A bordo de la creatividad de la artista y de la mirada barroca que lanza a la vida, el trabajo expuesto desde ayer por Rut Olabarri en la sala Rekalde que capitanea Alicia Fernández, propone un viaje a la imaginación de esta artista, referente del arte textil contemporáneo. La exposición reúne pinturas, dibujos, grabados, vídeos y fotografías que exploran la memoria familiar, con especial atención al desaparecido Hotel Torrontegui. Fue un evento que invitó a los visitantes a explorar un mundo similar al de Alicia en el país de las maravillas. La muestra no solo es un recorrido por sus múltiples inquietudes plásticas, sino, como les dije, también un viaje nostálgico al Hotel Torrontegui, un emblemático establecimiento familiar que cerró sus puertas en 1973.
El título de la exposición, Trucada e imperfecta, hace referencia a un edificio lleno de misterios y sorpresas, repleto de puertas giratorias y trampillas. Olabarri explicó que entraban en casa “por su entreplanta. Es una vuelta al imaginario forjado en la infancia.” Esta fusión entre realidad y ficción es un sello distintivo de su obra, donde se entrelazan sueños, pesadillas y recuerdos. El montaje, que contó con la mano sensible y artista de Eduardo Sourrouille dejó con la boca abierta a todos los presentes. Uno de los aspectos más llamativos es su reinterpretación de una merienda protagonizada por el Sombrerero Loco, personaje icónico creado por Lewis Carroll.
Entre ellos, entre los asistentes, e encontraban la diputada foral Leixuri Arrrizabalaga; la directora de Cultura, Begoña de Ibarra; el propio compañero de vida de la artista, Alfonso Eguidazu y las tres hijas de ambos; Begoña, Inés y María Eguidazu Olabarri; la directora del museo Guggenheim, Miren Arzalluz; Luis Zumarraga, Eugenia Arenas, Rafa Orbegozo, el cultureman de Iberdrola, Carmen Gomeza, Miguel Ángel Brizola. Rosa Videgain; el director de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao, Iñaki López de Aguileta; el elegante artista Ignacio Goitia, Enriqueta Arbeo, Bosco Olabarri, Eugenia Guinea, Ángel Sanmmed, Sara García, Fernando Pérez, Yolanda Bernar, Susana Olabarri, Maite Remón y un buen número de hombres y mujeres que lo mismo se detenían ante unas viejas cajas de Torrontegui que ante un retrato hecho entre costuras, pura filigrana que contrastaba con el patchwork de la entrada. En el centro de la sala, un retablo elaborado con retratos familiares rinde homenaje a sus seres queridos, mientras que en un lateral, varios abrigos dispuestos sobre taburetes parecen cobrar vida, transformándose en seres antropomórficos que inquietan y fascinan. De todo ello disfrutaron, además de los ya citados, Carlos Llamas; la diseñadora Miriam Ocariz, Carlos Rui-Wamba; los artistas Martín López y Ana Román, Cristina Palacios, Javier Izagirre, María Ángeles Bilbao, Miren Olaizola, Sandra Bengoetxea, Idoia Marín, Jon Zaldumbide y toda una corte.