Julio Verne nació en Nantes, Francia, en 1828, en el seno de una familia acomodada que le permitió disfrutar de una educación privilegiada. Este entorno favoreció el desarrollo de su curiosidad y base de conocimientos, fundamentales para su obra literaria. La formación humanística y el interés por la ciencia convergieron en la creación de relatos aventureros que desafiaron las fronteras de lo conocido. ¿Es uno de pioneros de la cultura científica...? Es posible si se juzga que buena parte de su obra de ciencia ficción se dio de bruces con la realidad años después de su escritura.
Coincidiendo con el Día Internacional de la Geodiversidad, el pasado 6 de octubre, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) inauguró, en la sede del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) en Madrid la exposición Explorar la Tierra: un viaje con Verne y las Geociencias. La muestra propone un recorrido por las novelas de Julio Verne para conocer el papel de las ciencias de la Tierra en la comprensión y la solución de los grandes desafíos que afronta la humanidad en la actualidad.
El cambio climático, la transición energética o riesgos naturales como los tsunamis y las erupciones volcánicas son algunos de los restos abordados en los nueve paneles que componen la muestra. El propio Verne ahondó en esos mundos.
La Cátedra de Cultura Científica de la EHU cumple ahora quince años acercando la cultura científica a la sociedad e impulsando su visibilidad en el espacio público. Desde su creación en 2010 ha impulsado la divulgación científica a través de blogs de divulgación científica, conferencias, talleres y colaboraciones con medios e instituciones, consolidándose como una referencia en el ámbito de la cultura científica vasca y estatal. Fue también, si me lo permiten decir así, un asunto visionario y pionero.
En el otoño de 2010, cuando aún resuenan los últimos ecos de la crisis económica, la Universidad del País Vasco (EHU) y la Diputación Foral de Bizkaia rubrican un convenio para crear una institución diferente: la Cátedra de Cultura Científica. Juan Ignacio Pérez Iglesias, biólogo, fisiologista, exrector –una figura que produce respeto en los claustros universitarios y afán en la divulgación, según se dice, cuando dijo aquello de que había que “luchar contra la irracionalidad”, contra quienes ponen al mismo nivel ciencia y magia–, es nombrado director.
En esos primeros meses reina una emoción tranquila: imaginar un espacio donde la ciencia no sólo se haga sino que se cuente. Concurso de ideas, reuniones internas, bocetos de programas, contactos con medios de comunicación. Se hace evidente una voluntad firme: no basta con tener laboratorios y publicaciones, lo esencial será hacer llegar el conocimiento a la ciudadanía; subvencionar el valor de lo científico en la conversación cotidiana.
Al poco de empezar, en 2011, la Cátedra pone en marcha sus primeras iniciativas públicas: conferencias, coloquios, encuentros. Se vincula a programas televisivos como Escépticos y Órbita Laika. Se celebra el primer Día de Darwin y nace Naukas Bilbao como parte de sus actividades divulgativas. ¿Quieren algún hito más que llevarse a la boca...? Deténganse, quien esto lee, en el lanzamiento del blog Cuaderno de Cultura Científica, con su primera anotación Ciencia y libertad en junio de 2011. Como curiosidad de estos primeros tiempos cabe decir que los colaboradores fundadores, no eran sabios en torre de marfil, sino docentes investigadoras e investigadores de la casa –Marta Macho, Raúl Ibáñez, Aitor Bergara, Marian Iriarte, José Ignacio Royo, Juan Carlos Odriozola y Pedro Alegría– que aceptan el reto de pensar la ciencia en público.
2014 marca un punto de inflexión en el camino: la Cátedra recibe el Premio Prismas Casa de las Ciencias en su Edición 2014, modalidad especial de jurado. Se crea el blog en castellano Mujeres con Ciencia, dedicado a visibilizar el trabajo de las mujeres en el ámbito científico.
El quinquenio que va de 2017 al 21 se baña en las aguas de la madurez, la extensión y los desafíos. La Cátedra crece: más actividades, variedad en los formatos, presencia en medios, colaboraciones. Y ahí surge un hito curioso: justo cuando la sociedad recibe con cierta pasividad la ciencia de lo evidente durante crisis –como la pandemia de covid-19– la Cátedra aparece como una brújula, invitando a la ciudadanía a reflexionar sobre la “tragedia de los comunes”, el comportamiento colectivo, la confianza en las instituciones científicas y la necesidad de criterio. En 2019, el protagonismo de Pérez Iglesias y la Cátedra es reconocido con el Premio Eusko Ikaskuntza‑Laboral Kutxa de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales. También se fortalece el uso del euskera en la divulgación y la integración de la ciencia en la cultura local.
En septiembre de 2024, se produce una transición en la dirección académica. Eva Ferreira, rectora de la UPV/EHU, nombra a Iker Badiola Etxaburu nuevo director académico de la Cátedra. Pérez Iglesias deja esa responsabilidad al asumir en junio el cargo de Consejero de Ciencia, Universidades e Innovación del Gobierno vasco. Y ahora el pasado viernes, la Cátedra celebra su 15 aniversario con la llamada a una multitud de hombres y mujeres de ciencia que se congregan en Bizkaia Aretoa. Ha sido la investigación en carne y hueso, el encuentro entre cabezas pensantes dispuestas a divulgar lo que saben.