Con la cantante Celia Mur pude acercarme tangencialmente al mundo del flamenco, y también toco ritmos latinos dentro de un contexto de jazz contemporáneo. Pero estos dos estilos, tan importantes y profundos, son motivo de estudio.

Ese riesgo o valentía se aprecia también en su debut. ¿El músico debe buscar la innovación siempre?

Yo lo veo así. El arte es comunicación, pero también reflexión y búsqueda. Un artista vive sobre todo el momento y el presente, se nutre de las raíces y busca siempre su propia voz.

¿La mezcla de folk y jazz actual es el hilo conductor del debut? ¿Una conexión de grandes como Laboa y Steve Coleman?

Exacto, esa es mi decisión tras años de estudio y experiencias. El objetivo es lograr una música orgánica, que conecte las raíces con la vanguardia de una manera natural y emotiva. Y las posibilidades son infinitas. La música vasca y el concepto m-base de Coleman conectan de manera natural, porque Steve siempre se ha nutrido de los ritmos folclóricos del mundo para investigar. Y siento la influencia de Steve Reich, también. Y siempre mantengo una conexión con la melodía sencilla, natural, con la voz, el mensaje claro y directo al oyente.

Soprende lo 'democrático' de su debut, con mucho espacio para los colaboradores. ¿Le da más importancia al conjunto que al 'solo' virtuoso?

Aciertas de pleno y me siento afortunado de contar con tan increíbles músicos y amigos. No puedo hacerlo de otra manera, tengo que dejarles expresarse porque mi música nunca alcanzaría la espiritualidad que necesito sin ellos, sin Cristina Mora, Luis Verde, Jorge Vistel, Ariel Bringuez, Marcos Collado, Miguel Benito y tantos y tantos.

¿Hay un público objetivo para un CD como 'Ttun-kurrun'?

Se puede etiquetar como jazz contemporáneo, pero es un disco que puede conectar con cualquier oyente. Las melodías están ahí, los espacios, las voces... Tengo claro que la búsqueda o investigación musical no debe reñirse con la melodía, por eso busco escribir música con varias capas de profundidad. Depende del oyente hasta qué punto va a indagar en la música, porque se puede disfrutar sin llegar al análisis.