SI uno sobrevuela el espacio y lo mira a vista de pájaro el singular edificio que se ubican en el número 9 de la calle Askao aparece encajonado entre otros edificios de mayor escala. ¿Una casita de muñecas? Sería un desdén decirlo así porque el local guarda una personalidad propia desde comienzos del siglo XX, cuando el Maestro de Obras Manuel Camarón lo elaboró en 1909 coincidiendo con una serie de obras de “carácter menor” planeadas, fundamentalmente, por un conjunto de maestros de obra que participaron en la concreción del Bilbao de aquel tiempo.
Pero aquel tiempo es muy temprano. No en vano, una muralla y diversas torres envolvía aquel Bilbao hasta casi el año 1500. Después, buscaría su primera expansión extramuros, hacia los arrabales de San Nicolás y Askao y hacia el Arenal. Así, a comienzos del siglo XVI, Bilbao va afianzando su vocación comercial y marinera. La villa se consolida como plaza mercantil y está documentada la existencia de 20 armadores. Ello le llevaría a una época de prosperidad que apuntalaría su ensanche progresivo.
¿Askao, decía...? El Ayuntamiento de Bilbao reconoce que Alfonso de Irigoien afirmaba que el topónimo de Askao está formado por “aska”, “pesebre, abrevadero, zanja foso” y “ao”, “boca”, refiriéndose a la herradura que formaba la ría. Por este nombre eran ya conocidas en el año 1300 las casas labriegas que existían en este paraje, anteriores a la fundación de la villa. Las fraguas y fundiciones mayores del Bilbao antiguo eran las de Askao. La industria del hierro y el acero se concentraba en esta zona hasta mediados del siglo XVI. Era una tierra de progresos.
Entrando ya en el siglo XX Julián Vega propuso el 13 de octubre de 1905 una moción para cambiar el nombre de la calle por el de 11 de Octubre, asunto que no prosperó. El reportaje, como les dije, tiene su mirada en el número 9 de la calle. Antes de entrar en el local permítanme que les hable del número 7 porque allí estuvo el Balneario Permanente de Salustiano de Orive, farmacéutico riojano, de Briones, que en su propaganda decía Baños hidroterapéuticos a la altura de los mejores de Europa. Tenía 12 bañeras de mármol y dos cuartos de duchas de agua fría y caliente. También podía tomarse baños rusos y de pulverización. La ducha fría costaba a peseta y la caliente, alterna o escocesa, a 2,50 pesetas la sesión. Hablamos de la década de 1880. Y Salustiano acabó haciéndose millonario con la venta de Licor del Polo, un colutorio que alcanzó grandes ventas. En esa misma calle vio la luz el pintor Aurelio Arteta. Como ven, hablamos de una tierra donde latió el Bilbao más osado y audaz, un Bilbao de vanguardia. Ahora, en el siglo XXI nace otra historia.
Es pequeño, granate y vivo, dicho sea como si hablásemos de un local orgánico. Es una forma de mirarlo muy cabal. Allí estuvo, durante un buen puñado de años, una tienda de novias con la firma de Laura Batán. No fue su primer uso. No en vano se había usado como tienda de maletas y, desde principios del siglo XX, como almacén portuario. Partiendo de ese pasado más reciente como expresión del amor romántico, de la tienda de novias, las impulsoras de La Sinsorga han querido “resignificar” el espacio y convertirlo en un referente para el feminismo de la capital vizcaina. Un espacio donde las mujeres tengan algo que decir.
En esta segunda década del siglo XXI el local se transformó a un espacio singular. Presentémoslo como lo hacen sus impulsoras, las dos periodistas Andrea Momoitio e Irantzu Varela en la página web. “Ongi etorri, sinsorga! La Sinsorga, kulturgune feminista, es un lugar de encuentro en el Casco Viejo de Bilbao. Un espacio que promueve actividades para impulsar la cultura y el pensamiento feminista en todas sus formas. El sitio al que queríamos ir.Bienvenida, hermana”, dicen. Quédense con detalle: buscaron gremios femeninos y trabajadoras por cuenta propia para darle vida al local.
El edificio está dividido en cuatro plantas: garito, denda, planta de las flores y ganbara. A ras de suelo se ofrece una carta de comida vegana y vegetariana, local y agroecológica, elaborada por Sustraiak. El local suministrador se encuentra en Santutxu, allá en la calle Masustegi número 2, saliendo del metro por Zabalbide, apenas a un minuto de la boca. Sobre la barra de ese garito sobresale una lámpara de araña espectacular que le da personalidad al local.
Junto a la barra se encuentra una escalera que sube a Denda, una tienda singular donde venden, como allí mismo se definen, sinsorgadas. Productos manufacturados por artistas y colectivos feministas, fabricados con “condiciones sostenibles”, como camisetas, libros, una edición especial de botellas de vino dedicadas a La Sinsorga, dildos de cerámica o posavasos diseñados por la ilustradora alavesa Raisa Álava, autora del cartel del Tour 2023, y con textos de la escritora Katixa Agirre, se pueden encontrar en una suerte de mercado variopinto y alternativo.
Suban, sigan subiendo. En el tercer piso, o Planta de las Flores, nacen y nacerán charlas, presentaciones de libros, monólogos, bertsolaritza… De todo un poco. La idea es plantear un programa cultural feminista potente, enriquecido con formación de talleres de autodefensa y de pensamiento.
La última planta, la Ganbara, está reservada para las sinsorgas, las socias que han permitido que el espacio feminista se pusiera en marcha. En total, casi 300 mujeres. Es su refugio.