LOS dibujos y las esculturas de Dora Salazar retratan anatomías femeninas que se metamorfosean y donde la otredad del icono es una extraña que se nos parece. Nada hay donde el cuerpo no esté, igualitarismo alegórico que se somete a la convención y enciende la mecha del ritual y la evocación.

Mostrando una presencia que se abre a la distancia del misterio, son figuras que conllevan el temblor ilustrativo de lo literario. Habitan la idealidad y se acercan sensorialmente a las anatomías. Los rostros semejan máscaras y los cuerpos son estuches, contenedores, pieles o estructuras que se abren. Están plasmados con diferentes materiales, cuyas estructuras muestran equilibrios pendulares o la luz y el corazón que residen en el interior.

A lo largo de los años han evolucionado los modos de operar, los resultados estéticos, las pulsiones formales y los planteamientos pero no la noción de representación. Mediante una estetización que tiene tintes barrocos y también intereses constructivos, el trabajo de Dora Salazar está en la línea de aquellos autores hipersensibles cuyo punto de partida es la anatomía humana, caso de Javier Pérez o Bernardí Roig, pero el suyo es una especial reivindicación de lo femenino. Fijación por el cuerpo de la mujer que la lleva a dar distintos tipos de visibilidad y presencia. Una apuesta por el imaginario y la sublimación que reconduce la idea de celebración de lo corporal.

En paralelo a las piezas tridimensionales siempre ha hecho dibujos. Una constante que ahora tiene menos tinte experimental, mayor precisión y cálculo, así como la protección de un proyecto que emana de textos cuyas claves son poéticas. Se trata de obras sobre papel que poseen entidad propia y crean su propio magma de experiencias. Si algunos parecen prolongarse en la vida real del espacio, otros generan una especial narrativa entre las líneas claras de las figuras y las imprecisas masas del fondo, semejando oxidaciones que habitan el espacio sideral. Son obras elaboradas en serie que tienen especial ilación estilística entre sí. Incluso hay casos de narratividad entre las partes, transformándose, por ejemplo, un acto tan común como la ducha en un hechizo lleno de erotismo.

La exposición Cuentos para adultos de Dora Salazar se presenta en la galería Windsor Kulturgintza de Bilbao hasta el 30 de julio. La experiencia se acompaña de un vídeo que recoge buena parte de su evolución y de un libro con el mismo título en el que también han colaborado el escritor Harkaitz Cano y el músico Joserra Senperena. Una total interrelación entre disciplinas y voces.