madrid. Durante estos días, Daniel Calparsoro ha tenido que hacer varios "barridos", ejercicios para no enredarse con la promoción de Invasor, que estrena este viernes, y Combustión, cuyo rodaje acaba de finalizar. Dos thrillers que llevan el sello de un director que ha mostrado su musculatura en la industria hasta convertirse en uno de los más deseados. Todo apunta a que puede ser al gran bombazo del año. "El viernes nos lo jugamos todos. Tenemos los dedos cruzados, a ver si la gente se anima", ratifica. No cree que fenómenos como Lo imposible estimule a la gente a ver más cine español. "El público es muy selectivo. La gente va a ver Lo imposible entre otras cosas porque los protagonistas son ingleses y americanos. Es un arma de doble filo", insiste. Él se ha rodeado de Alberto Ammann, Inma Cuesta y Antonio de la Torre con la guerra de Irak como telón de fondo. Una historia de dos militares amigos que llegan a casa y descubren que han sido engañados o silenciados por las cloacas del Gobierno. Uno de ellos lucha para que se sepa la verdad.

¿Cree que puede haber alguna familia que al verla pueda recordar indirectamente algún caso cercano?

No entiendo la pregunta.

Me refiero a la familia de José Couso, ya que puede escuchar conceptos como falta de investigación, "daño colateral"…

No lo sé. Nosotros hemos intentando hacer una propuesta de cine de acción, que a la vez fuera comprometida y tuviera un mensaje, es decir un dilema: ¿Qué harías tú si lo supieras? ¿Lo sacarías a la luz a costa de perder tu trabajo y la relación con tu familia y amigos? ¿O mirarías a otro lado? O peor aún, aceptarías un dinero para que eso no saliera a la luz. Trasciende de la propia guerra.

Podría ocurrir en alguna corporación farmacéutica o agencia de calificación.

O en un Banco central. El dilema sería el mismo. Habla de la responsabilidad. Hoy en día algo que debería ser normal se ha convertido en virtud, en algo heroico. Lo que hace el protagonista debería ser algo normal. Sin embargo, hay gente que dice que es como muy héroe. Hace lo que tiene que hacer. ¿En qué tipo de sociedad vivimos para que nos parezca una heroicidad? ¿Hasta qué punto nos hemos corrompido? Ese el tema de la película, mucho más que las propias instituciones, que sean del signo que sean, manipulan la información. Todos somos conscientes de eso. Mira el caso de Wikileaks.

En el cine español apenas se ha retratado o personificado a esos "fontaneros" siniestros del Ministerio…

Todos los Estados tienen sus fontaneros. En el nuestro es evidente que ha habido muchos. Invasor es una historia de ficción. En la novela de Fernando Marías ya había esos fontaneros, pero nosotros le hemos dado una aplicación específica. Pero es de dominio común que todo esto existe.

¿Se alimenta de los thrillers americanos cuando está en casa?

Sí, me gustan mucho, porque me entretienen. Invasor tiene una vocación de entretenimiento clara. Tiene un contenido que no se le impone al espectador, que actúa como resultado de la película. Eso me gusta del thriller comercial, que me ayuda a desconectar. Eso es lo que en definitiva me gusta del cine: me gusta viajar fuera de mí.

¿Cree que 'Invasor' es su mejor película?

Me falta aún esa perspectiva, pero creo que si no es la mejor, es de las más completas.

¿Y la televisión le ha hecho mejor cineasta?

He rodado mucho y muy seguido. He aprendido las técnicas para aprovechar mejor el tiempo y utilizar el montaje como una herramienta narrativa más fuerte que en mis primeras películas.

Que fueron rodadas por Euskadi. ¿Va a volver a rodar por tierras vascas?

Se me pasó por la cabeza rodar Invasor en Bilbao porque cuando me ofrecieron la película, la idea de ellos era rodar la película en Jordania y Madrid, pero cuando estalló la Primavera árabe nos fuimos a Canarias para crear ahí Irak. Yo sugerí que tenía que ser una ciudad del norte, costera, donde hubiera acantilados, mar… Pero finalmente nos decantamos por A Coruña. Tiene una luz especial, unos acantilados muy potentes y está envuelta por el mar. Un paisaje que contrasta brutalmente con el desierto. En Euskadi tenemos una cosa así, pero una de las productoras es de A Coruña.

Además, A Coruña ha sido elegida la ciudad con el sonido del mar más bonito del mundo.

Es una ciudad especial, sí.

Fuerteventura convertida en Irak da el pego…

Si miras en el globo terráqueo, están en una latitud similar. Luego ha habido que hacer un diseño de producción fuerte, de decoración.

¿Le preocupan los festivales?

Sinceramente, no. Estoy volcado en conectar con la audiencia, básicamente.

¿Hay algún proyecto que se le haya escapado?

No, he intentado hacer todo lo que me he propuesto. Pero no hay nada que no me haya atrevido a hacer. No me faltan proyectos y no me puedo quejar. He tenido mucha suerte.

¿Cuándo nació 'Combustión'?

Cuando estábamos en el montaje de Invasor. A la hora de hacer el casting, pensé en dos actores con los que ya había trabajo antes: Alejandro Ammann y Alex González. Se me ocurrió juntarlos y pensé que Adriana Ugarte podría ser el vértice perfecto para ellos.

Poco tiene que ver con 'Invasor'…

Es una película con mucha testosterona, con colorido, y con carga sensual, muy fresca, que habla de la gente que vive el ahora y no piensan en el mañana, ni en una ideología o en el trabajo. Es una película bastante amoral. Alex González es Mikel, que se convierte en objeto de deseo de la chica. Ella (Adriana Ugarte) y él se enamoran, y al final ella decide formar parte de la banda.