Bilbao - “Todo el mundo tiene un plan... hasta que le sueltas la primera hostia”. Acuñó la demoledora y gráfica frase Mike Tyson cuando El Terror del Garden era invencible sobre el ring, una trituradora, un bulldozer. El cuadrilátero era un territorio hostil para todo aquel que osara retarse con Tyson. Su mano pesada, un martillo neumático, y su empuje, -irrumpía en el ring con la energía de una manada de bisontes en estampida-, le coronaron como un boxeador de leyenda. El Astana de Mikel Landa y Fabio Aru también tenía un plan en la salida de Melide. En el pesaje, antes del combate que se estipula entre hoy y mañana, una idea revoloteaba en la caravana kazaja para animar la gran velada. “Debemos hablar y hacer una guerra contra Contador para ganarle en este Giro”, decía el alavés. Tambores de guerra. Ese era el proyecto hasta que asomó Monte Ologno, el cuadrilátero de un día acelerado por una escapada en la que no faltaba el talento. Hacia el desfiladero de Ologno, estrecha su entrada, voló el Tinkoff para posar a Contador lo mejor posible. Grapado el nerviosismo a la maniobra de aproximación se produjo una caída que relegó a Mikel Landa. De repente, un directo a la mandíbula del Astana. El día de Aprica al revés. Déjà vu. Contador, delante; Landa, detrás. “Ha aprovechado lo que yo no aproveché en el Mortirolo. Se han dado las cosas así y ya está. Seguro que estaban rabiosos por lo del otro día y han aprovechado la situación”.

Advertido el madrileño por el mal fario de Mikel -“se me ha roto la rueda y he tenido que cambiarla. Se han caído delante, he frenado y me han dado por detrás. Son cosas de carrera, tengo mucho que aprender. Siempre hay tensión y me ha pillado”, relató en la Cope Mikel Landa-, brincó Contador, prietos los dientes, balanceando su figura, en pie, el cuerpo erguido, cargando el peso en la cabeza de la bicicleta, en el escarpado Ologno como hiciera en el Mortirolo, su hermano mayor. “Ha sido una contrarreloj”, masticaba Contador en meta, donde alejó en 1:13 a Landa y Aru, que caminaban en el mismo grupo que rastreaba el humo del madrileño, acompañado por Hesjedal.

persecución El alavés corajudo, que no rehuye el combate, se sitúa a 5:15 de Contador en la general por los 6:05 que cede Fabio Aru, de nuevo en la cámara de torturas. Las manecillas que eran plomo el martes para Contador, fueron pétalos. A falta de lo que deletreen los Alpes en sus dos museísticas jornadas, el madrileño hizo suyo el Giro un poco más. “La general está más sentenciada todavía. Ahora hay que pelear por las dos etapas que quedan y defender y mantener la segunda y tercera plazas”, describía Mikel Landa en la llegada, a la caza y captura del líder desde el campo base de Ologno, al que llegó con una pérdida que fluctuaba alrededor del minuto. A pesar del retraso, Landa no se venció. Eso no va con él. Sentado como un oficinista, acodado sobre su bicicleta, escaló ligero de equipaje. Se lo permite su motor, fino su rodar. Un Rolls Royce. La persecución en Ologno fue una maravilla. Contador y su baile frente al paso marcial de Landa, que le validó para enrolarse en la tripulación en la que languidecía Aru, en medio de los dos.

Un puñado de minutos por delante, más allá del horizonte de Contador, -su bicicleta fue examinada para comprobar la ausencia de un motor escondido en el interior-, se barajó el destino de la etapa. Moinard (BMC), De la Cruz (Etixx), Bongiorno (Bardiani) y Siutsou (Sky) reptaban hacia la cumbre. Gilbert, Nocentini y Chavanel les olfateaban. Sabuesos. Por detrás, el infatigable Ryder Hesjedal, irreductible el canadiense, se vinculaba a Contador, de cronoescalada. Ambos conectaron de inmediato. Mismos intereses, se montaron a un sidecar al que luego se sumó Villela, colega de Hesjedal. A su espalda, en el grupo de Landa, aceleraba Movistar, que ayer perdió a Juanjo Lobato. El esprinter se fracturó la clavícula en una caída antes de iniciar las rampas de Ologno. En la cumbre, a 35 kilómetros de meta, Contador mantenía una renta de poco más de un minuto con Landa, pendiente de Aru en un grupo en el que también viajaba Andrey Amador. Zigzagueante el descenso, aserrado el trazado, sonó el pistoletazo de salida para llevarse la etapa, alterada, juguetona. Destelló entonces la clase de Gilbert, perfecto en la lectura de carrera. Doctorado en Monte Berico, repitió el clasicómano belga en Verbania con un triunfo incontestable. Esa misma sensación recorrió el espinazo de Contador cuando sacó el puño y exhibió su pegada.

1. Philippe Gilbert (BMC) 4h04:14

2. Francesco Bongiorno (Bardiani ) a 47’’

3. Sylvain Chavanel (IAM) a 1:01

4. Matteo Busato (Southeast) m.t.

5. Amael Moinard (BMC) m.t.

6. David de La Cruz (Etixx) m.t.

7. Rinaldo Nocentini (AG2R) m.t.

8. Kanstantsin Siutsou (Sky) m.t.

9. Chad Haga (Giant) a 2:42

10. Pieter Weening (Orica) a 3:55

1. Alberto Contador (Tinkoff) 72h23:09

2. Mikel Landa (Astana) a 5:15

3. Fabio Aru (Astana) a 6:05

4. Andrey Amador (Movistar) a 7:01

5. Yuri Trofimov (Katusha) a 9:40

6. Leopold König (Sky) a 10:44

7. Damiano Caruso (BMC) a 11:05

8. Steven Kruijswijk (Lotto NL) a 12:53

9. Ryder Hesjedal (Cannondale) a 13:01

10. Alexandre Geniez (FDJ.fr) a 14:01