Tener miedo a ir al médico de forma injustificada o irracional, lo que se conoce como yatrofobia, es una de las denominadas fobias sociales. El afectado siente una ansiedad fuerte e irracional de algo que representa poco o ningún peligro real. Además, este temor no solo se limita a esta figura profesional y a su bata blanca, sino a todo el ambiente que le rodea, como entrar en un hospital, el olor característico de los centros sanitarios o, incluso, ver agujas o tecnología sanitaria. Por fortuna, hay dos técnicas útiles para superar esta fobia.
Este miedo patológico y persistente sigue el esquema clásico, según el cual, el miedo irracional se despierta ante un estímulo concreto, denominado objeto fóbico, y que puede ser muy variado (el médico o las agujas). Después, la persona afectada experimenta ansiedad y, en casos extremos, ataques de pánico.
En el caso de la yatrofobia, el objeto fóbico es la figura del médico. La persona afectada sufre de ansiedad ante todo lo relacionado con este profesional, al acercarse el día y hora de la cita médica o al aproximarse al espacio físico donde tendrá lugar la visita.
Este trastorno se desarrolla por dos motivos. En ocasiones se da tras una experiencia negativa previa, en la infancia o al acudir a una consulta médica. Otras veces se sufre tras un proceso de angustia generalizado que la persona experimenta desde hace tiempo sin ser consciente de ello, ni de haber padecido una experiencia traumática anterior que la haya provocado; ni siquiera al rastrear en su historial clínico para intentar identificar un antecedente es capaz de encontrar una causa.
Aunque el desarrollo de las fobias es más usual en la infancia y en los primeros años de juventud, también hay adultos que las pueden sufrir. "No hay un perfil inmune a padecer una fobia. Depende más de las situaciones que se viven, y del ambiente, que de la personalidad. También hay quienes son más resistentes y toleran mejor la ansiedad, mientras que otras personas que son más vulnerables no son capaces de ponerle freno y sufren un proceso de inquietud generalizada", informa Amaya Terrón, psicóloga en ejercicio en Madrid y fundadora de www.psicologiaamayaterron.com.
"Toda relación con un objeto fóbico genera malestar en forma de ansiedad y se puede propagar a todo lo relacionado con él, en este caso al médico, y al ambiente que le rodea, es decir, al ámbito sanitario. Así, los afectados pueden comenzar a sentir sudoración, ansiedad e, incluso, pánico, al ver un ambiente sanitario, enfermeras, batas blancas, al notar el olor característico de los hospitales, muchas veces antes de ver al facultativo", explica Terrón.
A pesar de que todo procedimiento o prueba diagnóstica genera cierto grado de desasosiego y la mayoría de las personas se asustan ante la posibilidad de padecer una enfermedad grave, "hay que calcular los beneficios de ir al médico, frente a los costes de no hacerlo por angustia. Aunque es cierto que las pruebas diagnósticas generan preocupación, no realizarse, por ejemplo, una citología puede provocar un problema mayor", declara la experta.
Las consecuencias patológicas de llegar a un diagnóstico tardío pueden ser fatales y mortales.
Por eso, los afectados por esta fobia "deben comprender que es disfuncional y contraproducente, porque les hace asumir conductas de riesgo en contra de sí mismos", destaca.
En la actualidad hay dos terapias cognitivo-conductuales que utilizan los psicólogos para el miedo irracional: la directa, de inserción o inundación, y la técnica de exposición gradual.