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XAbier Sáenz de Gorbea recuerda aquellas entrañables tertulias durante la década de los setenta en la legendaria galería Windsor de Bilbao - que entonces estaba situada en la calle Marqués del Puerto-, propiedad de su padre Miguel Sáenz. Allí, mientras se tomaban un café, los artistas de la época hablaban de pintura, de escultura, de creación... En definitiva, de la vida. Uno de aquellos tertulianos habituales era Arturo Acebal Idigoras, "un hombre serio, para quien el arte era su vida y no renunciaba a él ni siquiera en las más duras condiciones que le imponía una época plagada de dificultades", rememora Sáenz de Gorbea.

Este profesor de Bellas Artes de la UPV, comisario de exposiciones y Premio Gure Artea 2012, conoció al artista cuando era apenas un niño y desde entonces, "la figura de este hombre, creador profundo y de firmes convicciones, que fue anarquista con todas las consecuencias en aquel tiempo, y que sirvió de puente entre la tradición y modernidad, me ha acompañado a lo largo de toda mi vida".

El pasado 24 de julio se cumplió el centenario del nacimiento de Acebal Idigoras (1912-1977) y Sáenz de Gorbea ha querido rendirle homenaje con una retrospectiva para la que ha conseguido reunir cerca de 100 obras y que presenta en el Paraninfo de la UPV/EHU de Bilbao hasta el próximo 30 de este mes.

Una exposición que, en principio, iba a celebrarse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, pero que por distintos motivos, se ha ido demorando en el tiempo, por lo que Sáenz de Gorbea ha decidido financiarla con los 15.000 euros que obtuvo con el premio Gure Artea y la colaboración de la UPV, que ha cedido el espacio expositivo. "Acebal destacó en el ambiente cultural de su época. Se fijó en la experiencia de la realidad y luego desarrolló aspectos idealizados de la misma, a través de la historia de la civilización y de la historia de la cultura. Fue un autor de los llamados honrados, un artista significativo en los momentos más negros del exilio y de la posguerra, pero en la actualidad es bastante desconocido, aunque tiene obras en el Reina Sofía de Madrid y en los Museos de Bellas Artes de Bilbao y Gasteiz. Los que trabajamos en este mundo cultural tenemos la obligación de darlo a conocer. He tratado de situarlo en el mapa y de recordarlo", señala Sáenz de Gorbea.

Acebal Idigoras fue dibujante, pintor, escultor y ceramista. En una de las salas en el Paraninfo de la UPV se presentan sus pinturas, tanto autorretratos como paisajes argentinos, en los que se percibe la preocupación del artista por reflejar todo tipo de detalles. Y en la segunda, se pueden ver sus imponentes cerámicas, en las que parece plantear un recorrido por la historia de la civilización.

La cerámica de Acebal Idigoras es fuerte, enérgica, sencilla y dramática, como se puede apreciar en los retratos que realizó de su mujer, Marichu, y de su hija, María José, y en algunas de sus series más destacadas como la de sus cabezas imaginarias, la mayoría, mujeres, o las de sus maternidades, con referencias al Románico, a la cultura egipcia, asiática... Algunas de sus esculturas recuerdan también a las de Miró, las de Oteiza, las de Henry Moore...

de buenos aires a bilbao Acebal Idigoras nació en Argentina, a donde se habían trasladado sus padres, aunque desarrolló la mayor parte de su vida en Bilbao. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de la capital vizcaina, con los profesores de la época, Federico Sáenz Venturini (dibujo), Higinio Basterra (escultura) y Ángel Larroque (pintura). Comenzó en la escultura y con apenas diecinueve años participó en una colectiva de la Asociación de Artistas Vascos.

En los años treinta, realizó varias exposiciones y fue uno de los pocos artistas de la época que pudo permitirse vivir - "con bastantes estrecheces"- de su obra. Participó en las 2ª y 3ª Exposiciones de Artistas Vascongados en 1932 y 1934 en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Acebal Idigoras entró a formar parte de la Asociación de Artistas Vascos en 1937 y fue invitado a participar en la colectiva que organizó el Gobierno Vasco con motivo de la Exposición Universal de París.

La guerra civil y su ideología próxima al anarquismo le hacen exiliarse e instalarse en la capital bonaerense. A Argentina llegó en el verano de 1937 y en septiembre ya estaba exponiendo. "Necesitaba vender obra para poder comer", explica Sáenz de Gorbea. Vivió en la ciudad, pero pasó largas temporadas en las sociedades rurales del norte del país, Catamarca o Jujuy.

Expuso también en numerosas galerías de Buenos Aires, como las galerías Witcomb junto a José Benito Bikandi, creador de Ondarroa con el que aprendió los entresijos de la cerámica. "Fue un creador cosmopolita e ilustrado al que siempre acompañaron los libros -describe Sáénz de Gorbea- ; prefirió descubrir ignotos rincones, buscar las raíces y acercarse a la vida humilde de los diversos pueblos indígenas. Le gustaba visitar las montañas y luego reflejaba estos paisajes en sus cuadros, algunos de ellos se pueden ver en esta exposición. Le interesaban los volúmenes, jugaba con los planos, con las rocas... Es curioso que de la ciudad de Buenos Aires solo he encontrado un cuadro de un puerto, que es donde desembarcó. Todo lo demás es naturaleza, exterior, aunque hay también algunos bodegones... Se podía haber ganado la vida retratando a la burguesía bonaerense, pero no lo hizo. En esto, se nota su exigencia".

Sáenz de Gorbea ha estado investigando en Argentina, donde ha hablado con familiares del artista vasco (poco a poco varios de sus seis hermanos acabaron emigrando a este país). Algunas de las obras de esta época no se habían expuesto con anterioridad.

En la diáspora, Acebal Idigoras participó de la dinámica vida cultural de la comunidad vasca. Formó parte de los autores vascos que fundaron en 1945 la asociación cultural Argi en Buenos Aires, de la que fue su primer presidente y colaboró con la publicación Euzko Dey. Entre otros artículos, escribió sobre el renacimiento cultural vasco. Coincidió en el tiempo con el escultor vasco Jorge Oteiza, pero nunca llegaron a encontrarse allí.

Paisajes descarnados En 1948 retornó a la capital vizcaina y expuso en la Sala Arte y volvió a participar con la Asociación Artística Vizcaina. "En su pintura aparece un mundo más chirriante del extrarradio. Se alejó de la comodidad del paisaje idílico y tradicional para pintar el Bilbao más descarnado de la posguerra. Sus airadas pinceladas denotaban su estado de ánimo", describe Sáenz de Gorbea.

Expuso en Madrid y Barcelona con el Grupo Bilbao que fundó en 1967 junto con los pintores Santafé Largacha y Ramón Barreiro Bengoa, y experimentó con la cerámica de gran fuego: cocciones a alta temperatura que le permitieron realizar relieves de mayores dimensiones, crear nuevas texturas y cualidades cromáticas, así como dotar a las formas de una enorme contundencia.

En la Sociedad Bilbaína se le rindió homenaje en 1975; dos años después, expuso en la Galería Windsor, falleciendo al poco tiempo en Castro Urdiales. El Banco de Bilbao, en 1979, le dedicó una exposición en la que se mostraba su trayectoria artística. Para ampliar la presentación de la obra de Arturo Acebal Idigoras, Sáenz de Gorbea ha planteado la realización in situ de un servicio de catalogación y expertización. Todos los días en horario de 12 a 14 horas y de 17 a 20 horas.