Una canción abre el show y advierte al espectador que ha de prepararse para vivir una tardenoche bañada en lágrimas... ¡de risa! Quizás porque las palabras duelen más que el látigo o porque aún quedan fronteras con vigilantes que parecen reclutados de la hoy tan recordada Stasi, lo cierto es que el legendario programa radiofónico de Javier Vizcaíno, Más que palabras, donde se escuchaba con lupa toda la sarta de disparates que cuelga del dintel de los programas radiofónicos serios, desapareció del dial. Una vez seco al sol, el chorizamen salía a las ondas y era el despelote, el despendole o como diablos se diga. Su espíritu lo ha rescatado Cocidito madrileño 2, sin permitir que el naufragio se consume.

Atentos a esa realidad -la seriedad, vista con otras gafas, mueve montañas de carcajadas...-, Galder Pérez y Aizpea Goeanaga han llevado al escenario aquella atmósfera. Lo hacen con la colaboración de siete actores -Ramón Merlo, Javier Antón, Loli Astoreka, Mari Cruz Melgosa, Yogurinha Borova, y Libe Aranburu- capaces de recrear un mundo de tertulistos y opinatrices en un ficticio bloque de viviendas de la calle Cocidito, sita en el barrio donde se preparan las fiestas de San Juan Águila. El guión -¿se acuerdan...?- está extraído de los comentarios vertidos en cientos de programas bajo el manto solemne del panegírico, las consideraciones o el razonamiento. ¿El resultado, dice usted...? ¡Para mearse!, dicho sea con el mayor de los respetos y sin manchar.

Fue ayer, un día después del estreno, cuando se vivió la puesta de largo en el Teatro Arriaga, con Toño Pinto al frente de la productora de la obra, Glu Glu, supervisándolo todo para que el engranaje no chirriase. En el exterior, tal vez porque la realidad hace a veces guiños admirables, un grupo de manifestantes alzaban su voz contra el nazismo.

Pudieron escucharlos quienes se acercaron a la representación. Entre los asistentes se encontraban el navegante Unai Basurko, el gerente de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo, Jon Aldeiturriaga, Arantza San Andrés, el parlamentario Vicente Reyes, Beatriz Marcos, la actriz Esther Velasco, quien se fundió en un abrazo con Gurutze Beitia en los exteriores, Maite Lozano, Inés García, Óscar Sola, Alex Hernández, Marisa Palmero, Bingen Zupiria, el director de DEIA, Iñigo Camino, Begoña Gaztañaga, hada madrina del periódico, Aurora Álvarez, Amaia San Miguel, Bakerne Zabalbeaskoa, Ángel Llona, Begoña Simón y Elena Garabieta entre otros muchos.

No hay filtros. Desde la homosexualidad al sempiterno conflicto vasco, pasando por el fútbol y cualquier otro tema de actualidad al que pueda sacarse punta, todo cabe. Los disparates y las sonrisas fueron haciéndose a fuego lento, ligando una sabrosa salsa de buen humor. Fueron testigos de todo cuanto les cuento, además de los citados, la bailarina Ikerne Goikoetxea, Gorka Aginagalde, Marta Roa, Xabier Rodríguez, Itxaso Martín, el presidente de Moda Vasca, Óscar del Hoyo, Toño Gil, Joseba Argoitia, Garbiñe Villa, Nerea Uriarte, el actor Mikel Losada, Juan Ortega, director de las Jornadas de Teatro de Eibar, Quique Gago, David Barbero, Urtza Zuazo, Eneko Alicante, Sol Maguna, Larraitz García, Íñigo Lizarazu, Susana Soleto, Joseba Rosales, Gabino Martínez de Arenaza, Gonzalo Centeno, José Ignacio Malaina, Andoni Olivares, Jon Sánchez, Manu Castilla, Charo Abad, Dorita de la Fuente, Marian Sañudo, Cristina Urrutikoetxea, Sandra Navarro, la actriz Maribel Salas, Cristina Bañales y Gonzalo Olabarria, todos ellos entregados al noble arte de la mandíbula batiente.

Daba un nosequé de alegría ver a las nuevas generaciones acercándose al teatro. Acompañadas por Begoña Montehermoso, Aran-tza Barainka, Naiara Martínez, Janire Zatán, Oihane Elorriaga, Noemi Olano, Teresa Ayerdi, Ainhoa Rementeria, Maitane Abio y Eukene Torre llegaron para la ocasión desde el Instituto de Mungia. Tampoco faltaron a la representación Jarno Iriondo, Ane Zabala, de la escuela de baile La Alameda, Iker Gómez, Cristina Menoyo, Ugatiz Alegría, Patxo Telleria, Jokin Oregi, Mikel Martínez, Justo San Felices, Carlos Aranguren, Gabriel Otalora, Javier Zaldua, Mikel Elosegi, Itxaso Bengoetxea, Dani Ojanguren y una legión de seguidores acérrimos del buen humor que disfrutaron de un espectáculo singular, basado en la teoría de la transfusión según la cual, si a la acidez de la palabra se le suministra una buena dosis de ingenio, el cuerpo de la información sana por completo y se convierte en algo mucho más atractivo que esos largos discursos y sentencias que convierten muchas horas de radio en potros de tortura.