Bilbao. A una señal suya, cada gota de agua traza notas y dibuja pentagramas. Con un solo gesto, el papel se convierte en corchea y conforma una partitura de sonido blanco. Como un maestro que baila con la naturaleza, Tan Dun actúa este jueves en Bilbao con la BOS. Es una visita estelar y exclusiva, viene y se va y no ofrecerá ningún otro concierto en el Estado. "El sonido puede ser visto y el color puede ser oído", explica gráficamente este creador de música orgánica, laureado internacionalmente tras su Oscar por la banda sonora de Tigre y Dragón y famoso por la composición de la música de entrega de medallas en los Juegos Olímpicos de Pekín.
De su preocupación por la naturaleza surgieron dos de sus principales composiciones, el Water Concerto para percusión con agua y orquesta y el Paper Concerto para percusión con papel y orquesta, en los que utiliza como fuente de sonido el agua y el papel. "Es un montaje visual y filosófico porque no se trata sólo de captar la belleza de la naturaleza, sino también de que eso influya en el sonido de la orquesta y que lo imite", dice, simulando ruiditos como un auténtico hombre orquesta.
Soplando a través de él, rasgándolo, ondeándolo al viento e, incluso, cambiando el ritmo al pasar la página de la partitura, el papel se transforma en un ballet en blanco que baila sobre el escenario. Por su parte, el agua juega con el cromatismo y "los músicos de la Orquesta Sinfónica de Bilbao se sienten, a veces, pintores y, a veces, escultores con instrumentos transparentes para ver que con el sonido cambia la forma del agua", subraya. Según Tan (los apellidos en China preceden al nombre), el concierto explora tanto los sonidos como lo que puede inspirar el agua en la sensibilidad humana, así como el uso de este elemento, en sí mismo, convertido en instrumento de percusión. Para interpretar estas dos piezas, actuarán tres percusionistas chinas: la solista Wang Beibei y las intérpretes Wang Juan y Cui Kun. Wang Beibei, ganadora del concurso chino de percusionistas entre 5.000 aspirantes, aseguró ayer que interpretar estas piezas es como "bailar con la naturaleza".
Dicen que Tan Dun (Hunan, 1957) ha encontrado la fórmula musical que necesitaban Oriente y Occidente para comprenderse. Pero Tan es, ante todo, un innovador, a medio camino entre el new age y la música experimental, obsesionado en acercar a la música clásica a los jóvenes, unos destinatarios a los que sorprende con instrumentos poco habituales. De hecho, para los Olimpiadas utilizó unas campanas de bronce de 2.400 años de antigüedad, que están declaradas en China tesoro nacional.
Este músico, que se define como un "matemático espiritual", convierte en oro cada obra que compone e, incluso, se ha atrevido con la ópera. Su composición más reciente, Tea, ha tenido una calurosa acogida en Tokio o Amsterdam, que le ha llevado a ser calificado como "el Puccini del siglo XXI". Un maestro sorprendente que eligió su profesión después de haber escuchado, con nueve años, la Quinta Sinfonía de Beethoven. Pero quien antes de ser una celebridad y de tener acceso al Conservatorio de Pekín, trabajó en las plantaciones de arroz. Poco después, ingresaría en la Universidad de Columbia y se emplearía como violinista callejero en una esquina de Nueva York.
El concierto que ofrecerá en el Arriaga este jueves, se abrirá con la pieza Danza ritual del fuego, de El Amor Brujo, de Falla. El programa continuará con Water Concerto, compuesta por el propio Tan, seguirá con The Unanswered Question, de Ives, y finalmente se cerrará con Paper concerto.